A mí nunca me ha ocurrido que un paciente niño o adolescente, que está próximo a salir de alta a su tiempo, fuera retirado bruscamente por parte de sus padres. Cuando llega el alta de un niño o adolescente, la relación con los papás suele ser buena, o al menos armoniosa, de tal forma que me parecería extraño que se dé algo así.
Esto de que los papás dejen de llevar a su hijo a su psicoterapia abruptamente, sin siquiera poder decirle “chau” a su terapeuta, más bien sucede con los papás que retiran a sus hijos unilateralmente del proceso, sin que haya sido indicado por el profesional.
La relación terapeuta paciente no tendría que ser tomada a la ligera
Ya bastante malo es que los papás interrumpan el tratamiento de su hijo; ya bastante malo es también que no sigan las recomendaciones del profesional; a esto habría que agregarle ahora que, encima, privan a su hijo de la posibilidad de despedirse de la persona con la que se han abierto completamente en las sesiones, de la persona a la que han confiado sus cosas más íntimas o de la persona con la que se han permitido llorar y compartir su sufrimiento.
Pues sí, se separa abrupta, unilateral y sin posibilidad de despedida al niño o adolescente de esta persona, con quien ha tenido esta relación o, en todo caso, con quien empezaba a tener esta relación. Si uno lo piensa así, es hasta cruel.
A mi hijo no pareció importarle
No vamos a decir que los hijos van a demostrar sentirse terriblemente mal en el momento (aunque algunos, los más saludables, sí harían ver un malestar). El tema no es que los hijos sufran por no despedirse. El tema es que con esta experiencia, se somete al niño o adolescente, deliberadamente, a la posibilidad de las relaciones vacuas, a la inconstancia de las personas, a la frivolidad del contacto humano, a la posibilidad de que alguien importante simplemente desaparezca.
Otros chicos sí sentirán la extrañeza, la separación intempestiva y la muda ruptura de la relación. Esto los podría hacer sentir tristes o furiosos, pero cuando uno les pregunta, ellos podrían decir que no pasa nada, como hacemos los adultos cuando nos preguntan “¿cómo estás?”… “bien”.
Algunos chicos, a sabiendas de que los responsables son sus padres, preferirán echarle la culpa al terapeuta. Es más sencillo y menos doloroso enojarse con el terapeuta que con los papás de uno. “Dejé de ver a mi terapeuta de pronto y él jamás me buscó ni mostró ningún interés, resulta que no le importaba”. A estos chicos, que guardan este pequeño resentimiento injusto e irracional, los veo de adultos como alguien que se resiste a la salud mental, condenándose a sí mismo y a sus futuros hijos a la desatención y a la negligencia cuando lo necesiten. Así es como luego se pueden desarrollar ideas como “no me sirvió de nada”, “sólo le importaba la plata”, “es una estafa”, y estas ideas posteriormente se pueden convertir en argumentos cuando son adultos, y todo habría empezado con esto, con un negar a su hijo simplemente despedirse.
¿Qué implica despedirse?
Si los padres no pueden (o no quieren) seguir llevando a su hijo a psicoterapia, es muy posible que el terapeuta, luego de intentar hacer ver a los padres lo inconveniente de esta acción, proceda a recomendar unas últimas sesiones con el hijo para cerrar el proceso. Recordemos que la psicoterapia es un proceso de salud. Retirar al hijo de psicoterapia de forma brusca es como levantarte del quirófano e irte con las tripas afuera. Por eso es muy común referirse a esto como “cierre”, “cerrar el proceso”.
Una buena despedida podría tomar entre 2 y 8 sesiones, depende de lo que recomiende el profesional. Estas sesiones le servirán al hijo para sintetizar junto a su terapeuta lo que han trabajado, darle un sentido a esta despedida fuera de tiempo, decirse “chau”, tener la oportunidad de escuchar de su terapeuta que su consultorio siempre estará abierto para cuando él lo desee. Esto es muy distinto a simplemente dejar de verse.
Nota aparte: el cierre cuando se da de alta
Ojo, no confundir esta despedida, que vendría a ser el mal menor, cuando los papás quieren interrumpir el proceso, con el cierre o proceso de despedida cuando realmente el chico alcanza el alta. El cierre del proceso terapéutico cuando se alcanza el alta puede ser muy diferente a lo que he descrito acá y dependerá del tipo de psicoterapia que esté llevando.
Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe