Casi unánimemente los medios (prensa, radio y televisión) han condenado la existencia del “chuponeo”. Proclaman que se trata de una actividad ilegal y malvada.
Sin embargo, utilizan y difunden el contenido de los “chuponeos” con la ya tradicional argumentación de que pueden hacerlo si consideran que hay elementos denunciables de delitos o de información que debe ser conocida por la opinión pública.
Es el momento en que los periodistas se consideran todo poderosos e infalibles y justificados para invadir la vida privada de las personas.
En países con mayor respeto al derecho de la privacidad en las comunicaciones de los ciudadanos, lo que hace el periodismo peruano sería denunciable judicialmente y los magistrados, por experiencias anteriores, serían implacables en condenar esas violaciones.
Hay una clara e inequívoca actitud hipócrita de muchos medios. Condenan el “chuponeo” pero difunden los contenidos, con la excusa ya mencionada.
Todo esto lleva a la clara y categórica afirmación de que los “chuponeadores” manipulan la información de algunos medios. Lo único que necesitan es enviar anónimamente grabaciones íntimas y delicadas sobre algunos personajes. Saben que esos medios difundirán los contenidos y lograrán su propósito manipulador. Cuanta más difusión más “chuponeos”.
En otras palabras, tal como está ocurriendo en el actual proceso municipal, los repudiados –de la boca para afuera- “chuponeadores” intentan decidir resultados electorales, con la complicidad periodística de algunos.
Lo que se está necesitando en el periodismo es mayor respeto a los principios éticos de la profesión y, simplemente, no ser instrumento manipulable de nadie. ¿Cómo?…arrojando al tacho de basura toda grabación ilegal