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Flavonoides: nuestra alimentación puede definir nuestra salud psicológica

Cuando por cuestiones didácticas hablamos de “salud psicológica” y “salud física” caemos automáticamente en el riesgo de dividir algo que en realidad es indivisible. Anteriormente en verdad creíamos que ambas cosas eran diferentes, como si fueran continentes distintos, separados por un océano, como si estar parado en uno implicara no estar parado en el otro. Aun hoy en día muchos profesionales trabajan de acuerdo a esa perspectiva.

Y es que en realidad no hay una verdadera separación entre la salud física y la salud psicológica, no son continentes separados, el estar parado sobre uno necesariamente significa estar parado sobre el otro, porque, insisto, no hay separación real, en el fondo son la misma cosa.

Pues bien, entrando en materia, aquí quiero utilizar el tema de la alimentación en general, y de los flavonoides en particular, no solo para compartir con ustedes lo que se dice o lo que se ha encontrado en el campo de la ciencia, sino para ejemplificar cómo algo considerado “físico”, como es la alimentación, tiene implicancias directas sobre la salud psicológica de la persona.

¿Qué son los flavonoides?

Los flavonoides son compuestos presentes en frutas, verduras y bebidas como el vino, el té o los jugos de frutas. En pocas palabras son compuestos presentes en alimentos vegetales, en unos más que en otros.

Algunos datos sobre cómo los flavonoides afectan positivamente la psicología de las personas

  • Los flavonoides protegen al cerebro de las toxinas que puede generar el propio organismo y que tienen una participación importante en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el mal de Parkinson o el síndrome de Alzheimer.
  • Los procesos neuroinflamatorios también tienen participación en la generación de enfermedades neurodegenerativas y también en lesiones neuronales asociadas con los accidentes cerebrovasculares, conocidos comunmente como “derrame cerebral”. Resulta que los flavonoides atenúan los procesos neuroinflamatorios, convirtiéndose en factores protectores frente a estos problemas de salud.

  • En el año 2007 se publicó la siguiente investigación (ver referencia abajo): en 1990 se tomó una muestra de 1640 personas adultas de 65 años o más, sin demencia. Se determinó el nivel de flavonoides en la ingesta de los participantes y se los dividió en cuatro grupos, del más bajo al más alto consumo. Posteriormente se evaluó su rendimiento cognitivo (memoria, percepción, aprendizaje, etc.) en cuatro ocasiones en 10 años para ver su evolución y el nivel de deterioro. Se vio que, ya desde el inicio de la investigación, las personas de los grupos que más flavonoides tenían en su ingesta tenían a su vez mejor rendimiento cognitivo que los grupos que tenían menos nivel de flavonoides en su alimentación. Al final de la investigación el grupo de más baja ingesta de flavonoides había sufrido un deterioro mental 40% mayor que el grupo de más alta ingesta.
  • Como se puede ya sospechar a partir del punto anterior, los flavonoides favorecen el aprendizaje y la memoria, tanto la de corto plazo, como la de largo plazo. También se ha visto que favorecen la memoria espacial y la memoria de reconocimiento de objetos.
  • Los flavonoides previenen o retrasan los procesos naturales de deterioro mental o de demencia asociadas con el envejecimiento.
  • Los flavonoides aumentan la neurogénesis, que es la capacidad que tiene el sistema nervioso para generar nuevas neuronas.
  • Los flavonoides tienen la capacidad de aumentar el flujo sanguíneo cerebral, lo que muy posiblemente signifique que tienen el poder de incrementar las sinapsis entre las neuronas, entre otros beneficios.

