La Junta de Andalucía, en España, propone a los profesores formulen a los alumnos de entre 13 y 16 años y las debatan en clase, entre otras, preguntas como éstas:
«¿Qué significa que algunas chicas tengan los senos más grandes que otras?», «¿podrías situar exactamente el clítoris?», «¿qué ocurre cuando un chico tiene una erección y no se le baja el prepucio porque tiene frenillo?», «¿qué longitud y grosor debe tener un pene para satisfacer mejor a una mujer?».
Como informa el diario La Razón, las cuestiones forman parte de un manual que ha editado la Junta sobre sexualidad humana dentro del programa Forma Joven dirigido a alumnos de la Educación Sistemática Obligatoria (ESO).
El programa se aborda en clases semanales que se imparten en la hora de tutoría, dentro del horario escolar.
En principio, las da un orientador del centro educativo con ayuda de tutores y agentes de salud, ya que el programa cuenta con la colaboración de las consejerías de Salud, Educación e Igualdad.
Pintas y Notas en los Servicios Higiénicos
No es obligatorio impartir estos cursos ‘calientes’, porque esta temática no forma parte del currículum académico, pero todos los centros reciben material ‘ad hoc’ que la Administración andaluza paga con dinero público y proporciona a los profesionales de la educación «para facilitar las tareas de educación para la salud sobre sexualidad».
Además de preguntas, en el documento para Profesionales de Educación y Salud se proponen ejercicios ‘variados’ a los alumnos, entre los que hay alguno de este tenor:
«Elige varias revistas del corazón, de mujeres, de hombres y pornográficas y analizar: contenido de cada una con los temas tratados; analizar las portadas. ¿A quién ponen más?…».
Además de bucear en revistas pornográficas, se recomienda a los alumnos irse de excursión, en grupos de tres o cuatro estudiantes a los servicios higiénicos públicos:
«Para analizar allí las pintas anónimas, letreros, dibujos de las paredes, de los aseos públicos que tengan que ver con la sexualidad y que previamente hayan anotado».
En este caso propone que hagan una clasificación de los mensajes y expliquen qué concepción de la sexualidad y de las relaciones se desprende de lo observado, qué parte del cuerpo destacan y hacer una lista con las frases, chistes verdes y piropos más usados.
Incluso plantea cuestionarios para que los jóvenes señalen con el dedo a aquellos profesores que no son tan partidarios de dar este tipo de enseñanzas en clase.
Por si algún enseñante disiente o no se pone en onda, se propone también dividir al alumnado en subgrupos de no más de seis personas para analizar el asunto. Y la pregunta no deja resquicio a la duda:
«¿Sabes si hay algún profesor o profesora al que no le guste que se impartan esas clases en el centro? ¿cuál es la razón?»