LA TOMA DE LA RESIDENCIA

Durante sus décadas de actividad periodística, el autor vivió numerosos episodios que constituyen una especie de anecdotario muy personal.

Aquella noche de diciembre de 1996 cuando el MRTA se apoderó de la residencia de la embajada japonesa, en 24 Horas ya teníamos lista la edición del programa. Una hora antes de la salida al aire, no se sabía quiénes eran realmente los asaltantes y las versiones eran muy diversas. Cambiamos los titulares, para comenzar con un texto de adelanto sobre lo que estaba sucediendo. A medida que el programa avanzaba fuimos recibiendo imágenes de nuestros reporteros y la situación se fue definiendo.
Terminado el programa, movilizamos una unidad móvil para iniciar transmisiones en vivo desde el lugar, que luego reforzaríamos con dos unidades móviles más. Permaneceríamos en el aire, en vivo, durante los tres días siguientes. Luego lo hicimos cada vez que había novedades a lo largo de los dos meses que permanecí en el canal. Por lo que observé los otros dos meses -ya como televidente- siguieron con la misma tónica.
Al comienzo de la cobertura no nos fue bien. Otros canales tuvieron la preferencia en los contactos telefónicos con los emerretistas. Incluso éstos invitaron al camarógrafo del canal 4 a ingresar al jardín de la residencia para asegurar un testigo en caso de que la policía intentara un asalto.
Panamericana no era la favorita del MRTA. Ellos habían secuestrado a uno de sus propietarios y tenían mucho recelo con el canal 5. Nos enteramos que en los primeros momentos -antes de decidir el ingreso de un camarógrafo- Cerpa y sus segundos tuvieron un diálogo -escuchado por uno de los rehenes- en el que se preguntaban sobre el camarógrafo que iban a invitar. Cuando uno de ellos sugirió al de Panamericana, Cerpa respondió negativamente recordándole el secuestro de Héctor Delgado.
Sobre el camarógrafo del canal 4 hay que indicar que era un joven asistente de cámara , enviado por ser el único personal que tenía América a esa hora. Juan Víctor Sumarriva fue durante dos días el héroe de la cobertura de Canal 4. Grabó secuencias únicas y privilegiadas desde el jardín interior de la residencia. Sin embargo, cuando 4 meses después se produjo el desenlace de la toma, a Sumarriva casi lo olvidaron en la celebración final. Sin duda, la situación había cambiado: los de América no quisieron que se recordara que fueron los favoritos del MRTA. Y Sumarriva obligaba a ese recuerdo.

Las Fotos de Kouri
Algunos días después nos desquitaríamos -periodísticamente hablando- con la competencia. En una liberación de rehenes, antes de que el MRTA se quedara con los 72 definitivos, abandonó la residencia el alcalde del Callao Alex Kouri, con quien teníamos muy buenas relaciones. Conseguimos que viniera de inmediato a una entrevista en vivo en nuestros estudios. Al llegar se nos informó que Kouri tenía escondido en su cintura un rollo con fotografías del interior de la residencia, captadas por una cámara de la embajada.
Kouri accedió a nuestra petición y nos entregó un rollo que mandamos desarrollar urgentemente. Las fotos a colores eran una verdadera primicia. Se veía a muchos rehenes. Una de ellas mostraba a un pensativo canciller Tudela apoyado con los brazos en una mesa, mirando una ventana. Luego supimos que él comentaba que no iba salir con vida del secuestro. Cuando exhibimos en las pantallas las fotos, causamos una verdadera sensación. Muchas agencias y televisoras del extranjero nos pidieron copias.

