Publicado el : 8 Diciembre 2011 – 12:59 de la tarde | Por Carolien Omidi (Foto: Screenshot (c) Current)

Hombre o mujer. En Irán no hay una opción intermedia. Es por eso que el gobierno iraní subsidia operaciones de cambio de sexo, dice el profesor Bahram Mir-Jalali, una autoridad en ese terreno. Su país se encuentra en segundo lugar en el mundo cuando se trata de operaciones para cambiar el sexo de hombres y mujeres. Algo curioso en un país tan rigurosamente islámico.

Tiene una apariencia extraordinariamente femenina: largas pestañas, labios pintados de rojo y rizos que solo cubre parcialmente un finamente bordado velo musulmán. Sin embargo, Somayeh, de 23 años, era hace poco tiempo un hombre llamado Afshin. Un hombre muy infeliz, según cuenta ella misma.

“Siempre me sentí como mujer, de niño jugaba con muñecas Barbie. Solo mi apariencia no era la correcta. Fue un gran alivio cuando escuché que se puede cambiar de sexo a través de una operación. Pensé: esa es la solución para mí”.

Muchas conversaciones previas
Así como muchos otros, Somayeh se marchó de su pueblo natal en el norte de Irán a Teherán, especialmente para visitar la clínica del profesor Bahram Mir-Jalali, pionero y autoridad en el terreno de las operaciones de cambio de sexo. En doce años, el especialista ha ayudado a más de mil personas. Después de muchas conversaciones previas, Afshin también se transformó en la mujer que sentía ser.

Por decir lo menos, llama la atención que justamente Irán, un país fundamentalista islámico en el que la homosexualidad se castiga con la pena de muerte, sea el segundo país del mundo en número de operaciones de cambio de sexo. Solamente en Tailandia la cantidad es mayor. El cambio de sexo no solamente está autorizado por la ley iraní sino que también está subvencionado por el gobierno. Hasta la mitad de los gastos de la operación, que son más de seis mil euros, son sufragados por el Estado iraní.

Nuevo documento de identidad
El Gobierno considera que los costos y los daños, traducidos en suicidios y criminalidad, son más altos para la sociedad si esas personas no son reconocidas y ayudadas. Antes de la operación, los pacientes reciben autorización para llevar ropas de hombre o mujer en público. Y después de la intervención reciben un nuevo documento de identidad.

Se asegura que Irán subvenciona las operaciones de cambio de sexo justamente para evitar que las personas vivan su vida como homosexuales, pero según el doctor Mir-Jalali existen otras razones. “En este país, con la segregación sexual existente, la gente es dividida en hombres y mujeres sin que nadie se pueda permitir estar en medio. Un cuerpo transformado procura claridad”. Esto lo sabe también Hamed, un joven corpulento que antes se llamaba Sjirien. “Como mujer en ropa masculina siempre se ríen de ti en la calle. La gente no sabe cómo calificarte”.

Fatwa
La justificación de la política iraní tiene su raíz a mediados de los años ochenta. Entonces el fundador de la república islámica, el ayatola Jomeini, pronunció una “fatwa” (una ley islámica) que permitía el cambio de sexo a una persona. Sin embargo sigue habiendo todavía muchos tabúes alrededor de la transexualidad.

El doctor Mir-Jalali se ha comprometido desde hace años por la aceptación social de este fenómeno. “En comparación con quince años atrás, la situación ha cambiado considerablemente, pero el camino es largo. Todavía sigo dando charlas en todo el país para eliminar el tabú del tema de la transexualidad. A veces habla también el mulla Kariminia de Qom (una ciudad sagrada de los chiítas). La gente todavía confunde transexualidad con homosexualidad. Es importante poder escuchar de labios de religiosos respetados que Dios no considera la transexualidad un pecado. Sin embargo cada vez es extremadamente difícil decirle a un padre que su hijo no quiere otra cosa que ser una muchacha. Especialmente las familias muy religiosas de las zonas rurales lo consideran una vergüenza. El miedo de lo que puedan pensar los vecinos al respecto es enorme. Ocurre todavía con frecuencia que alguien sea repudiado por su propia familia”.

Sin contacto con la familia
Desgraciadamente este fue el destino de Somayeh. “Mis padres no me apoyaron en nada. Ellos pensaban que si yo me comportaba como un muchacho también me sentiría como uno. Yo tenía un poco de esperanza que después de la operación cambiaran de opinión pero eso no ocurrió. Yo no veo nunca a mi familia. Solamente a veces hablo por teléfono con mi madre, y ella siempre empieza a llorar. Yo encuentro terrible que apenas haya contacto. Pero no me arrepiento de la operación. Me tienen que aceptar como soy, incluso si les resulta difícil. Ahora tengo un prometido y me siento muy apoyada”.

Mir-Jalali no conoce casi ningún paciente que se haya arrepentido después de la operación, según afirma. “Hacemos un trabajo psicológico de por lo menos un año para estar seguro que la persona es realmente transexual”.

Fuente: radio nederland

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