Archivo del Autor: Diego Fernández Castillo

Acerca de Diego Fernández Castillo

Soy psicólogo, psicoterapeuta de niños, adolescentes, adultos y parejas. Me licencié en psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Me formé como psicoterapeuta en el Instituto Guestalt de Lima y, posteriormente, en el Instituto Peruano de Terapia Cognitivo Conductual; y como terapeuta en la Asociación Internacional de Sintergética, a través de la Asociación Vía Ser Perú. Trabajo en Lima en mi consulta privada en el distrito de Miraflores, Lima, Perú.

Lo que NUNCA debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (5): retirarlo de tratamiento antes de que se le dé de alta

Esta entrada es difícil porque la mayoría de padres precisamente lo hacen: retiran a sus hijos antes de terminar el tratamiento.

Esto normalmente sucede porque la psicoterapia, al empezar a modificar los patrones de comportamiento del niño o adolescente, amenaza también con el equilibrio familiar. Esta amenaza, a pesar de que sea para mejor, lleva a los papás, muchas veces de forma inconsciente, a retirar a sus hijos de la psicoterapia con cualquier pretexto, la falta de dinero, la falta de tiempo, o cualquier otra razón.

Es poco común, al menos en mi experiencia, que los papás saquen a sus hijos de la psicoterapia debido a la aparente falta de resultados, aunque en realidad sería fácil caer en esto, ya que lamentablemente, la psicoterapia es un proceso de mediano o largo plazo. En términos de salud sería como una ortodoncia. En términos de educación, se parece a los procesos educativos normales, inicial (1 o 2 años), primaria (6 años), secundaria (5 años), universidad (de 5 a 8 años), instituto (3 años), maestría (1 o 2 años).

Digo “lamentablemente” porque sería muy deseable que los procesos de psicoterapia sean rápidos, de corto plazo. Tristemente esto no existe, lo cual también es comprensible: una persona, un niño o adolescente no puede ser “transformado” en 4 o 5 horas. Un niño de 5 años, tiene justamente eso, 5 años de vida tras de sí, más 9 meses de gestación. Sus patrones de conducta, sus sentimientos, todo lo que le hace sufrir, todo de lo que disfruta o aquello que lo satisface, no puede ser modificado en unas cuantas sesiones de 45 minutos, eso lindaría con la magia. Menos aun con un adolescente de 16 años o un adulto de 30 o 40.

Pero sí, los procesos de psicoterapia suelen ser más largos de lo que desearíamos, y eso definitivamente no ayuda a que los tratamientos culminen.

Sin embargo, creo que la razón que subyace a muchísimos de los procesos de psicoterapia interrumpidos es justamente la que mencioné: la psicoterapia conduce a un cambio no sólo en la persona que asiste al tratamiento, sino en toda su familia y entorno. Esto muchas veces es una amenaza, ya que inicialmente los papás sólo desean que la psicoterapia cambie a su hijo, mas no a ellos o a su modo de vida, lo que es poco realista, ya que lo más probable es que los malestares de sus hijos se deban precisamente a cómo viven sus papás.

Ya lo veo bien, ya está bien, ya no necesita

A veces los papás me han retirado al niño o adolescente de psicoterapia porque “ya lo ven bien”. Sin permitir que la psicoterapia consolide los logros. Esto es desperdiciar la enorme oportunidad que se tiene de que los logros se conviertan en algo duradero. Es muy posible que los niños o adolescentes retirados de esta forma, al no tener consolidados sus avances retrocedan tarde o temprano, más o menos como las recaídas terribles cuando uno se enferma de gripe o resfrío y se descuida antes de estar completamente recuperado.

Algunas veces los papás que hacen esto se lo dicen al terapeuta antes de proceder a terminar con la relación. Otras veces no lo dicen y simplemente dejan de llevar a su hijo. Ambas opciones son muy malas opciones, pero la peor es la última. Por lo menos en la primera le darán la oportunidad al terapeuta de darles las razones para que no lo hagan. Esto vendría a ser una recomendación profesional y lo lógico es seguirla.

Es como que tu médico te diga, “fulanito, tienes que tomar tus antibióticos por una semana”, y tú a los 3 días, como “ya estás bien”, dejas de tomarlos. Ya sabemos qué es lo que va a suceder después de semejante decisión. Lo mismo pasa con la psicoterapia, sólo que con el agravante de que encima lo estás haciendo con tu hijo.

Él ya no quiere venir

Otros papás retiran a sus hijos porque ellos se lo piden. Aquí la respuesta es bastante obvia. ¿Si tu hijo tuviera alguna enfermedad, tú lo dejarías de llevar al médico porque él te lo pide? Aquí lo que pasa es que, o los padres están gobernados por sus hijos, o eso de que “ya no quiere venir” vendría a ser un pretexto para evitar decir “yo no quiero que él siga viniendo”.

