Las reveladoras y categóricas imágenes que están proporcionando las cámaras de vigilancia internas de las empresas y las externas o callejeras de las municipalidades se han convertido en recursos periodísticos excepcionales, especialmente para la televisión informativa.
Esas imágenes, por supuesto, sirven también para la investigación policial y fiscal y son pruebas que los jueces tienen en cuenta para dictar sentencia.
Demostración concluyente e indiscutible es el caso del asesinato de la joven Stephany Flores por el holandés Joran van der Sloot en el cuarto de un hotel.
Prácticamente todo ha sido visto, con la excepción de lo ocurrido en las tres horas que la pareja estuvo en la habitación: su reunión en el casino, su salida de él, su ingreso al hotel y a la habitación y la fuga del holandés después de haber cometido el homicidio.
Otro ejemplo de los últimos días son las imágenes del asesinato de 4 mujeres captadas por la cámara del restaurante de Miami que grabó nítidamente al homicida.
Salvo los testimonios visuales captados en la salita del SIN por orden de Vladimiro Montesinos, nunca el periodismo y la opinión pública han tenido ocasión de ser testigos de hechos tan irrefutables.
En los tres últimos años, con la existencia de Internet, se ha hablado y escrito mucho del Periodismo Ciudadano. De ese periodismo practicado por gente no profesional y que está aportando a los medios de comunicación material audiovisual muy valioso y enriquecedor para la mejor tarea informativa. Por ejemplo, CNN en español ha abierto una puerta de acceso para esa colaboración en su sitio IReport.
Con los celulares y las cámaras digitales miniaturizadas ahora la gente común y corriente puede captar y luego proporcionar material informativo único, por haber estado en el momento mismo de acontecimientos.
Nunca ha habido tanta facilidad para hacerlo, con la calidad necesaria y la posibilidad de subir las imágenes a esa revolución cibernética que se llama YouTube.
Desde hace mucho tiempo han existido los espontáneos y colaboradores que ponían a disposición de los medios fotografías, audios y filmaciones – la mayor parte de mala calidad- de hechos noticiosos. La contribución era muy esporádica y escasa, y jamás a nadie se le ocurrió el atrevimiento de llamar a esa acción periodismo ciudadano.
Las cámaras de vigilancia, internas y externas, son aporte de la colectividad organizada y sus resultados no son consecuencia de una sistematizada y profesional gestión periodística. Son iniciativas ajenas a los medios de comunicación con un propósito fundamental: contribuir y reforzar la seguridad ciudadana.
En consecuencia, por su esencial naturaleza, cuando los medios utilizan las imágenes para su información, pueden ser consideradas como fuentes o recursos que la ciudadanía aporta para un mejor conocimiento de los hechos. Como una inesperada y hasta ahora no considerada manifestación del periodismo ciudadano.