Flávia Resende 28/04/2009 – 13:04.

En la semana en la que el Consejo Nacional de Justicia, CNJ, divulgó resultados de los dos años de vigencia de la Ley Maria da Penha, referencia en la legislación brasileña en cuanto a violencia de género, el estado de Minas Gerais mostró que no siempre la pena restrictiva de la libertad es la única que garantiza la efectividad de la ley.

Según la evaluación del CNJ de los 150.532 procesos que se tramitan en 23 tribunales de justicia del país (con excepción de los tribunales de Rodônia, Roraima, Rio Grande do Norte y Paraíba, que no suministraron la información al CNJ), apenas 2% de los casos, o sea, 1.801 casos generaron pena de prisión.

En Minas, uno de los caminos encontrados para tratar la violencia contra la mujer y la violencia familiar, que también es contemplada por la Ley Maria da Penha, pasa por otras alternativas a la pena de prisión.

Buenos ejemplos son los grupos de reflexión para hombres (grupo Andros y para grupo V.I.D.A -Violencia Interrumpida, Derecho y Acción – para mujeres) ambos coordinados por el Instituto Albam, ONG especializada en violencia de género. Los grupos de reflexión se hicieron posibles gracias a trabajos conjuntos con el Tribunal de Justicia y la Promotoria da Defesa da Mulher para combatir la violencia de género y familiar.

Andros existe hace cuatro años, por tanto es anterior a la Ley Maria da Penha. Fue creado por el Tribunal de Justicia y el Instituto Albam para tratar crímenes de menor potencial ofensivo que afectan sobre todo a las mujeres, tales como lesión corporal leve, amenaza y violación de domicilio, entre otros, y que no tenían tratamiento especial al ser remitidos a Juzgados Especializados Criminales, Jecrim por su sigla en portugués.

Según la sicóloga Fátima Pessali, socia fundadora del Instituto, la sociedad con el Jecrim se creó para tratar los casos de violencia doméstica e intrafamiliar de forma diferenciada. “Los jueces decidían sobre penas pecuniarias, pago de bono alimentario y prestación de servicios a la comunidad que no resolvían los problemas de violencia de género. Al contrario, acababan por banalizar tan grave problema”.

Fátima recuerda que fue a partir de estas observaciones y de un proyecto desarrollado por el departamento sico-social del Juzgado que nació el grupo. “Pensamos en un proyecto en que el objetivo principal sería responsabilizar a los hombres que ejercen violencia contra mujeres a través de intervenciones grupales y de carácter sico-educativo y reflexivo”, dice.
Andros trabaja con grupos de hombres en Belo Horizonte, Neves y otras ciudades y recibe hombres que cometieron tanto crímenes de menor potencial ofensivo, como los contemplados por la Ley Maria da Penha. Todo depende del cause que los jueces y la Promotoria dan a los acusados.

promotora_lais_silveira_edi.jpgSegún la promotora Laís Maria Costa Silveira (foto), 90% de los casos que llegan a la Promotoria de Justicia son crímenes de amenaza y lesiones corporales leves, que podrían ser tratados con otras penas y el grupo reflexivo es una alternativa para el trato de la violencia.

La brecha en la ley para justificar el uso de la medida para los hombres fue encontrada en el artículo 22 de la Ley 11.340/2006 que propone una serie de medidas de protección a las mujeres, y que no es taxativo. “En la parte que permite el aplicador de la ley obligar el acusado a frecuentar determinados lugares, nosotros encontramos la brecha para que los hombres pudiesen ser encaminados hacia los grupos”, explica.

Tiempo de reflexionar

Los hombres llegan al grupo de reflexión por dos vías: enviados por la Promotoria en cumplimiento de una medida cautelar mientras el proceso es juzgado por el juez especializado en los crímenes de la Ley María da Penha, o a través de una medida socio-educativa de un crimen de menor potencial ofensivo, encaminado por el Juzgado Especial Criminal.

Es el caso del técnico administrativo A.J.S., quién pidió mantener su nombre en reserva y que está cumpliendo una medida alternativa por crimen de desacato. Según él, debido a una pelea con la ex mujer sobre el horario de visitas a su hijo, ella llamó a la policía y él, muy nervioso, terminó peleando con los agentes y fue apresado.

En el Juzgado, durante la audiencia, para no continuar con el proceso, A.J.S. terminó haciendo una transacción penal con el Ministerio Público, prefiriendo unirse al grupo reflexivo de hombres a tener que soportar una condena procesal y una posible pena de prisión. Fueron 16 encuentros con el grupo. Según él, a pesar de sentir que la situación era injusta pues considera que su ex mujer también ocasionó el conflicto entre ellos, frecuentar el grupo Andros fue positivo.

“Yo estoy en contra de la violencia. Pero las mujeres también son más agresivas hoy que hace un tiempo. Yo creo que también debería haber un grupo para ellas”, sugiere. “Aquí aprendemos con la experiencia del otro. Pensamos: si el actuó así y pasó esto, yo puedo actuar de manera diferente”, explica.

El guardia de seguridad G.S., también receloso de su identidad, a pesar de sentir que el castigo era injusto, pues según él su mujer también fue culpable de que él fuera llevado preso, apreció la primera experiencia con el grupo. “Me pareció bueno. Pude hablar, oír, recibir alguna orientación y tomé bastante de la experiencia de otras personas”, cuenta.

G.S. llegó al grupo después de incumplir una medida cautelar que le impedía aproximarse a su ex mujer, a pesar de la cuál él terminó agrediéndola porque se sentía impedido de ver a su hijo, lo que acabó en una medida cautelar más, esta vez siendo encaminado hacia el grupo de reflexión.