Situaciones reales

A veces, los papás efectivamente se ven imposibilitados de llevar a su hijo a psicoterapia por un tiempo. Se dan motivos económicos o logísticos (mudanzas, falta de quien se haga cargo, etcétera). Esto vendría a ser creíble si es que cuando se soluciona el impasse el niño o adolescente volviera a su proceso, lo cual muchísimas veces no sucede y hace pensar que, a pesar de que el impasse podría ser real, tal vez también haya estado encubriendo una razón más poderosa, como la que creo que está detrás de la mayoría de terapias abortadas: el rechazo al cambio real.

En contraparte, en mi experiencia, aquellos que se han visto imposibilitados de seguir con el tratamiento, pero realmente deseaban continuarlo, a los meses o incluso años, me han llamado para continuar.

Pelearse con el terapeuta

Algunos papás empiezan a sentir antipatía o rechazo hacia el terapeuta de su hijo. En el fondo creo que es por lo mismo, por el terror al cambio. Los papás entonces es como si buscaran pelearse con el terapeuta, se crean situaciones de dinero, de cumplimiento de acuerdos, de horarios, como que se busca el roce o la confrontación. Muchas veces si uno investiga qué hay detrás, encuentra que lo que hay son recomendaciones que los papás no están para nada dispuestos a seguir.

Ante una recomendación indeseada por los padres puede suceder que directamente los papás nunca más lleven a su hijo a su terapia. Yo he visto esto, por ejemplo, cuando insinúo o recomiendo que la mamá vaya preparando a su hijo para dormir solo, sin ella, en el caso de hijos ya grandes que duermen con la madre. A pesar de que le doy a la mamá las razones y los peligros de que esta conducta, sucede que a la siguiente sesión el niño ya no asiste.

Lo otro que puede suceder es que los papás sigan llevando a su hijo, porque efectivamente lo ven con problemas, pero ya lo empiezan a hacer con antipatía hacia el profesional que amenaza su modo de vivir. Poco a poco estos papás, de repente sin darse cuenta del todo, pueden empezar a buscar la confrontación que justifique el retiro del proceso.

La recomendación final

Aunque suene utópica la voy a dar: nunca, jamás retires a tu hijo de psicoterapia sin que haya sido dado de alta, a menos que la situación esté fuera de tu control (como por ejemplo, que el terapeuta se vaya del país o que efectivamente se esté dando una situación económica o cosas por el estilo).

Al retirar injustificada, deliberada o unilateralmente a tu hijo de su proceso, puede que tú te sientas más aliviado, puede que incluso tu hijo sienta ese alivio, pero a la larga lo que estás haciendo es dejar pasar la oportunidad de que tu hijo logre una salud óptima, y esto puede pasar la factura más adelante de muchas maneras. Tu hijo crece, está creciendo, y tal vez luego se den cosas que ya no puedan ser atendidas o modificadas, debido a que el tiempo ya pasó y no se hizo lo que se debía en su momento.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Lo que nunca debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (5): retirarlo de tratamiento antes de que se le dé de alta” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Cuidado con la información en Internet

Todo medio de comunicación exige una cierta dosis de escepticismo por parte del que recibe la información, a riesgo de ser desinformado o, en el peor de los casos, engañado. Y esto es recomendable desde la comunicación oral de persona a persona hasta la comunicación a través de los medios masivos, como la prensa escrita, la televisión, la radio y, desde hace algunos años, Internet.

Buscando información sobre salud mental en Internet

No es recomendable, entonces, creer a ciegas en todo lo que se oye o lee, no porque haya malas intenciones necesariamente, sino porque todos los seres humanos somos susceptibles de equivocarnos y de dar información errónea.

Esto se vuelve más importante y vital cuando la información que recibimos tiene que ver con nuestra salud o la salud de las personas que nos rodean o de las personas de las que somos responsables, como nuestros hijos. Cuando hablamos de la salud, ya no estamos hablando de información sobre hechos externos, si no que estamos hablando ya de asuntos que tienen que ver con el cuerpo y la mente, asuntos internos, por decirlo de algún modo. Y esto cobra importancia en la medida en la que la información que manejemos será en gran parte la que determine nuestras acciones o nuestras omisiones frente a los problemas relacionados.

El riesgo de recibir información errónea siempre existe, pero se hace particularmente evidente en Internet, donde personas de todo tipo pueden publicar contenidos que muchas veces son equivocados, quedando ahí colgados a la vista de todos.

