Los datos oficiales señalan que la pobreza en el Perú ha retrocedido, hoy está por debajo del 40%, cuando hace diez años estaba por encima del 50%. Es obvio que hay menos pobres según el INEI, sin embargo el desarrollo humano no ha mejorado proporcionalmente a esta disminución. Es obvio que esto se debe a que los factores de disminución de la pobreza no son los mismos que afectan al desarrollo humano.
La linea de la pobreza está definida por el valor de la canasta mínima que permite vivir a una familia, que está aproximadamente en 1,300 soles. Si las cifras oficiales son ciertas, habrá que convenir que en promedio los ingresos familiares han tenido aumentos y que un 10 % de familias ha dejado de ser pobre en estos términos. Pero este avance sólo habría afectado una parte de los factores con los que se mide el desarrollo humano, que además de los ingreso de las personas también toma en cuenta el logro educativo y la esperanza de vida y estos factores no han variado sustantivamente durante estos años.
Esto significa que la evolución económica y la orientación de las políticas públicas no han logrado mejorar la vida de las personas, tal como ellas quisieran de acuerdo a sus aspiraciones. Esto se debe a tres factores: 1. Que la política económica es básicamente orientada a lograr los equilibrios macroeconómicos, en un país muy desigual, los equilbrios macroeconómicos no sirven para reducir la desicualdad, sobre todo porque la estructura de los agregados macroeconómicos no tienen mecanismos capaces de reducir endógenamente las desigualdades, por ejemplo haciendo que el gini antes de impuestos se vaya reduciendo en el tiempo. Por ello, estas políticas macro no pueden hacer otra cosa que mantener las desigualdades, pese a que el gasto público es redistributivo, pero si el Estado peruano reduce su gasto, las desigualdades vuelven tal y cual. 2. Que las políticas sociales no son suficientemente eficaces y eficientes para focalizar las políticas de salud y educación de una manera efectiva, además su calidad promedio no ha mejorado a la velocidad con que se incrementado los ingresos personales. 3. No hay una política de empleo concordada con la política de inversiones. 3. Tampoco una política o una práctica de conectar el crecimiento de los sueldos y salarios con el incremento de la productividad. Es obvio que si el Perú ha crecido a tasas altas, parte de este crecimiento se debe a la productividad, entonces porque las ganancias han aumentado tanto y los salarios tan poco.
Es tiempo de pensar que las políticas públicas deben poner por delante la mejora de la calidad de las personas, de sus oportunidades y del uso de sus capacidades humanas. Para ello, se requiere de una macroeconomía que resuelva dos problemas, que incremente el empleo decente y que reduzca la desigualdad antes de impuestos.