Viendo mi sección de noticias en Facebook me encontré con este “chiste”:
La risa, el chiste, tiene muchas funciones en la vida de las personas. Muchas son funciones netamente saludables y positivas, otras no lo son tanto. Una de ellas es la de defendernos de aquello que nos duele o nos angustia, convirtiendo lo doloroso o angustiante en algo gracioso. De esa forma, la experiencia es más llevadera.
Un ejemplo de ello es cuando vas al cine a ver una película de terror. Después de cada buen susto podrás escuchar a algunas personas del público que se ríen o empiezan a bromear. De esa forma trivializan la película y la historia terrible que se está contando y la convierten en un juego, en una seguidilla de chistes.
¡Asu mare!
Aquí en el Perú un actor conocido, llamado Carlos Alcántara, montó un show de comedia, creo que le llaman también “stand up comedy” titulado “¡Asu mare!” (de ahí salió la película del mismo nombre). Yo no asistí a ninguna de esas presentaciones, pero algo leí sobre ello y también luego vi algún vídeo en Youtube. Buena parte de ese espectáculo era para hacer gracia de cómo la madre del protagonista lo golpeaba y maltrataba cuando era niño, para disciplinarlo. Todo contado de forma graciosa y nostálgica.
A mí, personalmente (no tiene que ser así para todos, ni mucho menos), no me da risa. Debe ser porque trabajo en salud mental y estoy expuesto (como testigo) día a día al maltrato físico y al maltrato psicológico. Los niños y adolescentes que experimentan esto no me lo cuentan riéndose. Muchas veces más bien es al revés. Felizmente también hay muchos papás responsables que buscan encontrar una forma más saludable de criar a sus hijos, lo que es una forma también de buscar superarse a sí mismos, de avanzar, de crecer y de ser mejores personas día a día.
Dos posibles vías para los hijos maltratados
Una persona que ha sido golpeada por sus papás o maltratada psicológicamente tiene, al menos, dos formas de llevar su adultez:
1) Reaccionando ante el dolor de haber sido maltratado por sus propios padres haciendo precisamente lo contrario: “no quiero que mis hijos pasen por lo que yo pasé”. Muchas de estas personas, cuando son papás, se convierten en la antítesis de sus propios padres, papás que sobreprotegen, faltos de autoridad y que lamentablemente pueden criar niños tiranos.
Curiosamente muchas personas echan la culpa de la proliferación de niños tiranos a la falta de golpes, cuando visto así en global es todo lo contrario. Los golpes pueden crear niños tiranos al crear padres temerosos de ejercer autoridad.
2) La segunda forma sería: reaccionando ante el dolor de haber sido maltratado por sus propios padres encontrando la forma de validar el maltrato, de darle un sentido. De ahí sale el “me lo merecía”, “la educación antigua es la mejor” y de ahí también salen este tipo de chistes. Es una forma de anular el dolor y el resentimiento aliándose con los abusadores porque peor es sentir odio por ellos, pues resulta que son los papás. Estas personas, cuando son papás, tienen muchas posibilidades de repetir el maltrato y el abuso con sus propios hijos, pues ya lo tienen validado como estrategia de crianza.
A muchos les gustará este meme, o estarán de acuerdo con él, o se reirán. A mí no me gusta, no me provoca ninguna sonrisa y, si hay alguna idea seria detrás, no estoy de acuerdo con ella. ¿Por qué? Porque, para empezar, agarrar a cachetadas a los hijos es un delito y no se puede estar a favor del incumplimiento de la ley y pretender vivir bien en comunidad.
Por otro lado, si golpeamos o insultamos a nuestros hijos estamos cometiendo actos delictivos contra ellos y por ende les estamos enseñando también a zurrarse en las normas y en la ley (contradictorio, ¿no?).
Negando la evidencia
Decía que el maltrato físico es un delito, y esto es así en todos los países civilizados de este planeta. Y es así no porque a cuatro psicólogos se les haya ocurrido, sino porque durante décadas, los estudios científicos correspondientes han demostrado que golpear e insultar hace daño a los niños y adolescentes. No es por gusto que las sociedades han penalizado esta costumbre, no es capricho ni coincidencia, es porque hay evidencias.
Por ejemplo, ahora hay evidencia de que la Tierra no es plana, como se creía siglos atrás. Afirmar que la tierra es plana ahora, en el 2015, sería un sinsentido total. Es fácil porque es un hecho externo a nosotros.
Pues bien, también hay evidencia de sobra que apunta a lo dañino del maltrato físico y psicológico. Pero a diferencia de la forma de la Tierra, este tema es algo que tiene que ver con nuestras vidas, con nuestros recuerdos, con nuestros padres, con nuestros hijos y con nuestras experiencias más dolorosas.
Es por eso que todavía hay personas que defienden este delito y lo cometen, de vez en cuando o día tras día, convirtiendo en víctimas a sus propios hijos. Luego esos niños, ahora adultos, tal vez se rían de cómo los victimizaron años atrás, perpetuando así la violencia, la ley de la selva y el dominio de la fuerza bruta.