Peligro de desinformación en Internet

Pensé en escribir esta entrada a raíz de un artículo que leí en una página web (de bonita presentación y de apariencia muy “profesional”) dedicada a la crianza y a la primera infancia. Se trataba de un artículo en el que el autor acusaba a los médicos pediatras de dar información falsa y de hacer daño con sus recomendaciones a los bebés y a los padres. El eje de la discusión giraba en torno al tema de en qué momento es recomendable pasar a los bebés o a los niños a su propia habitación.

Pero más allá de tocar este tema de la habitación y los tiempos de los niños, que ya lo tocaremos aquí en su momento, lo que me llamó la atención fue la cantidad de información tendenciosa, prejuiciosa y equivocada que había en ese artículo. Cuando bajé a la sección de comentarios, vi que lamentablemente muchas madres y padres tomaban en serio este artículo y estaban igualmente indignados con los médicos pediatras, a los que acusaban de negligentes.

Me llamó la atención, luego, que había algunos comentarios que el autor y administrador de la web había calificado y publicado como “comentario irrelevante”. Estos “comentarios irrelevantes” eran los comentarios de las personas que no estaban de acuerdo con lo escrito en su artículo. Adelanto que desde mi punto de vista, señales de soberbia como esta dan mucho qué pensar acerca del profesionalismo del autor.

Resulta que, leyendo con más atención, el autor es técnico en enfermería pediátrica, cosa que me llamó mucho la atención, ya que esta persona está autorizada a escribir sobre asuntos que tengan que ver con su oficio, y sin embargo estaba publicando artículos con recomendaciones sobre asuntos médicos.

Es como que yo, siendo psicólogo, publique artículos y administre una web sobre psiquiatría. O, más claro aun, es como que el farmacéutico le indique a usted qué medicamentos debe tomar o incluso contradiga o cambie lo que le indicó su médico. No es de ningún modo que el farmacéutico sea menos que el médico, ni que el psicólogo sea menos que el psiquiatra, ni que el técnico en enfermería sea menos que el pediatra, es que simplemente son profesiones distintas; necesarias, pero diferentes, frente a las que se aplica el famoso dicho aquel de “zapatero a sus zapatos”.

Uno mismo es el que más se desinforma (de acuerdo a su conveniencia)

Aquellos papás que se apegaban a lo dicho en el artículo mencionado arriba, obviamente no son seres puros a los que una mente soberbia, irresponsable y pretenciosa ha engañado. No, estos papás están utilizando lo dicho irresponsablemente por el autor para justificar sus propias creencias erróneas y sus propios prejuicios. Lo que tal vez sucede en realidad es que no les agrada la recomendación del pediatra y buscan cualquier cosa para tirarse abajo la opinión profesional.

Esto nos lleva a la conclusión de que quien más engaña y desinforma a una persona es la propia persona. Por eso es recomendable estar atentos a esto. En el caso de los papás con el pediatra, sólo bastaba con no llevar a cabo la recomendación, ya que nadie les pone una pistola en la cabeza. No hay necesidad de sacar argumentos y contradecir al profesional sin uno mismo ser profesional en esa rama. A menos que uno busque una segunda opinión, de otro profesional, no de una persona que no ha estudiado para dar recomendaciones de ese tipo.

Cuidado con la información acerca de salud mental en Internet

Es recomendable, por todo lo dicho, nunca tomar lo leído en Internet como si fuera la recomendación que da un profesional cara a cara en un consultorio. Internet jamás reemplazará a los profesionales. En Internet usted encontrará información general que puede acercarse o no, en alguna medida, a su caso particular. Pero su caso particular es único e irrepetible, y, como tal, tiene sus propias necesidades; por eso debe ser pensado y analizado aparte, en un espacio y tiempo exclusivos.

Y digo esto sabiendo y teniendo en cuenta que yo mismo publico muchas veces en Internet. Pues sí, lo vuelvo a repetir, lo dicho en Internet, en primer lugar, son generalidades que, de haber algún problema, no satisfacen de ningún modo su caso particular. En segundo lugar, usted no conoce necesariamente al autor, no sabe por ende si es un profesional recomendable, o si está bien informado, ni siquiera puede que sepa si es un profesional. Así que cuidado, si hay problemas, es necesario darse el trabajo de ver personalmente a alguien.

Sólo un profesional puede discutir una opinión profesional

Finalmente, es necesario sopesar las recomendaciones profesionales con opiniones de otros profesionales. Si un psicólogo le da una recomendación y usted duda de ella, busque una segunda opinión, de otro psicólogo, antes de iniciar tratamiento alguno, y acomódese. Igual frente a las recomendaciones médicas o de cualquier otra índole. Si un pediatra le da una recomendación y usted duda de ella, no pretenda rebatirla con la opinión de un enfermero o de la suya propia, busque la opinión de otro pediatra. Si le vuelven a decir lo mismo, cabe preguntarse si acaso es a usted a quien no le gusta la recomendación y por eso anda buscando quien la contradiga.