Adentrándonos más en el terreno emocional

Hasta aquí todo parece muy “neurológico”. Se ve cómo la alimentación tiene relación íntima con nuestra memoria, nuestra capacidad de aprender, con la velocidad de nuestro envejecimiento y nuestro deterioro, y con nuestra salud neurológica. Ahí vemos cómo lo psicológico y lo físico se funden en un solo punto, pero vamos a intentar adentrarnos aun más en lo psicológico, dirigiéndonos a nuestras emociones, a cómo nos sentimos. Para esto pongamos algunos ejemplos sencillos:

Ejemplo 1: pérdida de capacidad de trabajo

Si tenemos a una persona que a los 65 años empieza a olvidar los sucesos o los datos, ya no aprende igual las cosas nuevas que la realidad le va presentando, se distrae, comete errores, pierde velocidad, podemos decir que esta persona no solo está sufriendo las consecuencias del deterioro asociado con la edad, sino que podemos ir más allá: está perdiendo capacidad de trabajo. Al perder capacidad de trabajo puede empezar a perder ocupaciones, metas, retos, perspectiva de futuro. Entonces tenemos un caldo de cultivo perfecto para que la depresión se abalance sobre esta persona, y si ya la tiene encima (cosa que no sería rara, dado el nivel altísimo de incidencia de este mal en el mundo de hoy), lo que tendríamos sería una depresión haciéndose cada vez más poderosa, más fuerte, más abrumadora, haciendo más infeliz a la persona. La depresión, además de hacer infeliz a la persona, provocaría también que los procesos de deterioro se aceleren aun más, generando un círculo vicioso.

Este ejemplo que estoy poniendo es clásico. Se ve muchísimo. De hecho, hay una gran incidencia de cuadros depresivos en personas de la tercera edad, justamente por esta razón.

Ahora supongamos que esta persona está en el grupo de más alto consumo de flavonoides de la investigación que cité más arriba. Probablemente esta persona no pierda su capacidad de trabajo a los 65, ni a los 70, ni a los 75. La depresión, la tristeza, el malestar, el malhumor, la cólera que genera, no le afectará de la misma manera y tendrá bastantes más años de capacidad de trabajo y, por tanto, bastantes más años para evitar que la depresión asociada a este asunto se le eche encima.

Ejemplo 2: Parkinson, Alzheimer, derrame cerebral

Supongamos que a una persona le sucede cualquiera de estas tres desgracias. ¿Esa persona estaría feliz y en estado de bienestar? Obviamente no, se deprimiría, sería infeliz y, si no hay una intervención profesional adecuada, este malestar e infelicidad sería permanente, particularmente en los casos graves. A esto podemos agregarle el hecho de que la familia del paciente también tendría mayores riesgos de desarrollar problemas de depresión, de ansiedad o de relación entre los miembros, estando en conflicto entre ellos o sintiéndose tristes, furiosos, preocupados o asustados por la situación tan penosa por la que estarían pasando.

Ejemplo 3: altas capacidades cognitivas

Un ejemplo más alentador: tenemos a una persona adulta, de mediana edad, altamente productiva, muy hábil, sana, bien alimentada, con mucha capacidad de aprendizaje, flexible frente a los cambios, adaptable. La probabilidad de éxito profesional, social, afectivo, incluso amoroso de esta persona evidentemente está incrementada. No vamos a afirmar que será exitoso, porque evidentemente hay más factores en juego, pero sí que sus probabilidades están aumentadas. Por tanto están aumentadas también sus probailidades de que viva satisfecho, contento y tranquilo, en bienestar.

Recomendaciones

Las recomendaciones saltan por sí solas. Veamos algunas que podríamos sacar:

  • El cuerpo y la psicología de la persona son en realidad lo mismo. Intentemos hacer el esfuerzo de pensar en ambas cosas como lo que son en realidad: una unidad. Cuidando nuestro cuerpo cuidamos nuestras emociones, nuestro ánimo, nuestra psicología. Cuidando nuestras emociones, nuestra psicología, cuidamos también nuestro cuerpo. Podemos afirmar lo mismo si cambiamos ese “cuidando” por un “descuidando” o “maltratando”.
  • Hay que comer muchos vegetales. A los niños no hay que acostumbrarlos a rechazar lo vegetal dándoles productos adictivos como exceso de dulces, harinas, refinados, grasas y carnes que, por comparación, seducen el gusto de los niños, que acaban rechazando todo lo vegetal, provocando que su sistema nervioso, entre otras cosas, se vea afectado, debilitado y con mayores riesgos de presentar problemas.

