Este artículo del periodista Emilio Palacio, publicado el 6/2/2011, fue lo que motivó el juicio y condena contra “El Universo” de Ecuador. Palacio, editor de opinión del diario, renunció a su cargo a la espera de que ello disuadiría al Presidente Rafael Correa de continuar una acción penal contra la empresa y sus directivos por injuria, con una demanda de 80 millones de dólares y tres años de cárcel para el editor, el director y dos subdirectores del periódico
Pero Correa se ha mostrado irreductible y ha exigido la continuación del juicio hasta sus últimas consecuencias. El presidente ecuatoriano presentó la demanda el 21 de marzo a raíz de una columna en que Palacio lo llamó “dictador” y lo acusó de haber ordenado atacar un hospital durante una rebelión policial el pasado 30 de septiembre.
Por considerar que el caso merece el conocimiento general, en especial en los ambientes políticos y periodísticos, damos a continuación el texto completo del artículo, titulado “No a las Mentiras”. Cada quien juzgará si las posiciones en juego son las justificadas.
Esta semana, por segunda ocasión, la dictadura informó a través de uno de sus voceros que el dictador está considerando la posibilidad de perdonar a los criminales que se levantaron el 30 de setiembre, por lo que estudia un indulto. No sé si la propuesta me incluya (según las cadenas dictatoriales, fui uno de los instigadores del golpe); pero de ser así, lo rechazo.
Comprendo que el dictador (devoto cristiano, hombre de paz) no pierda oportunidad para perdonar a los criminales. Indultó a las mulas del narcotráfico, se compadeció de los asesinos presos en la Penitenciaría
del Litoral, les solicitó a los ciudadanos que se dejen robar para que no haya víctimas, cultivó una gran amistad con los invasores de tierras y los convirtió en legisladores, hasta que lo traicionaron. Pero el Ecuador es un Estado laico donde no se permite usar la fe como fundamento jurídico para eximir a los criminales de que paguen sus deudas. Si cometí algún delito, exijo que me lo prueben; de lo contrario, no espero ningún perdón judicial sino las debidas disculpas.
Lo que ocurre en realidad es que el dictador por fin comprendió (o sus abogados se lo hicieron comprender) que no tiene cómo demostrar el supuesto crimen del 30 de setiembre, ya que todo fue producto de un guión improvisado, en medio del corre-corre, para ocultar la irresponsabilidad del dictador de irse a meter en un cuartel sublevado, a abrirse la camisa y gritar que lo maten, como todo un luchador de cachascán que se esfuerza en su show en una carpa de circo de un pueblito olvidado.
A esta altura, todas las “pruebas” para acusar a los “golpistas” se han deshilvanado:
El dictador reconoce que la pésima idea de ir al Regimiento Quito e ingresar a la fuerza fue suya. Pero entonces nadie pudo prepararse para asesinarlo ya que nadie lo esperaba.
El dictador jura que el ex director del Hospital de la Policía cerró las puertas para impedir su ingreso. Pero entonces tampoco allí hubo ningún complot porque ni siquiera deseaban verle la cara.
Las balas que asesinaron a los policías desaparecieron, pero no en las oficinas de Fidel Araujo sino en un recinto resguardado por fuerzas leales a la dictadura.
Para mostrar que el 30 de setiembre no usaba un chaleco blindado, Araujo se colocó uno delante de sus jueces y luego se puso la misma camiseta que llevaba ese día. Sus acusadores tuvieron que sonrojarse ante la palpable demostración de que los chalecos blindados simplemente no se pueden ocultar.
Podría seguir pero el espacio no me lo permite. Sin embargo, ya que el dictador entendió que debe retroceder con su cuento de fantasmas, le ofrezco una salida: no es el indulto lo que debe tramitar sino la amnistía en la Asamblea Nacional.
La amnistía no es perdón, es olvido jurídico. Implicaría, si se la resuelve, que la sociedad llegó a la conclusión de que el 30 de setiembre se cometieron demasiadas estupideces, de parte y parte, y que sería injusto condenar a unos y premiar a otros. ¿Por qué el dictador sí pudo proponer la amnistía para los ‘pelucones’ Gustavo Noboa y Alberto Dahik, pero en cambio quiere indultar a los “cholos” policías?
El dictador debería recordar, y esto es muy importante, que con el indulto, en el futuro, un nuevo presidente, quizás enemigo suyo, podría llevarlo ante una corte penal por haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente. Los crímenes de lesa humanidad, que no lo olvide, no prescriben.