Para terminar, para darnos una idea, piense en usted y en su oficio o profesión. Piense en lo absurdo y fuera de toda lógica que sería que venga una persona X a contradecir lo que usted sabe, sin ser su colega y sin haber estudiado la misma carrera u oficio. Lo mismo sucede muchas veces en Internet y en otros ámbitos en lo que respecta a la salud mental. Por eso es mejor ser conscientes de esto e ir con cuidado, no sólo en Internet, sino en todos los demás espacios de comunicación.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Cuidado con la información en internet” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Sigue la reconstrucción

Me tomó un buen rato hoy dejar el blog ordenado. También hice algunos cambios poco importantes. Quedan pendientes temas de diseño. Parece que no disponemos de plantillas genéricas ni nada de eso, así que voy a tener que ver qué imágenes pongo para que no se vea todo tan calato.

También veo que WordPress da algunas pequeñas opciones que quiero usar. Ya iré implementándolas luego. Ahora sí ya me siento más cómodo para seguir con la publicación normal.

Saludos a todas y a todos

Diego

Migración a WordPress

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Mejor dicho: en RECONSTRUCCIÓN =/

Hola a todos. Bueno, ahora el servicio de blogs de la PUCP se ha mudado a WordPress. No tengo idea de si esto será mejor, espero que sí. De momento lo que ha sucedido, como pueden ver, es que la mayoría de las entradas se ha desordenado y se ven fatal, además de que no hay skin y han desaparecido una serie de detalles, como mi foto de perfil. Así que lo que queda por hacer es arreglar todo el desorden y configurar lo que haya que configurar para que las cosas estén como siempre. Esto lo iré haciendo de forma gradual, ya que son muchas entradas para hacerlo todo de un tirón.

Mientras tanto, iré actualizando el blog normalmente.

Saludos a todos los visitantes

Diego =)

Lo que NUNCA debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (4): llevarlo de mala gana

Llevar a tu hijo de mala gana (o quejándote) a sus sesiones de psicoterapia es una de las acciones más destructivas que puede hacer un papá o una mamá en contra del proceso de salud de su hijo. Todo el trabajo que se realiza queda reducido a su mínima expresión debido a esta acción. De tal forma que si el tratamiento de tu hijo está como para un año, tu malhumor y tus quejas injustas podrían hacer que tu hijo acabe en cinco años. Así de grave, así de pernicioso es.

¿Por qué?

Porque la terapia es una rutina. Por ejemplo, todos los martes a las 5 de la tarde tu hijo va a su psicoterapia. Llega un momento en que tu hijo ya lo incorpora en su agenda mental, en su cerebro, “hoy es martes, hoy tengo terapia”. Y esa rutina es una de las características que le da poder terapéutico al tratamiento, ya que los pacientes , cuando sienten sufrimiento, automáticamente activan su agenda mental para medir cuando es que trabajarán sobre tal o cual asunto que los hace sentir mal.

Esto se ve claramente en adultos que pasan por psicoterapia: “mañana le cuento a mi terapeuta lo que me pasó con mi novio”, por poner un ejemplo. De esta forma, la programación de las sesiones se convierte en un punto de apoyo, en una columna, en medio de la semana de la persona, sea adulto, adolescente o niño.

Pues bien, en los casos de padres que llevan a sus hijos renegando, protestando, quejándose, de malhumor, con silencios incómodos a sus sesiones, ocurre que a esta programación en la agenda mental del niño o adolescente se le agrega un componente tóxico: “mi mamá o mi papá odia traerme”; “mi mamá o mi papá se siente mal cuando tiene que traerme”; “por mi culpa mi mamá o mi papá tiene que dejar de hacer lo que está haciendo para traerme”.

¡Es tremendamente tóxico! Y hace falta sólo un poco de sentido común para darse cuenta de que esto arruina desde antes las sesiones, desde el momento en que sientes el desagrado porque llegó la hora de subirse al automóvil y conducir hasta el consultorio del terapeuta o desde el momento en que te dispones a caminar con tu hijo hasta allá o de tomar el bus con él hasta allá. Desde ahí, desde antes siquiera de que empiece la sesión, tú ya la estás bombardeando.

¿Qué hacer al respecto?

