“¡Aprendan a perder!”, grita Doris Pomar, capitana del equipo de mujeres aymaras del Mercado Rodríguez a sus rivales y exige el cese del juego brusco, mientras la barra insulta al juez “¡árbitro de m…!” por no cobrar faltas, en un campeonato de fútbol que concluyó en La Paz, Bolivia.
Mujeres indígenas de mercados populares de comida y alimentos juegan con pasión y garra, no desean perder, quieren ganar, se empujan en la cancha e incluso se patean cuando disputan el balón en el cuerpo a cuerpo, en un torneo organizado por la alcaldía de La Paz durante un mes
Cuando la habilidad futbolística llega a sus límites, dan rienda suelta a las amenazas de pugilato y al lenguaje de confrontación.
“¡No pateen!” insiste la diminuta Pomar, líder de su equipo, en la final del partido contra el Mercado Los Pinos, en la cancha de Fútbol 8 de césped sintético “Emiliano Zapata” (en honor al héroe de la revolución mexicana) en el centro de la sede de gobierno y de propiedad municipal.
Desde la barra se escuchan los insultos al juez del partido que ha dejado pasar algunas jugadas bruscas: “¡árbitro de m…! ¡eres un burro! ¡andá a servir el té a tu mujer!”.
El árbitro amenaza con sacar tarjetas amarillas o incluso la roja de persistir las agresiones, quiere imponer autoridad, ante mujeres que parecen haber dejado fuera de la cancha el concepto del fair play.
Las mujeres, dotadas de poca técnica, suelen levantar los pies al intentar dominar el balón, pero terminan golpeando a algunas de sus contrincantes. En algunos momentos es difícil saber si hay buena o mala fe..
La ariete Felipa Quispe, una zurda del Mercado Rodríguez, y Valentina Mamani, recia defensora del Mercado Los Pinos, han chocado varias veces, parecen seguirse en la cancha, “pisándose los talones”, y de rato en rato cruzan miradas amenazadoras.
A los 61 minutos el árbitro hace sonar su pito de finalización y las jugadoras del Mercado Rodríguez y su barra estallan en júbilo: han ganado 3-2 en una final para el infarto, pues los ataques contra cada arco no han cesado ni un solo momento.
Levantan los brazos, chillan y se abrazan: han obtenido por primera vez el título del campeonato, en su segunda versión anual consecutiva.
Es un torneo que duró cerca de un mes, entre 35 equipos de mercados populares de comida y alimentos en siete series y con la fase final que concluyó con la coronación del campeón, “Mercado Rodríguez” y subcampeón “Mercado Los Pinos”.
La cancha tiene una dimensión de 90 x 60 metros, con equipos de 8 jugadoras y dos tiempos, cada uno de 30 minutos. Hay pequeñas graderías de unas seis filas de asientos en la recta de general, útiles para albergar a las reducidas, pero bullangeras barras.
Las deportistas suelen vestir en su vida cotidiana, casi todas, la típica pollera aymara, varias capas de faldas, una sobre otra, con pliegues, pero para la ocasión futbolística apelan a la tradicional indumentaria del famoso deporte: camisetas, pantalones cortos, medias, zapatos con tapones y algunas hasta canilleras.
Tras el partido, las jugadoras del Mercado Rodríguez reciben el título de campeonas y la copa de aluminio con unos bañados amarillos que se asemejan al oro. El intendente municipal Mauricio Ruiz es el encargado de dirigir la ceremonia final.
Luego se lanzan felices a dar “la vuelta olímpica”.
También se ha premiado a Anselma Apaza del Mercado Los Pinos como mejor jugadora, al haber convertido 9 goles en todo el torneo.
Ruiz dijo a la AFP que este tipo de certamen tiene tres objetivos: confraternizar entre los mercados, pues hay mucha rivalidad entre ellos, incentivar el deporte en mujeres con vida sedentaria y apoyar la salud.
“Hemos visto que se han preparado, no han venido sólo a jugar, quieren ganar e incluso, por eso vemos agresividad, han contratado directores técnicos que las han entrenado y preparado”, acotó el intendente.
Para el próximo año se preve reeditar la cita.
© ANP/AFP