Referencias

L. Letenneur, C. Proust-Lima, A. Le Gouge, J. F. Dartigues, P. Barberger-Gateau (2007). Flavonoid Intake and Cognitive Decline over a 10-Year Period. American Journal of Epidemiology. Volume 165, Issue 12, 15, June 2007, Pages 1364–1371. Online: https://academic.oup.com/aje/article-lookup/doi/10.1093/aje/kwm036.

David Vauzour, Katerina Vafeiadou, Ana Rodriguez-Mateos, Catarina Rendeiro, Jeremy P. E. Spencer (2008). The neuroprotective potential of flavonoids: a multiplicity of effects. Genes & Nutrition. December 2008, Volume 3, Issue 3–4, pp 115–126. Online: https://link.springer.com/article/10.1007/s12263-008-0091-4.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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La obesidad reduce la memoria y el aprendizaje

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La insulina es una hormona, producida por nuestro organismo, que tiene una función muy importante en el metabolismo de los nutrientes.

La insulina también incrementa la plasticidad de nuestro sistema nervioso, que determina su capacidad para modificar las conexiones entre las neuronas, lo que, a su vez, determina nuestra capacidad para aprender, para formar nuevas memorias, para recuperarnos de daños, para ser flexibles y para adaptarnos según más nos convenga a las distintas realidades que se nos presentan.

La obesidad y su relación con la insulina

Pues bien, se ha visto que, en los casos de obesidad, se forma la llamada “resistencia a la insulina”, lo que, entre otras muchas cosas, afecta la neuroplasticidad de la persona, estableciendo una limitación o incluso pudiendo generarle problemas cognitivos (Hallschmid et al., 2008).

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Evidencias experimentales

Ahora bien, esto no solo se ha visto en seres humanos. Se ha visto que animales de experimentación que habían sido alimentados con mucha grasa, presentaron una significativa reducción de la neuroplasticidad en el hipocampo. Esto permitiría afirmar que las dietas hipercalóricas (ricas en grasas) afectan los procesos de memoria, aprendizaje y otros procesos cognitivos, al reducir la neuroplasticidad (Valladolid-Acebes et al., 2011).

Recomendaciones

Hay que evitar abusar de las grasas en nuestra dieta y en la de nuestros hijos. La comida chatarra, los snacks y los dulces comunes (porque sí existen snacks y dulces inocuos, solo es cosa de saber buscarlos o aprender a hacerlos) no solo pueden dañar nuestros cuerpos, sino también limitarnos mental o psicológicamente, si es que abusamos de ellos (si los consumimos con regularidad).

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Si tú o tu hijo sufren de obesidad, debe combatirse, consultar con profesionales de salud capacitados (médico, nutricionista) y seguir las recomendaciones, lo que implica estar abierto y dispuesto a cambiar algunos hábitos.

Referencias

Hallschmid, M., Benedict, C., Schultes, B., Perras, B., Fehm, H., Kern, W., Born, J., (2008). Towards the therapeutic use of intranasal neuropeptide administration in metabolic and cognitive disorders. Regulatory Peptides. Volumen 149 (números 1-3). Páginas 79-83.

Valladolid-Acebes, I., Stucchi, P., Cano, V., Fernández-Alfonso, M.S., Merino, B., Gil-Ortega, M., Fole, A., Morales, L., Ruiz-Gayo, M., Del Olmo, N., (2011). High-fat diets impair spatial learning in the radial-arm maze in mice. Neurobiology of Learning and Memory. Volumen 95 (número 1), páginas 80-85.

 

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Obesidad infantil: algunas dificultades de quienes la padecen

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Hay algo que es bastante obvio y basta con ver a un niño con obesidad intentando hacer actividades físicas para darnos cuenta: en la obesidad infantil es fácil que haya un menor desarrollo de las habilidades motoras. Esto, al combinarse con el sobrepeso y el poco desarrollo muscular, produce dificultades para realizar actividades físicas. Como decía, esto puede ser obvio y es fácilmente detectable por cualquiera de nosotros. De hecho, muchos recordaremos al gordito de la clase siempre quedándose atrás en los ejercicios de educación física.