Para Alessandro Vinicuis, sicólogo y coordinador del grupo, el sentimiento de injusticia de los hombres que llegan a cumplir la medida es normal. “Ellos llegan muy frágiles, y les cuesta entender la responsabilidad que tienen en el acto que los trajo aquí”, afirma. “Nuestra función es hacer que ellos vean la situación desde la otra óptica; de la de aquel que padeció la violencia. Si ellos entienden su responsabilidad en el acto, pueden cambiar de conducta”, explica.

Para Alessandro, culpar al individuo no lleva necesariamente a un cambio. El proceso sico-pedagógico puede ser más eficaz en estos casos. “Aquí hay espacio para el intercambio de información, orientación e incluso apoyo sicológico. Trabajamos con los patrones de conducta, otros puntos de vista y sentimientos”, cuenta.

La promotora Laís va más allá. Según ella, los grupos reflexivos son condiciones de eficacia concreta de la Ley Maria da Penha, ya que la ley no tiene condiciones de vigorizar solamente por el lado jurídico. “Nosotros los jueces, promotores, policías y demás operadores del derecho, somos incapaces de aplicar a ley”, considera. “Es preciso que un equipo multidisciplinario dé cuenta de eso”.

¿Mujeres agresivas?

mulheres_grupo_vida_edit.jpgLo que no puede faltar en cualquier reflexión es el otro lado de la cuestión. Pensando en esto, la Promotoria de Defesa da Mulher creó un grupo espejo del de los hombres: V.I.D.A., al cual van las mujeres víctimas de agresión en caso de que quieran trabajar su parte en el tema de la violencia.

Según la sicóloga Lucy Diniz, coordinadora del grupo, el abordaje en grupo para mujeres es un poco diferente ya que la participación es voluntaria. “Las mujeres llegan muy frágiles, con la autoestima baja y se sienten incapaces de ninguna acción”, afirma Lucy.

La profesora Zélia Lúcia es una de las muchas que frecuentan el grupo por causa de agresiones sufridas por el hijo. Cuenta que fue la primera vez que ella lo denunció y lo sacó de la casa, en 30 años de sufrimiento. “Con el grupo, me he sentido más fuerte para lidiar con mis decisiones. Sola una piensa que no es capaz, aquí, todas tenemos problemas parecidos”, declara.

La dueña de casa, Beatriz do Carmo, agredida por el marido, no ha podido dejar el grupo. Comenzó asistiendo al grupo en la población de Contagem y cuando las sesiones allá terminaron, empezó a frecuentar el grupo de Belo Horizonte. Ella cuenta que fue agredida por el marido después de 20 años de matrimonio. “Mi papá también agredía a mi mamá. Hoy, veo que también tuve participación en la agresión que sufrí”, reflexiona.

Para la sicoanalista Malvina Muskat, la violencia de género debe ser vista bajo múltiples puntos de vista. “¿Será que la mujer es totalmente pasiva ante la violencia?”, polemiza. Ella cree en la eficacia de grupos de reflexión tanto para mujeres como para hombres. “El castigo no es suficiente. Muchos hombres son violentos y creen que tienen derecho de serlo. La violencia para ellos muchas veces es una forma de poner fin al conflicto”, afirma. “Los hombres necesitan ser comprendidos y escuchados. Esto no quiere decir que los estemos disculpando por la violencia sino que es necesaria una oportunidad de escucha para estos hombres”, defiende.
Resultados

Resultados

equipe_instituto_albam_edit.jpgSegún Amanda Alcántara Peixoto, asistente social del Programa Central de Penas Alternativas (Ceapa) de la Secretaria del Estado de Defensa Social (Seds), responsable de monitorear el cumplimiento de las medidas socio-educativas de los hombres encaminados por el Jecrim, aún no existen números oficiales que comprueben o no la eficacia de los grupos reflexivos de hombres en el trato con la violencia de género e intra-familiar, en el estado.

Ella explica que los jueces del Juzgado Especial, al final del cumplimiento de la medida por parte del acusado, tienen una audiencia con todos los actores, que consiste en un encuentro de 20 hombres que pasaron por los grupos de reflexión, los sicólogos del Instituto Albam y un técnico de Ceapa, a fin de analizar los resultados de los grupos.

En esta audiencia, según ella, los hombres suelen estar muy intimidados por la presencia del juez, pero cuando se dirigen a los técnicos que los acompañaron a lo largo de la medida educativa, generalmente se abren más, demostrando que tuvieron beneficios. “La postura, las reflexiones que algunos hombres nos traen, muestran que ellos aprendieron que el diálogo es mejor que la agresión sea, que la violencia comienza a ser desnaturalizada”, evalúa.

Según Silveira, la Promotoria tampoco dispone de números o cruce de datos para saber si los hombres que pasaron por los grupos vuelven a delinquir. Pero ella explica que uno de los beneficios concretos es que el juez puede disminuir la pena, en caso de que el acusado haya tenido una buena asistencia al grupo de reflexión.

Sin embargo, lo que la promotora juzga más importante en esta iniciativa, es la oportunidad promovida por los grupos reflexivos a hombres y mujeres. “Del mismo modo que las mujeres reproducen la violencia sufrida para hijos e hijas, entendemos que los hombres también son repetidores de conductas que los hieren a ellos. Ambos precisan tomar conciencia del ciclo del cual son parte”, concluye.

Fuente: http://www.comunidadesegura.org/es/node/42258

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