Este es el testimonio de una notable periodista de investigación brasileña galardonada internacionalmente varias veces. Se trata de Daniela Arbex. El año pasado estuvo en Lima para recibir el premio del Instituto Prensa y Sociedad por el mejor reportaje de investigación en Latinoamérica. “Periodismo en las Américas” difundió la entrevista que le hizo el Centro Knight por haber recibido otro importante premio en Estados Unidos. Sus declaraciones son una lección sobre el trabajo que debe cumplir todo periodista de investigación.
Desde que comenzó su carrera periodística en la ciudad de Juiz de Fora a los 22 años de edad, Daniela Arbex escuchaba de colegas que para tener impacto y visibilidad debía trasladarse a una ciudad grande, como Río de Janeiro, Sao Paulo o Brasilia. Pero ella prefirió apostar por el trabajo de reportera en el periódico Tribuna de Minas, una publicación con una tiraje de 15.000 ejemplares diarios y que circula en una ciudad con 600.000 habitantes. Fue allí donde se convirtió en una referencia en el periodismo de investigación de Brasil.
Arbex acaba de recibir el prestigioso Premio Knight de Periodismo Internacional, entregado por el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ por su sigla en inglés), durante una ceremonia en Washington. En la ocasión, también fue galardonado el indonesio Tosca Santoso. Los dos fueron seleccionados entre 120 candidaturas de todo el mundo.
El jurado destacó siete reportajes de Arbex que abordan temas tales como la falta de acceso a los tratamientos de prevención del sida para las mujeres víctimas de violación, el maltrato de los pacientes en un hospital psiquiátrico, el descubrimiento del cuerpo de un desaparecido durante la dictadura, un caso de venta de drogas dentro de una escuela, y la prueba de la inocencia de un padre injustamente acusado de violar a la hija de un año y siete meses. El galardón se suma a otros 16 premios nacionales e internacionales que la periodista de 37 años ha recibido en su carrera, siempre en la Tribuna de Minas.
Arbex habló de su trabajo en esta entrevista con el Centro Knight.
Centro Knight: ¿Cómo se consigue destacar internacionalmente sin pertenecer a los grandes periódicos?
Daniela Arbex: Siempre oí decir que no existía el periodismo de calidad, que pudiese tener un impacto en la sociedad fuera de las grandes ciudades. Pero estoy en Tribuna de Minas hace 15 años y creo que conseguí escribir historias que tuvieran repercusión e impacto nacional. Muchos fueron capaces de cambiar la realidad, llamando la atención del gobierno federal. Yo creo que es debido a un esfuerzo personal que las cosas pasan. Mi mayor preocupación ha sido siempre la de cambiar la realidad.
¿Usted también elige temas que sean de interés nacional?
Yo trabajo mucho con cuestiones relacionadas con violaciones a los derechos humanos, corrupción, violencia y problemas relacionados con la infancia, y eso es relevante en todas partes. Por otra parte, es la fuerza de las historias que cuento, la fuerza de las conclusiones.
¿Qué ejemplo destacaría?
El año pasado fui a Perú para recibir un premio del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), al mejor reportaje
de investigación en América Latina, por un reportaje sobre la corrupción en el ayuntamiento en Juiz de Fora (el reportaje reveló una trama de corrupción a través de contratos públicos que favorecían a una empresa contratista que pertenecía al entonces presidente de la Cámara Municipal de Juiz de Fora, Vicente de Paula Oliveira, conocido como Vicentão). Lo que más llamó la atención del jurado fue cómo una investigación tan artesanal consiguió ser tan eficiente y tener tanto impacto. Cuando preguntaron cuánto costaron las notas finalistas, algunos llegaban a unos 10.000 dólares y la nuestra sólo costó 50, que fue el precio para fotocopiar los documentos. No tenemos grandes recursos.
¿Cómo fue el proceso de evaluación de esa nota?
