En los últimos días se han producido dos notorios errores periodísticos, aunque de distinta naturaleza.
Uno de ellos fue la manipulación de una declaración hecha por la señora Inés Pérez Concha al canal chileno Chilevisión, en la que aparecía discriminando a las empleadas del hogar en el condominio Chicureo de Santiago. Ello la convirtió en el personaje más odiado de las redes sociales.
Al difundirse el video completo sin editar se apreció que, por el contrario, ella se mostraba muy preocupada por las dificultades de traslado de esas empleadas.
Se trató, pues, de una de las prácticas más criticables en el periodismo: alterar o manipular declaraciones para provocar un impacto informativo censurable.
El otro error se produjo en Lima. Al programa matutino “Abre los ojos” fue invitado Alfredo Crespo, abogado de Abimael Guzmán y presidente del Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef). Beto Ortiz, director y entrevistador del espacio, tras una acalorada entrevista, pidió a Crespo que se retire del estudio del Canal 2. Dijo “No voy a tener más tiempo con el defensor de un asesino en mi estudio”.
Sorprendido, Crespo atinó a decir “pero, ¿por qué usted me invita? Usted no es periodista entonces”.
Sin profundizar si la inesperada actitud de Beto Ortiz estuvo justificada o no, lo que se tiene que precisar es: si un medio decide entrevistar a alguien es para escucharlo, no para acallarlo. El error está en invitar a quién no es grato o bienvenido. El error, que ya se había producido en “90 segundos” del mismo canal cuando se entrevistó a otro dirigente del Movadef y no se le dejó hablar, radica en el mismo medio.
Sus experimentados y calificados periodistas saben que todo invitado acepta porque confía en que le van a permitir exponer sus ideas o razones. Cuando esto no ocurre, el medio pone en evidencia, en el más benigno de los casos, que se equivocó de invitado.
Pero la impresión que impacta en muchos televidentes es intolerancia e irrespeto a la libertad de expresión.