Un nuevo y lamentable caso de imprecisión periodística-para ser generosos- fue protagonizado por Jaime Bayly, en su programa “El Francotirador”. Basado en un e-mail supuestamente enviado por Jaime Salinas, candidato a primer regidor en la lista de Lourdes Flores a la Municipalidad de Lima, el conocido periodista y escritor, lo usó para seguir desmereciendo a la presidenta del PPC. Salinas negó haber hecho el envío y pidió una investigación policial.
En el correo se afirmaba que Lourdes Flores fue abogada del general Julio Salazar Monroe, ex Jefe de Inteligencia Nacional fujimorista, condenado a 25 años de cárcel por el caso de la Cantuta. Según la candidata, ella ejerció, por el contrario, la defensa legal en una demanda de las cuñadas contra el general por la propiedad de una residencia.
Bayly cometió una grave falta periodística al no hacer verificaciones y cruzar informaciones en un caso tan delicado. Indudablemente fue víctima de un acto de inteligencia: dar información falsa al periodista propicio a utilizarla con entusiasmo y convicción. En este caso, una nueva denuncia para dañar la candidatura Lourdes Flores. Sobre las formas en que los periodistas son manipulados bien merece un artículo más detallado.
El Caso de la CBS
Al respecto, es oportuno recordar lo acontecido en el año 2004 con la cadena de televisión norteamericana CBS en su prestigioso programa “60 Minutos” que difundió, en plena campaña electoral, un reportaje en el que se atribuía a los familiares de George W. Bush el uso de influencias inapropiadas para que el presidente eludiera los rigores del servicio militar, en plena guerra con Vietnam. La acusación se sustentaba en documentos que más tarde resultaron falsos.
inmediato, la cadena encargó una minuciosa investigación que duró cuatro meses, con el propósito de determinar por qué se cometieron tantos errores éticos y profesionales en la difusión de un informe televisivo en el prestigioso programa noticioso “60 Minutos”, dirigido por Dan Rather.
El episodio estremeció los cimientos del periodismo investigativo estadounidense, y puso en duda el rigor de un género periodístico- y de un programa en particular-que tiene, antes de salir al aire, pautas y reglas de conducta interna sumamente exigentes para verificar hasta el cansancio todas y cada una de las imágenes y palabras que se propalan y pronuncian.
La Credibilidad es el Principal Capital
Se consideró que la credibilidad es el principal capital de toda empresa periodística seria y cualquier amenaza contra ese principio debe ser severamente sancionada, para evitar erosionar la confianza depositada por la opinión pública en un medio de comunicación. En la televisión no se pueden decir mentiras ni medias verdades.
El documento final de la investigación debería ser el nuevo libro de consulta de cualquier profesional de la comunicación contemporánea. Allí se detallan, por ejemplo, los rigurosos procedimientos que acompañan a cualquier investigación, antes de que se propale; las distintas pruebas de verificación de los datos; la validez de las fuentes independientes; los pasos que se siguen para evitar contaminar la información con criterios subjetivos; la necesidad de separar la opinión de la información; la obligación de contrastar versiones y evitar prejuicios políticos o raciales o de cualquier otra índole a la hora de interpretar los datos y, sobre todo, tratar de vivir lo más lejos posible de las nefastas influencias del temido tótem del rating: el sometimiento, en suma, a los rigores implacables de la verdad
La actitud de los directivos de CBS fue quirúrgica, si cabe el término. Despidió a tres altos ejecutivos, lo mismo que a los productores del informe. También aceptó la renuncia de Dan Rather, sin lugar a dudas, el periodista más serio de la cadena y de la televisión norteamericana.
La CBS mostró su decisión de conseguir que el televidente encienda su pantalla y sintonice un programa periodístico, sabiendo a ciencia cierta que todo lo que allí se dice es verdad, confiando en que no se le va a engañar