Jaime Bayly ha anunciado su intención de ser candidato a la Presidencia de la República…pero también que su programa “El Francotirador” enfocará la próxima coyuntura electoral. Es decir, siendo candidato seguirá al frente de un programa que, precisamente, abordará los temas y personajes de la política. En otras palabras, que en su espacio televisivo hará juicios de valor sobre las agrupaciones y candidatos con los que competirá.
De ser así – y Frecuencia Latina lo permite- Bayly estaría incumpliendo lo que es una tradición ética en el periodismo mundial: todo hombre de prensa que se lanza a la arena política como candidato debe o renunciar a su medio o, licencia de por medio, alejarse de él por el tiempo que demande la pugna electoral.
Y la razón es muy simple: de seguir en su medio, especialmente en el televisivo que es el de mayor impacto en la opinión pública, se pondría en grave riesgo los principios periodísticos de objetividad, imparcialidad y veracidad que deben respetar tanto el periodista como el medio mismo. Y, con ello, debilitar significativamente la credibilidad, esencia y aspiración de toda gestión periodística.
Dos ejemplos
Ejemplos hay muchísimos en el mundo, como el de Patrick Buchanan, conductor fundador del famoso programa “Crossfire” de la cadena CNN, quien en 1992 y 1996 se alejó del espacio para participar- sin éxito- como candidato en las elecciones primarias del Partido Republicano. La CNN sostuvo que la candidatura de su estrella periodística afectaba su línea editorial independiente.
En el Perú, en 1985 sucedió algo parecido en Panamericana Televisión, cuando Héctor Delgado Parker fue nombrado como asesor del presidente Alan García. El directorio de la empresa obligó al codueño y fundador a solicitar licencia mientras desempeñara esa labor política. Y la decisión fue hecha en un documento público, en el que se confirmaba la independencia del Canal.
¿Aspiración política o recurso publicitario?
Quienes conocen bien a Jaime Bayly dudan de que la candidatura sea, finalmente, una realidad. Más aún, lo interpretan como uno de los efectivos recursos promotores a los que frecuentemente acude el destacado periodista y escritor. Para muchos, Bayly se ha convertido en un eximio propagandista de sí mismo. Una de sus manifestaciones es mantenerse en los titulares por sus implacables comentarios contra familiares y antiguos amigos. En su último artículo en Perú 21, por ejemplo, ataca nada menos que a Mario Vargas Llosa con términos increíbles.
Como veterano profesional de la televisión, el “Tío Terrible” sabe que su programa permanecerá en el aire mientras tenga sintonía -rating- y, por lo tanto, aprovechará toda circunstancia y pretexto para promover el interés del público. Tiene que justificar los costos y dejar un margen de utilidad a la empresa por la publicidad que atraiga.
Bayly sabe que si deja la tribuna insuperable de la televisión perderá en gran medida popularidad y presencia, como le ha sucedido a él mismo en algunas etapas de su trayectoria televisiva. Con seguridad, recuerda más de un caso ocurrido en el país, con destacadas personajes del ambiente nacional, otrora autoridades periodísticas de gran influencia.