Por Raquel Sierra

Las cicatrices por la ausencia de la figura paterna, cuyas huellas marcan desde la infancia y llegan hasta la adultez, narradas desde el sentimiento y el sentido común, llenan páginas del libro En el nombre del hijo, de Lourdes Pasalodos. Luego de un salto del periodismo a la edición, esta periodista de alma transita a la literatura y pone, en manos de lectoras y lectores su primer libro, “una especie de Aché (suerte) que se abre camino por sí solo”, dice, pese a la complejidad e intimidad del tema.
Uno tras otro transcurren los testimonios: algunos firmados, unos con iniciales o nada. En todos se delatan las rupturas y el dolor. Unos hablan del padre que nunca conocieron; otros, de cómo fueron abandonados a mitad del camino. Los recuerdos denotan a veces odio, añoranza, resentimiento y hasta desconfianza en el cariño.
Según la autora, quien se declara ecuménica y vota a dos manos por el mejoramiento humano, por cada testimonio una persona declinó responder y más de uno confesó que no quería revivir el dolor pasado.
El volumen, bajo el sello editorial Acuario, del Centro Felix Varela, fue presentado primero en enero pasado durante el V Congreso cubano de Educación, Orientación y Terapia sexual, y más recientemente, la pasada semana, en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Su génesis pasa también por la vida de su autora.
“Hubo un momento en mi pasado reciente en que un nuevo miembro de mi familia podía haber corrido el riesgo de crecer sin la anuencia y el amor de su papá. Colocada en el lugar de la criatura, que ni siquiera había llegado al mundo, esto me produjo un inmenso dolor”, cuenta a SEMlac.
Entonces, sintió “la necesidad de hacer algo, ya no por esa persona en embrión, sino por la infancia toda, y decidí escribir el libro. El detonante me condujo a un sinnúmero de preguntas a mí misma y, de esa manera, fue armándose en mi cabeza el contenido y la forma, lo que quería decir y cómo”.
Para ello, Pasalodos contaba con una cantidad de reflexiones sobre el tema archivadas en su memoria. “Los asuntos vinculados con las relaciones humanas siempre han sido de mi interés, de manera que había un sustrato compuesto por búsquedas, intercambios y lecturas”, además del ejercicio del criterio sobre el tema en los inicios de su desempeño como periodista en el diario Juventud Rebelde.
Para Lourdes, “el tema familia fue subsumido, como tantos otros, por el llamado período especial”, la crisis económica iniciada en la isla en los inicios de la década de los noventa. “Pero debe ser retomado en Cuba con urgencia”, agrega. “Si la familia es la célula base, y está enferma, el tejido social se corrompe en perjuicio de cubanas y cubanos de hoy y de mañana”.
El prólogo del historiador Julio César González Pagés, profesor de la Universidad de La Habana y estudioso del tema de las masculinidades, señala que “la cuestión de definir la paternidad se vincula con redefinir los papeles de los géneros y las relaciones”.
La ausencia paterna, sus causas, repercusiones para toda la familia y su vinculación con el machismo son analizados desde la perspectiva del entendimiento y la sensibilidad, enfocada en muchos destinatarios.
“Escribí pensando en los hombres y en las mujeres reproductoras de los patrones de la cultura patriarcal hegemónica. Para mí la distancia más corta para lograr la equidad de género es la profundización en los temas inherentes a la masculinidad”, explica Lourdes Pasalodos.
A su vez, aclara: “con ello no menoscabo los estudios y conquistas producidos por el feminismo y su enorme valor histórico. Las mujeres y los hombres, aun en el mejor de los casos, vivimos en una situación conflictiva, no pocas veces de lucha por el poder. Los expertos en mediación y solución de conflictos afirman que estos deben encararse de modo tal que todos ganen”, reflexiona.
“El padre es una figura importantísima en la vida de la descendencia. La sociedad, machismo mediante, privilegia la maternidad; tanto, que eso son en primerísimo lugar las mujeres: madres. Y muchas de ellas tienen una profunda proyección machista, reproducen el patrón”, incluso “algunas que se llaman feministas”, agrega la escritora.
“De lo que se trata ahora es de mostrarles a los hombres, desde la masculinidad, que son victimarios y víctimas del machismo. Y que se pierden un montón de vivencias gratificantes, entre ellas la atención afectiva de sus hijos. Pienso que, o actuamos ‘con todos y para el bien de todos’ o avanzaremos poco y demasiado lentamente”, sostuvo la escritora a SEMlac.
“Si hoy en Cuba la paternidad no es más responsable, no es solo una consecuencia de la actitud de un buen número de hombres. La política y los medios aún reflejan al padre como al segundón que, además, es el decisor por excelencia en el seno de la familia nuclear”.
En su libro, Pasalados señala que “los hombres debían proclamar por sí mismos su emancipación”, pues ellos “tienen mucho que aprender y numerosos deberes y derechos que ganar”.
Y agrega que “la primera aspiración de las mujeres con espíritu liberador debía ser no reproducir los patrones machistas en la educación de los hijos. Criamos hijos machistas y después luchamos por la equidad y contra la segunda jornada. Por ahí hay un primer problema a tener en cuenta. Esta batalla comienza por y desde nosotras en casa”.
En el nombre del hijo aborda también la ética del cuidado, en una entrevista al profesor de Psicología clínica y Psicoterapia infantil de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, Miguel Ángel Roca, e incluye la Convención sobre los derechos del niño, adoptada por la Organización de Naciones Unidas en 1989.
Para el profesor González Pagés, “el desafío que nos propone En el nombre del hijo es imposible de obviar por necesario, audaz y comprometido”.
Uno de los capítulos del libro aborda las definiciones de familia y las relaciones intrafamiliares en dos documentos legales de la nación caribeña: la Constitución y el Código de Familia, adoptados en 1976 y 1975, respectivamente, y que ya han sido superados por el tiempo y la propia vida.
“Más temprano que tarde, Cuba deberá recontextualizar el capítulo Familia de la Constitución de la República y el Código de Familia; ambos han caducado para bien”, señala Pasalodos.
“La sociedad no solo ha avanzado, además se ha complejizado. Hay un número importante de asuntos esenciales que no existían en los años setenta, cuando fueron promulgados esos documentos jurídicos. Han ocurrido avances y retrocesos. Y aunque los problemas no se solucionan por decreto, las bases jurídicas desempeñan un papel de no poca importancia”, alerta la periodista.

Fuente: SEMLAC

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