Para empezar podemos apelar a la racionalidad: estimado padre o madre de familia, si tu hijo necesita psicoterapia es tu deber proveérsela, pues es su salud y tú eres responsable de ella. Tu malhumor no se justifica pues tú decidiste ser papá o mamá y decidiste cuidar la salud de tu hijo. Tu hijo no tiene por qué soplarse tus quejas y tú no le estás haciendo ningún favor, es tu deber. Si no te gusta, lastimosamente tendrás que esperar a que tu hijo crezca para desentenderte de la responsabilidad que tú libremente asumiste y, mientras tanto, no tengas más criaturas, porque está visto que no quieres hacerte cargo.

Otra apelación a la racionalidad: hacer esto, llevarlo de mala gana o renegando, es tan nocivo como darle de comer de mala gana o renegando, como llevarlo al colegio de mala gana o renegando o comprarle su ropa o asignarle una habitación en la casa o proveerle de agua para que no muera deshidratado de mala gana o renegando, pues es su salud, y es algo tan básico como la alimentación, el vestido, la vivienda o la educación. Si le das todo esto de mala gana, ¿cuál es el mensaje? Simple: “no te quiero, me estorbas, me interrumpes, me haces gastar”. Ahora te pregunto: ¿por qué será que tu hijo se siente mal?

¿Y si entiendo todo esto pero sigo sintiendo lo mismo?

Si no puedes evitar sentirte enfadado, molesto, harto, de llevar a tu hijo a sus sesiones, es imperativo que tú acudas a psicoterapia, pues no estás pudiendo hacerte cargo de lo básico de tu hijo y eso tiene que trabajarse, porque te hace sufrir, hace sufrir a tu familia y no te está permitiendo desempeñar tu rol como probablemente quisieras.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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“Lo que nunca debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (4): llevarlo de mala gana” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Lo que NUNCA debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (3): hablar mal del terapeuta

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Nuevamente una pregunta lógica, ¿para qué llevar al hijo con un profesional al cual no se respeta?

Algunos padres, en tono muy serio, llegan a decir delante de sus hijos que el terapeuta es un tal por cual (un estafador, un carero, un usurero, un interesado, un pesado, un metiche, un mal profesional, un mediocre, un charlatán, un idiota y cuantas cosas más puedan ocurrírsenos).

Otros padres, haciéndose los payasos, o los criollos, o los vivos, hablan del terapeuta a sus espaldas en plan de chongo, y delante de sus hijos, cosas que tienen que ver más con lo gorda que es la psicóloga, su forma de hablar, la calva del psicólogo, lo pavo que es, lo gansa que es, su ropa, su huachafería y cuantas frivolidades puedan pasársenos por la cabeza.

Sea en plan “raje serio”, sea en plan “chongo”, estos padres no están haciendo otra cosa que destruir el proceso psicoterapeutico de su hijo. No le hacen daño al terapeuta, le hacen daño a su hijo, pues con estas acciones cobardes y faltas de toda educación y caballerosidad, no sólo le dan un pésimo ejemplo a los chicos, sino que minan el respeto que el niño o adolescente pueda estar desarrollando hacia el profesional, destruyen la alianza que el niño o adolescente pueda estar formando con su terapeuta o la dañan o la atacan, siendo que esta alianza es fundamental para el éxito del tratamiento.

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Por otro lado, los papás no tendrían que estar esperando que la escuela enseñe a sus hijos a ser hombres y mujeres decentes. Ellos son los principales responsables de esa formación, y un hombre o una mujer decente no anda hablando mal o burlándose de las personas a sus espaldas.

En realidad es mejor NO HABLAR del terapeuta

Vamos a hacer una extensión al tema principal de esta entrada: en realidad lo ideal es que los papás hablen lo menos posible del terapeuta frente a sus hijos. El espacio terapeutico es mejor que esté neutro, ya que es un espacio en el que el hijo trabaja sus sentimientos, su intimidad. Hablar bien o mal, de alguna forma introduce desde el exterior (desde los papás) juicios de valor, sensaciones, palabras que son extraños a las sesiones, lo que puede contaminar u obstaculizar el proceso.

Es mejor en realidad hablar lo mínimo posible del terapeuta, tal vez sólo para cosas necesarias, como que de tal fecha a tal fecha el terapeuta no trabajará por fiestas de fin de año, asuntos formales o informativos. Pero de ahí a hablar asuntos innecesarios o juicios de valor, mejor no, y menos aun cuando son negativos o destructivos, como acabamos de mostrar.

No darles cuerda a los hijos

Algunos hijos son de salir de las sesiones y contar todo a los papás, muchas veces sólo por compartir. A veces lo hacen inmediatamente, otras veces lo hacen en otros momentos de la semana. Aquí lo ideal es escucharlos, no hacerlos sentir censurados, pero tampoco darle cuerda para que sigan y sigan, y cuidando de hablar o comentar lo menos posible, por más que el hijo diga algo que al papá o mamá no le guste, como “mi terapeuta me ha dicho que tú tienes la culpa de mi comportamiento” (cosa que para empezar sería errónea, ya que ningún terapeuta que se respete diría realmente algo así en circunstancias normales).

