Luz Castillo estuvo más de tres meses con las piernas cruzadas. Nada de sexo. Cero. Ni un mimo.
Como ella, todas las mujeres de Barbacoas, un pueblo de la costa sureña de Colombia, se negaron a tener relaciones con sus parejas hasta que no se terminara la construcción de un ruta que comunicara a su localidad con el resto del país y le abriera así mayores posibilidades económicas.
Tres meses y 19 días después de iniciada la inusual protesta, volvió el sexo a Barbacoas. Y con un gran festejo.
Las 300 mujeres que se alistaron en el “Movimiento de las piernas cruzadas” prepararon un ‘pusandao’, una especie de guiso de carne, cerdo y gallina para celebrar que se terminó la abstinencia. Los hombres las acompañaron con cerveza y vino blanco. Y Santa María del Puerto de Toledo de las Barbacoas -ese es el nombre completo del pueblo- fue una fiesta.
Las mujeres pasaron más de tres meses sin tener sexo para obligar a las autoridades a construir una ruta mejor que la única vía con la que cuenta el pueblo. Se trata de un camino de herradura de 163 años, de 57 kilómetros de largo, pero que no es suficiente para impulsar el desarrollo de Barbacoas.
Según informa el diario El Tiempo, el “no” de las mujeres tuvo su fruto: el Gobierno se comprometió a pavimentar, con la ayuda del Ejército, los primeros 27 kilómetros.
Las autoridades desembolsarán el equivalente a poco más de 21 millones de dólares en esta primera etapa. Mientras, el ministro de Transporte, Germán Cardona, aseguró que están evaluando cómo asfaltarán los 30 kilómetros restantes y a qué costo.
Luz Castillo es la líder del movimiento que le dio la espalda al sexo. Le contó al diario El Tiempo que cuando vieron llegar los volquetes no podían parar de sonreír.
“Estábamos felices. Las autoridades nos quitaron las cadenas que portamos por 3 meses y 19 días. Y entonces empezamos a gritar: ‘¡Sí se puede!'”, recordó.
“Cuando las mujeres decimos no es no, y no damos el brazo a torcer. A nuestros maridos les dijimos: “Qué pena, hacemos esta huelga hasta el 11 de octubre y abrimos las piernas cuando tengamos la certeza de que nos harán la carretera”, y cumplimos”, dijo Luz.
Para poder sobrellevar el calvario, las mujeres se juntaban por las noches a charlar y se daban fuerzas unas a otras para no aflojar. Muchos de los hombres las acompañaban.
Hasta que llegaron las primeras maquinarias y los obreros. Esa noche “les cumplimos a nuestros maridos. Las ganas eran muy grandes y había que aprovecharlas. Imagínese: 300 mujeres haciendo desorden”, se reía Luz.
Las mujeres de Barbacoas confían en los compromisos firmados por el Gobierno colombiano. Y en que la nueva ruta terminará con décadas de olvido. Pero están alerta. Si el Estado no cumple, advierten -muy serias- que volverán a cerrar las piernas.
(Publicado por periodistadigital.com)