Enviado por Gonzalo

valdivia.gj@pucp.edu.pe

Vivimos ante una red multimedia que privilegia la exposición desmesurada de imágenes. Esto no es malo, cumple con acercar el objeto de estudio al sujeto cognoscente.
En el caso de los affaires por red social, los hombres o mujeres “infieles” no muestran madurez para asumir su matrimonio, ni convicción en la pareja que han eleguido para formar una sociedad jurídica, de gananciales, representar a los miembros de ambas familias, etc.
Son personas cuyo deseo e intuición sucumben ante una imagen que bien podría ser falsa, retocada, desfasada, etc.
Es distinto un elogio mesurado, a una constante actitud de acoso y seguimiento del sujeto de deseo.
Debería verse también el aspecto de los menores de edad acosados por mayores en estas redes. Pues ellos entran con perfil bajo para ganar simpatías.
El asunto presenta un vacío de la ley, ¿Qué se regula dentro de un matrimonio exactamente si la infidelidad no es consumada físicamente? Se podría tratar de mesurar la libertad de expresión del cónyuge, cuando sus posts, comentarios, etc. podrían ofender a su pareja, herirla o disminuirla en aprecio ante la comunidad de amigos que la saben casada.
Pienso que un tema poliédrico necesita una solución del mismo aspecto (legislación, ayuda psiquiatrica, etc:)
¿Por qué nos llama la atención esta noticia? Quizá porque estamos a la expectativa de una reacción violenta por parte de un cónyuge de personalidad posesiva.

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