Lo que quiero resaltar es que no solo se trata de lo difícil que es para el niño mover un cuerpo tan pesado, sino que su sistema nervioso puede presentar un déficit en cuando al desarrollo de sus habilidades de movimiento, lo que va más allá de un asunto meramente mecánico; aquí estarían involucradas cuestiones de desarrollo cerebral. Si la obesidad o el sobrepeso gobiernan durante su desarrollo infantil y adolescente, por más que regule su peso en la adultez, podría ya cargar con un menor desarrollo, lo que naturalmente le generaría una serie de desventajas.

Bajos niveles de factor neurotrófico derivado del cerebro

El ejercicio físico aumenta la síntesis de una proteína que se conoce como “factor neurotrófico derivado del cerebro” (sí, vaya nombrecito). Esta proteína actúa en el proceso de crecimiento del sistema nervioso (conocido como neurogénesis), en la supervivencia de las células nerviosas y en la plasticidad neuronal, de tal manera que es una proteína clave, fundamental para la salud de las personas.

Pues bien, se han detectado niveles bajos del factor neurotrófico derivado del cerebro en las personas obesas. Eso quiere decir que el sistema nervioso de las personas obesas presenta una desventaja importante. Por eso es que los niños obesos presentan con más facilidad un pobre desempeño escolar, al parecer por una disminución de sus capacidades de atención y de memoria, así como una neuroplasticidad afectada.

Recomendaciones

Aquí las sugerencias caen por su propio peso: es importante cuidar la alimentación de los niños, no abusar de sustancias que producen sobrepeso, buscar encontrar placer gustativo en platos o comidas que sean saludables. Lamentablemente esto es difícil en nuestra sociedad. Poder disfrutar de un dulce sano significa ir a comprarlo a lugares especiales o aprender a hacerlo en casa. Tristemente, esto no lo vamos a encontrar en la bodega de la esquina o en el fast food de más allá. Sin embargo, vale la pena el esfuerzo o al menos pensar en esto.

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Es importante también cultivar la actividad física en los niños, desde chiquitos; y esto implica jugar con ellos físicamente desde muy temprano. Hay que pasar tiempo con ellos y moverse con ellos para evitar el desarrollo del sedentarismo. Un niño que se siente desatendido por sus papás, se va a sentar a jugar con el celular o la tablet o la consola de videojuegos, y, como estas cosas son adictivas, se puede quedar ahí sentado de por vida. Eso se llama sedentarismo, y el sedentarismo llama al sobrepeso y a la obesidad.

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Si ves que tu hijo está gordo, con sobrepeso o ya lo ves obeso, atiéndelo, tómalo como un problema de salud (tal y como tomarías como un problema de salud si tu hijo te dice que le duele la muela). Habla con él para atender el asunto, luego consulta al médico y tomen las medidas necesarias.

Bueno, esto definitivamente toca a los papás otra vez: ¿no sería raro llevar a consulta a tu hijo con sobrepeso estando tú con sobrepeso? Sí, si ves a tu hijo con sobrepeso y tú también lo estás, habría que tomarlo como un “hay que hacer algo… nosotros, tú y yo”. Hay que recordar que los papás marcan el camino, son el ejemplo, los chicos siempre están viéndolos, son sus modelos; de tal manera que si tu hijo encuentra coherencia entre tus palabras, tus acciones y tu propia vida, él lo va a saber notar, y te va a seguir, tal vez a su manera, pero te seguirá y serás su mentor a mucha honra.

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Referencia

Taras, Howard y Potts-Datema, William (2005). “Obesity and Student Performance at School”. En: Journal of School Health. Volumen 75. Número 8. Páginas 291-295.

 

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El ejercicio físico y el cerebro

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Desde fines del siglo pasado hasta el momento se han acumulado muchas evidencias, tanto en humanos como en animales, de que el ejercicio físico beneficia las funciones cerebrales, al cerebro mismo y al sistema nervioso en general.

