La presencia y figuración de las mujeres en el campo literario despierta ahora muchos comentarios, como ocurre, por ejemplo, en el aspecto laboral (iguales derechos, iguales remuneraciones).
La escritora española Laura Freixas se pregunta: ¿Qué podemos pensar ante el panorama en que la proporción de mujeres entre los colaboradores de cualquier suplemento o revista de literatura o pensamiento es mínima: 10% o 15%?
Según ella, lo mismo se aplica a los entrevistados y a los autores cuyos libros se reseñan: prácticamente todos son varones.
Laura Freixas escribió una columna de opinión en un suplemento literario del diario El País, con el genial título de “Hombres, SI”.
Y para responder lo hace interrogándose:
¿Será que no se entrevista a autoras ni se reseñan sus libros porque no las hay?
Falso: escritoras hay muchas.
¿Que las mujeres no hacen crítica porque no han tenido la formación necesaria?
Falso: el alumnado de Letras es mayoritariamente femenino.
¿Que es cuestión de tiempo?
Falso: ya eran mayoría a principios de los setenta.
¿Que algunas autoras de las que se habla mucho son la avanzada de un movimiento imparable?
Falso: pueden alcanzar el éxito comercial y los correspondientes premios, pero no lo más importante: el reconocimiento institucional, sinónimo de permanencia, de futuro.
Freixas, autora de varios libros, opina con conocimiento de causa y aporta datos sobre la realidad española:
* Las mujeres ocupan solamente 3 de los 43 puestos de la Real Academia
* Entre 34 galardonados con el Premio Cervantes sólo figuran dos (María Zambrano en 1988 y Dulce Loynaz en 1992)
* El Premio Nacional de Narrativa lo han obtenido únicamente dos mujeres (Carmen Martín Gaite en 1978, Carme Riera en 1995)
Y cierra lapidariamente un artículo que invita a la reflexión:
“Lo más grave, sin duda, es esa especie de hipnosis colectiva por la que nos creemos lo que nos dicen (“los libros son cosa de mujeres”) en vez de lo que vemos con nuestros propios ojos. Esa ilusión óptica que hace que al hojear un suplemento literario veamos Fernández y García y no Pablo y Emilio, y no nos preguntemos dónde están Mercedes y María.”