Sería bueno tomar lo que dice el niño o adolescente como SUS asuntos, SUS fantasías, SUS sentimientos, y no ahondar en el tema del terapeuta (que no está presente), sino más bien en lo que piensa y siente el hijo. Por ejemplo, “¿tú crees que yo tengo la culpa de tu comportamiento?”.

Por supuesto estamos refiriéndonos a situaciones normales, estamos excluyendo situaciones anómalas que involucran denuncias de maltrato o abuso de parte de los profesionales hacia los menores. Estas situaciones sí es necesario que sean atendidas de otra manera por parte de los papás.

Conclusión

No hablar mal del terapeuta de tu hijo, no hay que darle el ejemplo de ser cobarde, rajón, patán, y hay que cuidar el espacio de salud del hijo y no destruirlo. Si hay problemas con el profesional o desacuerdos, estos se resuelven entre adultos, los chicos no tienen nada qué hacer allí.

Es importante hablar lo menos posible del terapeuta con los chicos, para cuidar la neutralidad del espacio, para que lo que los chicos sientan o piensen sea sólo de ellos, sin mayor intervención de otras personas ajenas a la pareja paciente – terapeuta. De esa forma, la psicoterapia avanza mejor y más eficientemente.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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Estrés crónico y muerte neuronal

El estrés crónico en el niño pequeño le provoca pérdida de neuronas, especialmente en un área del encéfalo llamada hipocampo. Ésta área tiene varias funciones; por ejemplo, juega un papel importante en los procesos de memoria.

Cortisol, hormona del estrés

¿Por qué sucede esto? Se ha visto que el estrés provoca que el organismo libere una hormona llamada cortisol. La segregación excesiva de esta hormona es la que provoca la pérdida de neuronas debido a los cambios fisiológicos que genera en el organismo.

Niños sobre exigidos

Así que es importante pensar qué pasa con los niños a los que desde muy pequeños se les somete a situaciones excesivamente demandantes, por ejemplo, académicas o de rendimiento, o a situaciones no recomendadas o no deseadas, como trabajo infantil, cuidado de hermanos pequeños, hacinamiento, falta de recursos básicos, falta de sueño, o a situaciones de maltrato físico o psicológico o a experiencias de abuso sexual.

Por ejemplo, si usted es padre o madre y cree que por someter a sus hijos a una sobre exigencia les van a enseñar a ser mejores, se le sugiere tomar en cuenta la posibilidad de que su comportamiento pueda estar provocando precisamente el efecto contrario, afectando y dañando físicamente su sistema nervioso, del que depende todo su rendimiento presente y futuro en toda actividad que vaya a realizar.

El punto medio entre la sobre exigencia y la irresponsabilidad

Pero cuidado, estamos hablando de una “sobre exigencia”. No estamos hablando de exigir lo necesario. Aquí es importante que los papás sepan diferenciar en qué momento las exigencias para con sus hijos pasan a ser excesivas o cuando más bien son muy bajas. Si hay dudas o desacuerdos al respecto, es necesario consultar con profesionales, absolverlas y aplicar las recomendaciones.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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Lo que NUNCA debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (2): no seguir las recomendaciones del profesional

Es decir, ¿para qué solicitar el cuidado de un profesional en salud si no se va a hacer caso a lo que recomienda?

Lo que sucede es que existe la fantasía en las cabezas de muchas personas de que los hijos son como televisores, celulares o computadoras, que se los lleva al técnico para que los arregle bonito, sin que los padres tengan que hacer nada al respecto.

Los niños y los adolescentes no son máquinas. Si tienen dificultades no es porque están fallados, es porque responden a hechos que muchísimas veces provienen de las acciones de los propios padres. Es más, muchas veces no sólo es el hijo el que requiere psicoterapia, sino los padres también, o la familia completa. Cuando se dice esto, muchos papás reaccionan mal: “pero el que se supone que tiene el problema es fulanito, no yo”.

Seguir las recomendaciones

Cuando el terapeuta da recomendaciones a los padres, es absolutamente necesario que éstos las sigan. Un niño o adolescente por supuesto que puede ser dado de alta de una psicoterapia, no es un imposible, lo digo por experiencia.

Ser dado de alta de psicoterapia es un gran logro y trae innumerables beneficios, pero esto es posible sí y sólo sí los padres siguen las recomendaciones del profesional.

