En las últimas semanas se ha apreciado en dos medios de comunicación, uno televisivo y otro escrito, una censurable falta contra los principios periodísticos, en especial contra el de la imparcialidad.
En mi experiencia profesional y docente de decenas de años, nunca había experimentado el desasosiego que siento por la gestión periodística de un programa televisivo y de un diario.
Los dos, aunque con objetivos diferentes y encontrados, han convertido su labor en una expresión de lo que no debe ser el periodismo objetivo, imparcial, honesto y responsable.
La parcialización que están mostrando en torno a las dos candidatas favoritas a la Municipalidad de Lima es grosera y bochornosa.
En la televisión se demuele y ataca sin piedad a una de las candidatas (Lourdes Flores), al mismo tiempo que se elogia y destaca a la rival (Susana Villarán).
En el diario se desarrolla una implacable campaña contra una de las candidatas (Susana Villarán) apelando a todos los argumentos imaginables.
Que un medio adopte una política informativa a favor de una candidatura se podría considerar como una debilidad, mas no como algo censurable, siempre que toda la gestión consista en apoyarla sin desmerecer a las otras candidaturas, como ocurrió en 1990 cuando casi todos los medios fueron favorables a Mario Vargas Llosa. A esto lo podríamos llamar como una parcialización positiva.
De acuerdo con esa nomenclatura podríamos inferir que en la televisión se practica fundamentalmente la parcialización negativa (desmerecer y destruir una candidatura) y, al mismo tiempo, la positiva (elogiar y apoyar a la candidatura rival). Cuanto más hundo a una candidata más elogio y levanto a la competidora.
En el caso del diario, sólo se manifiesta la parcialización negativa: denunciar y clamar por el fracaso de una de las candidatas.
El alcance categórico y mediático de la televisión hace que el impacto del programa televisivo sea más contundente y llegue al mayor número de personas. Se puede decir, considerando rating (que no alcanza casi nunca los dos dígitos) y circulación (el diario no es de los más vendidos) se puede afirmar que la audiencia está en una proporción de casi 5 (televisión) a 1 (diario).
Los destacados periodistas protagonistas no han tenidos una formación académica en la especialidad y han basado su labor en el aprendizaje diario y pragmático. Tal vez sea por esta realidad que en los dos no existe el respeto, casi religioso, que se imparte en las aulas universitarias por los principios de la ética periodística.
De acuerdo con esos principios, el periodista no debe parcializarse, y debe ser en todo momento objetivo y veraz.