Es así que si desde la niñez se lleva un estilo de vida físicamente activo, se puede prevenir o retrasar el declive de las funciones cerebrales (memoria, aprendizaje, por ejemplo) que normalmente trae el envejecimiento.

¿Cómo así?

La actividad física beneficia al sistema nervioso de muchas maneras. Aquí voy a presentarles solo una de ellas: el ejercicio físico aumenta la síntesis de una proteína que se conoce como “factor neurotrófico derivado del cerebro” (sí, un nombre algo especial). Esta proteína actúa en el proceso de crecimiento del sistema nervioso, en la neurogénesis, en la supervivencia de las células nerviosas y en la plasticidad neuronal, de tal manera que es una proteína clave, fundamental.

Esta información salió publicada en un artículo titulado “Exercise Impacts Brain-Derived Neurotrophic Factor Plasticity by Engaging Mechanisms of Epigenetic Regulation”, publicado en el European Journal of Neuroscience en febrero del 2010.

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Recomendaciones

Hay que mantenerse físicamente activo. Los adultos podemos prescindir, aunque sea algunas veces, del automóvil o del transporte público o de los taxis para caminar o para dar un paseo. Si se puede o se desea practicar algún deporte, mejor.

A los niños (y especialmente a ellos) también hay que mantenerlos físicamente activos, que elijan practicar algún deporte o actividades al aire libre, que hagan algo con su cuerpo, lo que quieran, y para ello es necesario que los papás tomen esto como una necesidad y ellos mismos empiecen a estimularlos desde muy pequeñitos. No sería bueno que los niños crezcan jugando únicamente sentados o echados manipulando celulares.

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Referencia

Gomez Pinilla, F., Zhuang, Y., Feng, J., Ying, Z., Fan, G. (2010). Exercise Impacts Brain-Derived Neurotrophic Factor Plasticity by Engaging Mechanisms of Epigenetic Regulation. European Journal of Neuroscience. 33 (3), 383-390.

 

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¿Por qué el cerebro humano necesita el arte?

El arte muchas veces es ninguneado, especialmente cuando se ve su relación con la formación de los niños y adolescentes. También muchos adultos lo reducen a mero entretenimiento, a ir al cine a ver alguna película fastuosa o a ir a algún concierto de música popular.

Sin embargo, el arte es importantísimo para el desarrollo de los menores y para la salud de los mayores, que no por gusto la actividad artística ha estado acompañándonos desde que el ser humano apareció en este mundo.

¿Por qué el cerebro humano necesita el arte?

Esto lo escribo a raíz de un artículo interesante que encontré en Escuela con Cerebro, un blog dedicado a temas de neurociencias y educación. El artículo precisamente se llama así: “¿Por qué el cerebro humano necesita el arte?“. Este artículo tiene bastante información condensada de investigaciones científicas que abordan la importancia del arte en la educación de los niños y adolescentes.

Un ejemplo: la música

En una entrada anterior habíamos comentado la importancia de la música en la salud de las personas. En otra entrada habíamos hablado de cómo el sistema nervioso, al no utilizar sus capacidades empieza a perderlas por desuso.

Pues bien, en el artículo que he citado, se comparte un vídeo en el que claramente se ve cómo se relacionan ambas cosas. Prácticamente toman al músico Sting y lo ponen a componer música mientras le hacen una resonancia magnética. Resultó que la actividad musical ponía en acción todo su cerebro. Aquí dejo el vídeo:

Y si quieren ver sólo la parte de Sting, pueden seguir este enlace:

https://youtu.be/yzQGr7MGYlI?t=2m36s

Finalizando

A modo de conclusión, en la educación de los chicos no todo es deportes y matemáticas, el arte es un gran aliado, y además es necesario. Se puede tomar en cuenta esto incluso al elegir colegio para los niños de inicial. Hay colegios que usan mucho arte y otros que lamentablemente no. Se puede tomar esto como un criterio más en la elección.

