Manuel Capín Ureta lleva 73 años muerto sin saberlo. Al menos, para el Registro Civil de su localidad natal, Ribadesella. Este vecino de Gijón acaba de descubrir que, a pesar de que ha podido desarrollar su vida laboral y familiar con total normalidad, en los papeles oficiales del Estado figura como fallecido desde noviembre de 1937.
Los datos registrales hablan de que murió como consecuencia de una «anemia» cuando contaba con 8 meses de vida.
El asturiano realizó el curioso descubrimiento hace unos días. El notario al que acudió para tramitar una herencia le pidió todo tipo de certificados de nacimiento y defunción en su familia, lo cual lo obligó a pedir la información al Registro Civil. Lo que lo esperaba era toda una sorpresa.
Entre esos papeles constaba su acta de defunción, certificada por el juez. Según dicho registro, había muerto a las 22.00 horas del 23 de noviembre de 1937. Pero ése no era él. «Era mi hermano Modesto», cuenta el afectado.
A sus 75 años Capín asegura que la confusión en el Registro Civil no le ha conllevado ningún problema hasta ahora. Nadie se dio cuenta del error; ni cuando tramitó los papeles para casarse, ni cuando procedió a la inscripción de sus siete hijos.
Por lo mismo, no cree que ahora le surjan grandes problemas «porque el libro de familia lo explica todo bien claro». Sólo le incomoda pensar en la «gran cantidad de papeleo» al que le toca enfrentarse. Pero, al menos, habrá podido «resucitar» para el Registro Civil