Todos los casos de los que sé que han alcanzado un alta exitosa (incluidos los que yo mismo he llevado) tienen esa carácterística: los papás siguieron las recomendaciones del terapeuta.

No seguir las recomendaciones

De por sí, la psicoterapia no es un tratamiento fácil, porque la mayoría de veces toma tiempo, constancia y es costoso. No seguir las recomendaciones del profesional agrega más obstáculos, hace más complicado, hace más costoso y más largo un tratamiento que ya de por sí es complejo.

Lamentablemente algunas recomendaciones son difíciles, más para los padres que para los hijos, pues tocan hábitos perjudiciales que ya se han hecho costumbre o tocan acciones que los padres no desean modificar. Por ejemplo (un ejemplo frecuente), un terapeuta puede recomendar a un padre separado de la mamá de sus hijos que es mejor que deje de entrar a la casa donde viven estos y que mejor ceda la llave a la mamá. Algunos padres pueden resistirse a esta recomendación, les resulta difícil, no desean y, para validar su inacción al respecto, crean justificaciones o argumentan en contra del profesional.

Obviamente, el profesional no va a hacer nada más para que se cumpla su recomendación (porque no puede). Al final los que deciden sobre la vida de los hijos son los papás, y eso tiene que respetarse. Lo lamentable es que lo más seguro es que el profesional asista impotente a una serie de consecuencias negativas: alargamiento innecesario del tratamiento, estancamiento del proceso, empeoramiento de la salud del hijo, incluso la ruina o desbaratamiento del proceso.

La peor consecuencia es la que queda fijada en la biografía del hijo: “mi papá no fue capaz de hacer algo distinto por mi salud”. Muchas veces esto queda grabado inconscientemente, condicionando la vida de las personas, otras veces sale a la luz cuando las personas son adolescentes o adultos o incluso rápidamente siendo aun niños, generando cólera, resentimiento, relaciones ambivalentes, negativas o tóxicas con los padres, etcétera.

El absurdo

Llevar a tu hijo a psicoterapia y no seguir las recomendaciones es tan absurdo como ir con un contador, que te diga “fulano, no te olvides que en tal fecha tienes que pagar tus impuestos”, y tú te zurres en la noticia, y encima a propósito. Obviamente la consecuencia es nefasta: una multa enorme por parte de la SUNAT. Lo mismo sucede con la salud de tus hijos, sólo que como no se trata de dinero, es más fácil no darse cuenta (o hacerse de la vista gorda).

Conclusión

Conclusión: si llevas a tus hijos a psicoterapia, acuérdate de que no se trata de llevar una lavadora a un técnico, se trata de tu hijo y tú tienes parte activa en su salud; ¡sigue las recomendaciones!  Si te cuesta mucho, convérsalo, enfréntalo y si es necesario trabájalo tú mismo en tu propia terapia. No es un juego, es tu salud y la salud de tus hijos.

Y recuerda: los que salen de alta y más rápido, son los que siguen las recomendaciones. Los que no siguen las recomendaciones no salen de alta nunca (el tratamiento acaba siendo interrumpido), o lo hacen muchísimo más lento.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
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“Lo que NUNCA debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (2): no seguir las recomendaciones del profesional” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Lo que NUNCA debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (1): el ‘¿qué tal te fue?’

Cuando un hijo (niño o adolescente) va a psicoterapia, los papás muchas veces incurren (casi siempre sin querer) en algunas acciones que perturban el proceso de salud de su hijo o directamente lo arruinan.

Veamos una de estas acciones:

Preguntar “¿qué tal te fue?” o, peor aun, “¿de qué hablaron?” después de cada sesión

Una sesión de psicoterapia es algo muy íntimo para toda persona. En una sesión se tocan temas difíciles, dolorosos o muy personales. A veces la persona sale contenta, aliviada, otras veces sale triste o con cólera. Las sesiones de psicoterapia no son algo fácil, así como no son fáciles las visitas al médico. Así son los tratamientos de salud, muchas veces difíciles, complejos y, sobre todo, personales.

Los chicos pueden sentir que sus padres irrumpen en su espacio personal al estar constantemente preguntándoles cómo les fue en sus sesiones. Si una sesión ha sido difícil, la pregunta del papá muy posiblemente perturbe innecesariamente al hijo o posiblemente provoque que el hijo estalle en ese momento y diga “¡mal! ¡ya no quiero venir!”.

Pensémoslo de este modo: tu hijo sale de una curación dental, la primera de 5 curaciones programadas. La curación le causó dolor o malestar. Él sale, tú le preguntas cómo le fue y él te responde: “¡mal! ¡ya no quiero venir!”. ¿Acaso tú le dirías “ok, hijito, al diablo con las otras 4 curaciones, no importa que se te caigan los dientes o que se te pudran, si ya no quieres venir, ya no vienes más”?