 

Estrés crónico y muerte neuronal

El estrés crónico en el niño pequeño le provoca pérdida de neuronas, especialmente en un área del encéfalo llamada hipocampo. Ésta área tiene varias funciones; por ejemplo, juega un papel importante en los procesos de memoria.

Cortisol, hormona del estrés

¿Por qué sucede esto? Se ha visto que el estrés provoca que el organismo libere una hormona llamada cortisol. La segregación excesiva de esta hormona es la que provoca la pérdida de neuronas debido a los cambios fisiológicos que genera en el organismo.

Niños sobre exigidos

Así que es importante pensar qué pasa con los niños a los que desde muy pequeños se les somete a situaciones excesivamente demandantes, por ejemplo, académicas o de rendimiento, o a situaciones no recomendadas o no deseadas, como trabajo infantil, cuidado de hermanos pequeños, hacinamiento, falta de recursos básicos, falta de sueño, o a situaciones de maltrato físico o psicológico o a experiencias de abuso sexual.

Por ejemplo, si usted es padre o madre y cree que por someter a sus hijos a una sobre exigencia les van a enseñar a ser mejores, se le sugiere tomar en cuenta la posibilidad de que su comportamiento pueda estar provocando precisamente el efecto contrario, afectando y dañando físicamente su sistema nervioso, del que depende todo su rendimiento presente y futuro en toda actividad que vaya a realizar.

El punto medio entre la sobre exigencia y la irresponsabilidad

Pero cuidado, estamos hablando de una “sobre exigencia”. No estamos hablando de exigir lo necesario. Aquí es importante que los papás sepan diferenciar en qué momento las exigencias para con sus hijos pasan a ser excesivas o cuando más bien son muy bajas. Si hay dudas o desacuerdos al respecto, es necesario consultar con profesionales, absolverlas y aplicar las recomendaciones.

 

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Neurogénesis en adultos: un aliado frente al envejecimiento

Todavía hay mucha gente que cree que una vez que las personas somos adultas no producimos células nerviosas, especialmente neuronas. Pero en realidad se sabe que los adultos sí podemos hacerlo, lo que significa que nuestras capacidades y posibilidades no necesariamente tienen que ir siempre cuesta abajo a medida que pasan los años.

Si bien es un tema en constante debate, hay investigaciones científicas que afirman que el ejercicio físico y el ejercicio de actividades relacionadas con el lenguaje (lectura, escritura, habla, idiomas, etc.) ayudan o estimulan la neurogénesis.

De esta manera podemos rescatar una serie de actividades que es recomendable realizar de forma constante: ejercicio físico, práctica de deportes, relacionarse con personas, escribir, leer, escuchar, dialogar, comunicarse en general, evitar el aislamiento. Así nuestro sistema nervioso estará activo y alentado a seguir desarrollándose, retrasando la vejez, la decadencia y la pérdida de habilidades asociadas con el paso de los años, y mejorando nuestra calidad de vida.

 

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La música: aliada de la salud física y mental

Esta entrada fue publicada originalmente en Rumbo Norte en noviembre del 2012.

 En un artículo titulado “Música y neurociencias”, los autores mencionan que a raíz de las investigaciones se ha propuesto que la música, a pesar de no ser necesaria para sobrevivir, sí “puede ser significante para mantener una salud física y mental” (ver referencia, página 163).

Escuchar música (respetando a los demás, por supuesto) puede, por tanto, ser un factor importante para mantener la salud de las personas, y hay quienes dicen que también de los animales y de las plantas. Efectivamente, algunas personas afirman que poniendo música suave en el lugar donde están las plantas, éstas tienden a crecer más fuertes, vitales y frondosas.

Para los niños y adolescentes

– Si su hijo manifiesta deseos de aprender a tocar algún instrumento, de cantar o de bailar, podemos aplicar lo mismo que mencionamos en una entrada anterior acerca de los deportes: aproveche la oportunidad de que su hijo se interesa por algo que le hará bien y concédale el deseo, sin condicionarlo a las buenas notas o al buen comportamiento. Si su hijo le toma gusto a un instrumento o al canto, no sólo escuchará mucha música, sino que también la hará él mismo, generándole muchos beneficios a su desarrollo, por la cantidad de habilidades que tendrá que poner en marcha para interpretar, ejecutar o incluso componer.

En el caso de la danza, del mismo modo, la cantidad de funciones que la persona debe desplegar para la ejecución y la interacción con la música le otorgarían, con la práctica, otros tantos beneficios. Además, con la danza, las personas realizan trabajo físico, lo que ya de por sí es muy valioso para la salud física y mental.

– Si usted es padre o madre y sabe tocar algún instrumento. Ofrézcale a su hijo aprender a tocar para hacer música juntos. Si su hijo o hija se anima y llegan a establecer una práctica, la relación entre ustedes podría mejorar notablemente o mantener sus niveles óptimos, además de aplicarse las mismas ventajas que se mencionaron en el punto anterior.

– Lo mismo que se mencionó acerca de la lectura en otra entrada, se aplica para la música. Nunca se debe obligar a un niño o adolescente a practicar música, canto o danza. La persona debe hacerlo porque lo desea. La obligación puede hacer que el niño o adolescente crezca sintiendo rechazo a una actividad buena.

Para los adultos y adultos mayores

– Si usted es adulto y desea retomar su práctica, hágalo sin pensarlo mucho. Le hará mucho bien.

– Si usted es adulto y no sabe tocar ningún instrumento, ni cantar, ni bailar, pero siente deseos de aprender alguna de estas disciplinas, no se desanime. Hay muchas personas que han empezado siendo mayores y han reportado beneficios significativos para su salud, además de satisfacer su deseo y pasarla muy bien con su nueva actividad. Si sus papás no pudieron dárselo siendo niño, podría pensar en dárselo usted mismo ahora que es adulto.

Referencia

Masao, Ricardo; Martínez, Alma; Vanegas, Mario (2010). “Música y neurociencias”. En: Archivos de Neurociencias. Volumen 15. Número 3. Julio – septiembre 2010. Páginas 160 – 167.

 

Diego Fernández Castillo
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La falta de sueño adecuado y sus efectos sobre el aprendizaje y la memoria

Ilustración: Lucía Fernández

La falta de sueño adecuado o de horas de sueño puede afectar muchas áreas de la salud de las personas. Acá sólo mencionaremos dos:

1) La capacidad de aprendizaje en general.

2) La capacidad para formar nuevas memorias: es decir, los recuerdos antiguos permanecen intactos, pero la persona puede ver menoscabada la capacidad de su sistema nervioso para registrar los nuevos acontecimientos o aprendizajes y fijarlos de tal forma que se formen recuerdos de sucesos recientes.

Estas dos áreas son de vital importancia para todas las personas de todas las edades, ya que aprendizaje y memoria son procesos fundamentales en casi todas las actividades que desempeñamos.

Para un niño o adolescente, por ejemplo, determinará su rendimiento académico, mientras que para un adulto determinará su rendimiento o productividad laboral, así como para un adulto mayor determinará la velocidad del deterioro producto del envejecimiento, puesto que mientras su sistema nervioso siga siendo capaz de aprender y de acumular experiencia, permanecerá activo y ejerciendo resistencia al paso natural del tiempo.

Cómo dormir

Aquí son importantes dos cosas: un sueño adecuado y un número adecuado de horas de sueño. Un sueño adecuado tiene que ver con dormir en un espacio tranquilo, oxigenado, sin hacinamiento, sin interrupciones excesivas y sin exposición a aparatos electromagnéticos. Lo ideal es que se pueda dormir de corrido, tal vez interrumpiendo sólo para ir al baño una o dos veces para luego continuar descansando.

Con respecto al tiempo, lo ideal es dormir entre 7 y 9 horas diarias, dependiendo de las necesidades de cada persona; salvo excepciones, no menos ni más.

Referencia

Hagewoud, Roelina; Havekes, Robbert; Novati, Arianna; Keijser, Jan N.; Van Der Zee, Eddy A.; Meerlo, Peter (2009). Sleep deprivation impairs spatial working memory and reduces hippocampal AMPA receptor phosphorylation. En: Journal of Sleep Research. Volumen 19. Número 2. Junio 2010. Páginas 280 – 288.

