Publicado el : 5 de marzo 2013 – 10:08 de la mañana | Por Joaquín Llaudes (Foto: Flickr)

El aumento de la sextorsión está disparando todas las alarmas. Hackers y grupos organizados de delincuencia online han encontrando un filón en esta nueva modalidad de chantaje en la red, mediante la cual exigen dinero a las víctimas a cambio de no publicar imágenes suyas con alto contenido sexual.

Todo empieza en un chat o en páginas web de contactos, en las que los delincuentes contactan con sus futuras víctimas y las convencen para que se desnuden o practiquen cibersexo delante de una webcam.

Para ello, utilizan identidades falsas e incluso “chicas cebo”, contratadas para seducir e incitar a desnudarse a sus víctimas, generalmente chicos jóvenes, y dejar después la extorsión en manos especializadas.

Decálogo para una víctima de ‘sextorsión’

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1) Pedir ayuda. Solicitar el apoyo de una persona de confianza.
2) No ceder al chantaje. No acceder a las peticiones del chantajista si con ellas éste se hace más fuerte.
3) No dar información adicional. Cualquier dato o información puede ser usado por el acosador.
4) Guardar las pruebas. Captura la pantalla y anotar día y hora al recibir la amenaza.
5) Retirar información delicada. Borrar o guardar en otro lugar informaciones o imágenes privadas. También tapar la webcam.
6) Eliminar malware del equipo.
7) Cambiar las claves personales. Puede que el acosador esté espiando las comunicaciones en las redes sociales.
8) Comprobar si el chantajista puede llevar a cabo sus amenazas. Muchas son faroles, no son ciertas.
9) Avisar al acosador de que comete un delito grave. Debe saber que la Ley le puede perseguir.
10) Formular una denuncia.

Los sextorsionadores reclaman entonces una determinada cantidad de dinero a cambio de que el material erótico obtenido “no sea publicado online o dentro de sus círculos íntimos, como pueden ser familiares o sus contactos en las redes sociales”.
Así lo explica Jorge Flores, director y fundador de PantallasAmigas, una página web que promueve el uso responsable de las nuevas tecnologías. Flores aclara que esta nueva variedad de chantaje ‘online’ “afecta cada vez a más gente y se está convirtiendo en un negocio a gran escala”.

La cantidad solicitada por los delincuentes se ajusta en muchos casos al perfil de la víctima, que previamente ha sido estudiado con el objetivo de que el pago se haga efectivo lo antes posible.

Además de la sextorsión llevada a cabo por grupos criminales, el director de Pantallas Amigas distingue otros dos tipos de coacción que pueden llegar a ser igualmente traumáticos.

Por un lado, aquel en el que la amenaza de revelar el material erótico privado proviene de las exparejas con las que las víctimas han mantenido una relación en la vida real, como venganza tras una ruptura.
“Después de que un miembro de la pareja decide abandonar la relación, normalmente la chica, el otro la amenaza con publicar las fotos si ésta no continúa”, afirma Flores.
En este sentido, explica que su organización ha detectado casos de jóvenes que procuran grabar a sus compañeros sentimentales para evitar el fin de la relación, amenazando con hacer público el contenido grabado.

La tercera variante de sextorsión tiene elementos comunes con las dos anteriores. En este caso, las dos personas se conocen en la red y establecen una relación ‘online’. “Hacen cibersexo por la cámara web y una de ellas chantajea a la otra, pero sin que medie ningún contacto físico”. El sextorsionador no busca dinero, sino que la víctima le proporcione más imágenes o favores sexuales.
Todas estas variedades delictivas relacionadas con la extorsión sexual surgen como consecuencia del auge de la práctica del sexting (envío de imágenes con contenido erótico o sexual a través de dispositivos tecnológicos) entre los jóvenes de América Latina.

Una encuesta realizada por la AIianza para la Seguridad en Internet a más de 10.000 estudiantes mexicanos, de entre 12 y 16 años, revela que casi el 8% han enviado imágenes suyas de desnudos o semidesnudos. Además, el 36,7 % dijo conocer a alguien que había enviado o reenviado imágenes de este tipo, y el 10,2 % reconoció haber enviado correos electrónicos o mensajes SMS con insinuaciones sexuales.

Sexting, sexo inseguro
La psicóloga Diana Litvinoff explica que la práctica del sexting entre los jóvenes “no representa en sí misma ningún peligro”, debido a que “no reemplaza al contacto personal ni es un signo de perversión”.

La doctora apunta que la búsqueda del erotismo “ha existido siempre y es propia de la naturaleza humana”, y considera que los jóvenes “no practican más el sexting que otras formas de comunicación erótica, sino que la han incorporado como una nueva posibilidad”.

En la misma línea, Flores aclara que el sexting “no es malo por sí mismo”, pero advierte de los peligros que puede entrañar. Una vez se ha enviado el material, el dueño pierde el control y se abre la posibilidad de que se difunda de manera masiva.
Para combatir estos riesgos, en la actualidad existen diferentes aplicaciones para móvil que tienen como finalidad garantizar que el sexting se practique de forma segura.
Entre ellas, un servicio con el que las fotografías compartidas se borran del aparato receptor en diez segundos, sin posibilidad de copia o reenvío. Otras permiten bloquear imágenes, que solo serán visibles si el usuario conoce una clave.

Sin embrago, Flores subraya que, aunque estas aplicaciones suponen una reducción del riesgo, “la imagen ha aparecido en la pantalla durante unos segundos, suficientes para que aunque no se pueda capturar automáticamente, sí pueda fotografiarse con otro móvil”. Por ello, subraya que el “sexting seguro no existe”.

 

Fuente: radio Nederland

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