La información o significado (las ecuaciones de la física, por ejemplo), puestas en un algoritmo (lenguaje computacional) permiten “simular” el fenómeno físico. Hay que preguntarse ¿De dónde viene la información? En una cadena de ADN ¿De dónde vino la información para esa organización? ¿Cómo “sabe” el ADN el momento para replicarse? El “software” (información) del ADN ¿se hace cada vez más complejo, o siempre fue así? ¿Será posible llegar a elaborar un programa computacional para secuenciar un conjunto de átomos y dar origen a un ADN deseado?
Allí está el misterio. La fuente de la información es “Dios”, según algunos. Habría que preguntarse ¿Dios es fuente de información inagotable que aumenta día a día o, la información estuvo ya desde el principio y lo único que nos queda es sólo averiguarla? La separación de la información y su fuente es el problema. ¿Cuál es la fuente de la información? ¿Tiene la información existencia propia separada de la fuente?
Las ciencias fácticas, cuya esencia de su método es la experimentación, están a la caza de la información y la buscan en las entrañas de la “naturaleza” Pero la única forma de cómo la hacen, es “introduciéndole” sensores, pero, a la vez perturban a esta naturaleza, y se les hace imposible conocer la “verdadera información”. Con los sensores, solamente tienen acceso a la información de una “naturaleza distorsionada”. Un mas menos de incertidumbre. ¿Podrá ser posible, con otro método, diferente al experimental, acceder a la información, tal que sea revelada sin sufrir tal distorsión por los “sensores” de los experimentos?
El lenguaje, no es el instrumento, que fielmente permita expresar los pensamientos. Si digo “perro”, nadie dudará a que me estoy refiriendo. Pero si digo Dios ¿Qué cosa realmente uno entiende por Dios? ¿Será el anciano blanquecino de barba larga y pelo grande, que se ilustró en nuestro primer libro de religión del programa educativo de la escuela? ¿Será, acaso dios, esa información que está metida en “la naturaleza” y que tanto ansiamos escudriñar? Por eso, es algo muy complicado llegar a un acuerdo. No olvidemos que el cerebro humano, funciona con los mismos mecanismos que los animales (instinto de supervivencia), y con las mismas “herramientas experimentales”, es decir, la información llega a través de los sentidos, que son “sensores” que “perturban la naturaleza”. Solamente una pequeña parte, parece, tiene la capacidad de recibir y procesar información que “llega directamente” al cerebro sin pasar por los “sentidos normales”.
La intención humana es extraer toda la información de la “naturaleza”. Pero se ha topado con el dilema físico que “para tener toda la información de la naturaleza, debe quedarse sin naturaleza, es decir destruirla” Ante esta disyuntiva, solamente se atisba a plantear que la “información puede transformarse en materia” y en consecuencia “la materia también puede transformarse en información” y por tanto, estos dos entes son “inseparables”. Un tanto, parecido a como en un tiempo atrás, la concepción era, que la energía estaba separada de la masa. Mucho después, se ha visto, en estos dos entes “una dinámica, la una transformándose en la otra y viciversa”
El instinto por la supervivencia, de proveerse de los alimentos diarios para vivir, nos lleva a la actuación del cerebro puramente emocional, siendo la gran traba para liberar el cerebro racional. Por ejemplo, puedo estar escribiendo, en este momento, pensando “en quedar bien, con quién me da el sustento, o por halagar a quién me defiende”. Allí solamente estaré haciendo funcionar mi cerebro emocional. Es muy difícil, razonar correctamente, en tales condiciones. Por eso, es muy extendida la práctica de la manipulación incentivando “la necesidad instintiva”. Ninguna información será “revelada” por la naturaleza, en estas condiciones. Muchos hombres, obtuvieron la información revelada meditando, en hermosos jardines y en contacto con la naturaleza ¿En que lugares Einstein hizo sus mejores aportes?
Otro ambiente, de mayor afectividad, donde florezca la paz, la libertad y la contemplación a la naturaleza, permitirá “adormecer” el cerebro emocional. Estas son las condiciones apropiadas para entrar en funcionamiento el cerebro racional. Esa es la misión de quienes aspiran acceder a la información “escondida en la naturaleza y la sociedad” y es la misión de las instituciones que aspiran al desarrollo, como una universidad.