Puedes leer este artículo en línea aquí.

 

Diego Fernández Castillo
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Neuroplasticidad positiva y neuroplasticidad negativa

Ilustración: Lucía Fernández

En la entrada anterior hablamos acerca de la neuroplasticidad o plasticidad neuronal. Esta propiedad natural de nuestro sistema nervioso puede jugar en nuestro favor o en nuestra contra, dependiendo de nuestras acciones.

Pongamos un ejemplo: un joven muy inteligente, con enormes posibilidades de desarrollo profesional egresa de la secundaria. Esto es lo que naturalmente se le dio, con estas capacidades vino al mundo, y hasta salir de la secundaria fueron desarrolladas y aprovechadas de manera adecuada.

Para decirlo de forma extremadamente simplificada, a este joven se le dan dos caminos extremos:

1) Desarrolla sus capacidades: por ejemplo, ingresa a una universidad y aprovecha esta etapa de su vida, con lo cual su sistema nervioso se fortalecerá y adquirirá habilidades nuevas y más complejas para desenvolverse en ámbitos especializados y de alto rendimiento.

2) Desaprovecha sus capacidades y las pierde con el tiempo: por ejemplo, adquiriendo una adicción que le impida especializarse, haciéndose expulsar de la universidad o repitiendo los ciclos y los cursos constantemente, drogándose y/o emborrachándose sistemáticamente con los amigos sin hacer nada más a conciencia.

En el primer camino, la neuroplasticidad en el sistema nervioso de la persona juega a su favor: sus células se unen entre sí en nuevas conexiones, arman nuevos circuitos, se generan nuevas neuronas, adquiriendo de esa forma nuevas capacidades y habilidades.

En el segundo camino, la neuroplasticidad juega en su contra. Sus redes neuronales se desconectan por el desuso, no se desarrollan las vías que anteriormente se habían aprovechado, las redes neuronales se debilitan, la persona no gana capacidades, sino que las pierde día tras día, sintiéndose a sí mismo cada vez más torpe, incapaz y poco inteligente.

Naturalmente, en la vida real las cosas no son tan simples. En la mayoría de casos veremos que las personas toman un camino intermedio entre estos dos extremos, pero de todas formas lo dicho puede servir para entender la idea esquemáticamente.

Factores que fortalecen la neuroplasticidad positiva

Actualmente se sabe que hay algunos factores que definitivamente fortalecen la neuroplasticidad positiva, animando a que nuestro sistema nervioso juegue a nuestro favor. Algunos de estos son:

– Actividad física – Educación – Nutrición adecuada – Interacción social

Factores que fortalecen la neuroplasticidad negativa

También se sabe algunos factores que más bien animan a nuestro sistema nervioso a jugar en nuestra contra. Algunos de estos son:

– Poca actividad física – Mala o pobre educación – Mala nutrición  – Mal estado de salud – Pocas horas de sueño

Para recordar

Aquí se tienen entonces cuatro cosas qué hacer y cinco cosas qué evitar; y esto vale para todas las personas, sean bebés, niños, adolescentes, jóvenes, adultos o adultos mayores. Piense en usted mismo y en sus hijos y cuente. ¿Lleva a cabo los cuatro factores positivos? ¿Cuál le faltaría o lleva a medias? ¿Lleva a cabo algunos de los factores negativos? ¿Cuáles serían esos?

La idea sería ver la manera de ir sumando los positivos e ir cancelando los negativos, tanto en usted como en sus hijos o en las personas que tiene bajo su cuidado.

Referencia

David E. Vance, PhD, MGS; Anthony J. Roberson, PhD, PMHNP-BC; Teena M. McGuinness, PhD, CRNP, FAAN; Pariya L. Fazeli, BA (2010). How Neuroplasticity and Cognitive Reserve Protect Cognitive Functioning. En: Journal of Psychosocial Nursing and Mental Health Services. April 2010 – Volumen 48 – Número 4: 23-30.

 

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