Un día estaba atrasada para una nota y los autos del periódico estaban todos ocupados, así que tuve que tomar un taxi. En el camino, fui conversando con el taxista sobre política y asuntos de la ciudad, cuando él soltó una frase: “Hasta el concejal tiene constructora en Juiz de Fora, usted ve, la Koji”. Tenía curiosidad por saber lo que era, no sabía de la empresa. Descubrí que no sólo existía, sino que había ganado las licitaciones de la alcaldía en los últimos cinco años. Fui a la Junta de Comercio a ver quiénes eran los socios y llegué a seis nombres que al principio no me decían nada. Entonces investigué los archivos históricos de estas personas en el Ministerio de Trabajo y descubrí que sus calificaciones eran muy bajas —eran los guardias de la alcaldía, por ejemplo, moviendo millones. Pero no había ningún documento que vinculara esos nombres a Vicentão. Él había estado en el poder 20 años y nunca había firmado un documento de Koji. Identifiqué el vínculo en una demanda presentada ante la Justicia del Trabajo por una empleada doméstica en contra de Vicentão. Una de las socias listadas en Koji era el agente responsable de la acción. Es decir, tenía plenos poderes para representarlo en el proceso, y en la Koji actuaba como testaferro.
¿Fue un caso que podría haber quedado en nada?
Sí, pero me decidí a insistir. No siempre funciona. He investigado algunas notas por hasta dos meses y al final no llegué a nada. Sin embargo, muchas salen bien también.
¿Hay espacio para este tipo de periodismo de investigación hoy en día?
Es complicado. Por supuesto que tiene la presión para entregar resultados, de tener que producir. Somos 40 periodistas en la Tribuna de Minas. Aunque yo cubro notas especiales la mayor parte del tiempo, a veces tengo que parar todo para cubrir temas de actualidad. Pero tengo que reconocer que gané todo ese espacio porque tuve mucho apoyo del periódico. Muchas veces ellos aceptaron mis sugerencias. Y cuando no estaba dando resultado, presionaron para que parara. Es bastante malo cuando una investigación no funciona, pero siempre hemos sido muy cuidadosos con la información porque se trata de vida de las personas. Como un médico. La información incorrecta compromete la vida de las personas y perjudica al propio periódico, que puede sufrir el proceso de incluso tener que cerrar.
¿Alguna vez ha pensado en trabajar en los principales periódicos brasileños?
Llevo 15 años en la Tribuna de Minas y he sido invitada varias veces a dejarlo, pero hasta ahora no ha sucedido, a pesar de que algunas ofertas eran muy tentadoras. Lo que pasa es que desde el principio fui consiguiendo el espacio que quería en el periódico y haciendo las cosas que me gustaban. Así que no sentía la necesidad. Después se convirtió en algo más personal, porque tengo familia aquí y hace 20 años soy voluntaria en una organización que ayuda a niños necesitados y duermo con ellos una vez por semana. Sé que podría tener más visibilidad, pero honestamente, me siento feliz aquí. Por supuesto no puedo cerrar las puertas y decir que nunca dejaría mi ciudad. Estoy abierta a todas las oportunidades que me ayuden a ser una mejor periodista cada día.
¿Cómo fue la entrega del premio?
Fue muy emocionante ser elegida en un lugar tan pequeño para un premio tan grande. También me alegra oír que la gente me diga que están encantados con el trabajo que hago con tanta dificultad. Porque, sinceramente, nunca me detuve a pensar en las dificultades. Mi objetivo no es ese. Tiene que ver con lo que hacemos. Fue un gran honor. La cena de premiación se efectuó en el edificio Ronald Reagan, con 500 personas, entre periodistas de los Estados Unidos y otros países, autoridades, estaba el embajador de Brasil en Washington, Mauro Vieira… Asesores de (la secretaria de Estado americana) Hillary Clinton preguntaban qué podía hacer por el periodismo en Brasil. Pensé que era importante representar a mi país difundiendo el periodismo de calidad, hablando de las cosas que le dan credibilidad al periodismo y, sobre todo, que pueden ayudar a los periodistas de investigación a tener más seguridad. Lo que siempre trato es ser útil a la sociedad, haciendo un periodismo responsable y de calidad. Cada vez que tengo la oportunidad de hacer algo que tiene un impacto positivo en la comunidad, yo pienso: es por eso que soy periodista.