ESTUDIO”
El daño emocional y los problemas de salud mental que afectan a los hijos de las mujeres encarceladas, es analizado en el trabajo “Reconstruyendo Historias: un estudio sobre las consecuencias sicosociales de la detención durante el conflicto armado en el Perú”, elaborado por el Centro de Atención Psicosocial (CAPS).
Para Carmen Wurst Calle, directora de Desarrollo Institucional de CAPS, el principal daño que soportará un niño que sufre la separación violenta de su progenitora porque ésta es encarcelada recaerá sobre su posibilidad futura de establecer lazos afectivos con los demás, su confianza en sí mismo y su autoestima.
“En el estudio, 34% de las madres refirieron que sus hijos estaban afectados y que el principal problema que presentaban era en relación al afecto, la tristeza, llanto y depresión, así como una fuerte carga de resentimiento. A esto se suma la inseguridad, los temores y la interrupción de un proyecto de vida, porque muchos de estos chicos pudieron lograr un futuro distinto a una vida con problemas mentales”, explica Wurst.
Otro aspecto crucial que detectó el estudio de CAPS es que la mayoría de niños que se vieron de golpe bajo el cuidado de personas distintas a sus madres, pese a que en la mayoría de casos quedaron bajo custodia de familiares, se sintieron insatisfechos y desarrollaron la urgencia de formar sus propias familias e iniciaron tempranamente una vida de pareja, trayendo embarazos adolescentes.
TRISTES SECUELAS
La especialista comenta que los mayores daños se dan en los niños más pequeños, pues sufren traumas en torno a la confianza. “Son chicos a quienes les es difícil hacer vínculos de afecto, pasan de una pareja a otra, básicamente esa contención inicial que necesita todo ser humano para poder vivir y tener seguridad en su entorno. En esos casos sí hay más secuelas”, detalló la especialista de CAPS.
La representante de CAPS aclara que si bien en nuestro país se ha establecido el estudio tomando como base a las mujeres presas durante el conflicto armado interno, los daños en los hijos se pueden presentar en cualquier caso en que son separados de forma violenta de sus progenitoras.
Más aún, dice, cuando el familiar que queda a cargo del cuidado del menor le miente sobre el paradero de la madre, ya que cuando el niño descubre la verdad rompe la posibilidad de confiar en los demás.
OTRA SECUELA
El fantasma del suicidio
Aunque los daños a nivel de salud mental que padecen los menores que fueron separados de sus madres porque éstas tuvieron que ser recluidas en un penal son de nivel emocional y de confianza, un grave indicador en común enmarca a un 41% de estos menores, pues ellos mostraron intentos de suicidio, mientras que un 55% ha tenido ideas suicidas.
Otro de los daños que el reporte de CAPS señala es que los menores afectados por este trauma indicaron durante las entrevistas hechas para elaborar el informe que el 68% tiene tendencia a decir mentiras y el 64% continuó su vida diciendo mentiras.
Wurst explicó que este tema se basa en la confianza, pues en la mayoría de casos a los niños se les miente sobre el paradero de las madres. “Al final el menor descubre la verdad y las consecuencias son peores porque no podrá recobrar la confianza en su círculo familiar ni establecer lazos de confianza con su entorno”.
CAPS estableció que en el Perú, al menos el 80% de las mujeres presas son madres, por lo que ha diseñado una serie de recomendaciones al Estado para atender el problema.
“Acá los niños solo pueden estar con sus madres en los penales hasta los tres años, pero en otros países les permiten estar hasta los 12, aunque no hay un estándar, se podría elevar el rango en nuestro país”, precisó la especialista.
Omar Olivares
Redacción
Fuente: laprimera