El Video del MRTA
La segunda oportunidad de impactar singularmente fue cuando el MRTA nos proporcionó un video de las horas previas al asalto a la residencia. La forma como tuvimos ese documento excepcional, fue digna de una película de suspenso. Una mañana recibí una llamada telefónica de alguien que se presentó como dirigente emerretista y me preguntó si nos interesaba el video. Por supuesto que la respuesta fue afirmativa. Antes de colgar, me advirtió que me volvería a llamar para los detalles de la entrega.
Media hora después recibí la segunda llamada. Me indicaban que el video iba a estar encima del tanque de un water antiguo de un restaurante determinado. De inmediato comisioné a un nervioso chofer para que fuera al lugar. Como no nos habían indicado en qué distrito estaba el restaurante pensamos que era uno de Miraflores que tenía el nombre dado. El chofer no halló nada en los servicios higiénicos, que además eran muy modernos. Nos comunicó la novedad por radio. Nos sentimos frustrados. Pero volvió a sonar el teléfono. Era el mismo contacto, que me preguntó, un tanto airado, por qué no recogíamos el video. Por la manera casi familiar -“don Julio”- con que me trató, sospeché que se trataba de alguien que me conocía bien. Le dije que habíamos ido al lugar en Miraflores. Me replicó que era en La Victoria y dio la dirección exacta. Por radio le ordenamos al chofer que se dirigiera al lugar exacto. Esta vez encontró el video, tal como se nos había dicho.
Vimos el video con mucha expectativa. En efecto mostraba cómo el MRTA planeaba el asalto ante una maqueta de la residencia, Cerpa daba las últimas instrucciones a su grupo, cuyos 14 componentes, entre ellos dos mujeres, se colocaban vestimentas de enfermería y subían a la ambulancia con la que burlaron la vigilancia policial. El video tenía una segunda parte que era propaganda emerretista.
Casi al terminar de verlo, recibimos una cuarta llamada para confirmar si ya habíamos visto el video y asegurar su difusión. Contestamos que íbamos a dar sólo la primera parte y no la propaganda. No le agradó mucho nuestra decisión, pero finalmente el contacto dio su conformidad.
Desde un comienzo me llamó la atención de que el MRTA quisiera proporcionarnos un material tan valioso, periodísticamente hablando. Al día siguiente de su difusión en nuestro noticiero, nos enteramos la razón. Domingo Palermo, Ministro de Educación, encargado de las negociaciones con Cerpa, me llamó para decirme que ese video había sido ofrecido días atrás, con la condición de ser difundido por el canal 4. A cambio de ello liberarían a un grupo de rehenes. Palermo decidió negociar para conseguir mayor número de liberados. Como las exigencias de Palermo eran muy ambiciosas y demoraban la exhibición del video, los asaltantes lo ofrecieron, desusadamente, a Panamericana. Palermo jamás imaginó que ello ocurriera por todos los antecedentes señalados y no nos informó de las negociaciones que estaba haciendo. De haberlo hecho, no lo hubiéramos difundido hasta el desenlace de esas negociaciones.

Las Llamadas de la Secretaria
Otro episodio que me impactó durante los dos primeros meses de la toma de la residencia, fue la relación con NHK, la poderosa televisora estatal japonesa. Contrató la señal permanente de Panamericana, a través de la Cadena SUR y por satélites la recibía en vivo en sus estudios de Tokio. Cada vez que nosotros dábamos alguna información, la NHK la utilizaba.
Un día, el ministro Palermo me llamó para pedirme que diera una información que le iba a ayudar en sus conversaciones con los emerretistas, pero me advirtió que no diera la fuente. Dimos la información con la expresión acostumbrada en nuestro periodismo: “de fuentes muy confiables”. A los cinco minutos sonó el teléfono. Era una llamada de Tokio y una señorita que hablaba un castellano aprendido en España me pidió, por encargo de su director, que revelara qué fuente era la que habíamos indicado, porque sin esa mención, ellos no podían dar la información. Le contesté que confiaran en la veracidad de la información. La señorita llamó dos veces más para insistir en lo mismo. En la última, casi como un “jalón de orejas”, me dijo que en el Japón jamás se da una información sin mencionar con exactitud y detalle el origen de la misma. No entendían cómo se podía hacer periodismo sin el cumplimiento de esa regla sagrada para ellos. Distintos pueblos, distintas idiosincrasias.

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