Es el mismo efecto, sólo que en los tratamientos médicos, el interés de los papás va hacia el cuerpo de los hijos y a su estado de bienestar. En el caso de la psicoterapia, se trata del mundo interno del niño o adolescente, de sus cosas, de sus pensamientos, de sus afectos. Esto merece respeto. Si tu hijo voluntariamente empieza a conversar de su terapia, bueno, se le escucha, pero tampoco es conveniente animarlo a seguir en el tema. La psicoterapia es un tratamiento que surte efecto poco a poco y en silencio. Más bien la cháchara perturba el proceso.

Si ves a tu hijo afectado, enojado, triste o preocupado, pues le puedes preguntar si hay algún problema, como se haría, supongo, en cualquier situación similar, pero no es necesario preguntar cómo le fue en la sesión o, peor aun, preguntar qué exactamente se tocó en ella. Cuando un hijo está en terapia es bien importante ser discreto.

Efectos negativos que pueden traer estas preguntas

Preguntar constantemente “¿qué tal te fue?”, “¿qué hablaron?”, “¿cómo te fue hoy?” puede ocasionar por lo menos tres efectos negativos:

1) El hijo siente que cada sesión finaliza con una irrupción incómoda de parte de su papá o mamá. Asocia esta incomodidad con las sesiones. En consecuencia empieza a percibir las sesiones mismas como algo desagradable, ya que estas traen como consecuencia las preguntas molestas de siempre.

2) El hijo accede a ventilar sus asuntos con sus padres y habla de sus sesiones abiertamente. Aquí el tratamiento se empieza a contaminar con las intervenciones de los padres. Si el hijo quiere hablar de algo, que salga de él, sino es mejor que procese sus asuntos en soledad. La intervención forzada de los papás puede contaminar el avance de la terapia.

3) Las preguntas de los padres provocan constantemente que el hijo repita y repita que no quiere ir a terapia, provocando constantemente situaciones de malestar después de cada sesión. Nuevamente el hijo asocia “sesión” con “discusión”, “malestar”, “impotencia”, porque los papás le dicen siempre que seguirá yendo. Esto lo podría llevar a sentir que son las sesiones las que le traen malestar, cuando no necesariamente es así. También esto puede ocasionar que finalmente los padres accedan a no llevar más a su hijo a terapia. De repente, si se hubieran quedado callados, el hijo no habría protestado tanto al final de cada sesión.

Se pueden dar otros efectos un poco más rebuscados, como por ejemplo que el hijo repita y repita que sólo juega y que no ve el sentido de ir sólo a jugar. Aquí la pregunta de los papás impide que el hijo salga de la idea de que la terapia no tiene sentido. Al final de cada sesión estos papás están provocando que el hijo repita y refuerce la idea negativa, como si fuera un ritual, impidiendo que él poco a poco encuentre sentido a su psicoterapia. Nuevamente, si se hubieran quedado callados, es casi seguro que su hijo encontraba el sentido a su terapia.

Conclusión

Así que ya se sabe: si tienes hijos en terapia, evita preguntar estas cosas. Si ves mal a tu hijo, pregúntale si sucede algo, lo normal. Si no, mejor habla de otra cosa o hablen de qué hacer antes de regresar a casa, tal vez ir a algún lado, o de cualquier tema que venga al caso.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Lo que NUNCA debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (1): el ‘¿qué tal te fue?’” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Neurogénesis en adultos: un aliado frente al envejecimiento

Todavía hay mucha gente que cree que una vez que las personas somos adultas no producimos células nerviosas, especialmente neuronas. Pero en realidad se sabe que los adultos sí podemos hacerlo, lo que significa que nuestras capacidades y posibilidades no necesariamente tienen que ir siempre cuesta abajo a medida que pasan los años.

Si bien es un tema en constante debate, hay investigaciones científicas que afirman que el ejercicio físico y el ejercicio de actividades relacionadas con el lenguaje (lectura, escritura, habla, idiomas, etc.) ayudan o estimulan la neurogénesis.

De esta manera podemos rescatar una serie de actividades que es recomendable realizar de forma constante: ejercicio físico, práctica de deportes, relacionarse con personas, escribir, leer, escuchar, dialogar, comunicarse en general, evitar el aislamiento. Así nuestro sistema nervioso estará activo y alentado a seguir desarrollándose, retrasando la vejez, la decadencia y la pérdida de habilidades asociadas con el paso de los años, y mejorando nuestra calidad de vida.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Neurogénesis en adultos: un aliado frente al envejecimiento” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.