En mis 32 años en la televisión participé como responsable periodístico o como director general, en siete programas electorales presidenciales, en ocho municipales, en dos asambleas constituyentes y en uno sobre la elección de autoridades regionales.
Los canales “grandes” acostumbran poner toda su organización, capacidad periodística, económica y operacional para la cobertura de dichos eventos. Saben que éstos no resultan rentables en términos financieros -es un gran éxito si la publicidad cubre los gastos- pero son muy importantes para el prestigio e influencia de dichos canales en el medio político.
Estos programas se preparan con meses de anticipación. Se contempla y resuelve asuntos que van desde el diseño escenográfico de los estudios, la contratación de la agencia especializada en encuestas, la adaptación de la última tecnología en equipos informáticos, hasta la provisión logística de refrigerios y bebidas para los centenares de participantes.
Cuatro Momentos
La experiencia nos enseñó que estas coberturas tienen cuatro momentos básicos:
a) Enteramente periodística, desde el comienzo de la transmisión hasta el cierre de la votación;
b) Puramente informática, desde el “flash electoral” y las encuestas “exit poll” (ahora llamadas a “boca de urna o de ánfora”);
c) Nuevamente periodística, hasta las proyecciones definitivas en base a los resultados reales de las mesas seleccionadas para la muestra del voto rápido;
d) La cobertura de las reacciones y celebraciones de los competidores.
La mayor capacidad tecnológica de la televisión -gracias a sofisticadas unidades móviles y sistemas livianos de conexión satelital llamados “fly away” y al aprovechamiento de Internet en el lenguaje IPTV- ha permitido con el paso de los años, que la actividad periodística sea cada vez más “en vivo” desde los más distantes lugares.
En Panamericana fuimos los primeros en hacer uso espectacular de esas facilidades tecnológicas. Por ejemplo, cuando logramos entablar una conversación entre los candidatos momentos antes de la votación, o cuando hicimos la cobertura simultánea de votaciones coincidentes en la hora, o cuando logramos captar la reacción inmediata de un candidato ganador en cuanto dimos el flash electoral.
Logro Espectacular
Esto último ocurrió con la primera elección provincial del alcalde Andrade, a quien teníamos en exclusiva en un lugar desconocido para los colegas de los otros canales. Ellos esperaban en las afueras de la casa de Andrade y no se dieron cuenta de que escondido en la maletera de un vehículo que abandonó la residencia, el candidato salió rumbo a su fábrica donde lo esperaba nuestra unidad móvil.
En esas elecciones tuvimos a Andrade por enlace de microondas y a Alex Kouri -elegido por el Callao- en nuestros estudios. Fueron primicias que desesperaron a nuestra competencia. Este programa fue el último que dirigí en Panamericana, nunca más los canales han podido repetir tal éxito periodístico.
La Experiencia Dramática
Pero no todo fue felicidad en los programas que participé. Hubo momentos dramáticos y hasta desesperados, tal como sucedió en la elección municipal de 1989. Debido a nuestro incontrolable deseo de batir en cada programa electoral marcas de espectacularidad tecnológica, decidimos en esa oportunidad contar con tres fuentes de datos electorales y difundirlos en las pantallas de televisión, en lo que ahora se llama “tiempo real”.
Para hacerlo posible, Panamericana contaba con una computadora especializada para exhibición de datos e imágenes en televisión, que había costado 120 mil dólares. Contratamos a un ingeniero francés para que hiciera posible esta maravilla. Pero fallaron las conexiones – más de uno habló de sabotaje- y el ingreso de los datos a la costosa computadora no se produjo tal y como se había planeado. Todo ello ocurrió en pleno programa, cuando la competencia ya estaba dando los datos. El ambiente se volvió tenso y acalorado. Le reclamé airadamente al francés, pero la reacción de éste fue desmayarse y caer al suelo en el mismo centro de control del programa. Una ambulancia se llevó al pobre ingeniero a un hospital.
Nuestro propio personal resolvió el problema de la alimentación de la computadora de una manera más indirecta y pudimos terminar más o menos airosamente. Lo cierto es que cuando exhibimos nuestros datos, lo hicimos con una espectacularidad que nunca se había visto en la televisión. Lamentablemente no con la rapidez que habíamos planeado. Quise adelantarme algunos años a lo que ahora es fácil y sencillo con los nuevos sistemas informáticos.