Chile

En Chile, el domingo 17 de enero se realizará la segunda vuelta electoral entre el candidato de la Concertación, Eduardo Frei y el de la derecha, Sebastián Piñera. De triunfar el segundo, sería la primera vez, casi 20 años desde que el país derrotara la dictadura de Pinochet en las urnas, que un gobierno de derecha llegaría a la presidencia.

Está en juego en esta elección presidencial dos miradas de país diametralmente distintas, en particular en los temas que la prensa local insiste en llamar “valóricos”. La garantía de contar con iguales derechos para hombres y mujeres respetando sus opciones de vida, promover una participación paritaria de las mujeres, impulsar el pleno respeto a los derechos sexuales y reproductivos de las personas, abogar por la legalización del aborto y erradicar la violencia de género son algunos ejemplos que marcan la diferencia entre ambos aspirantes presidenciales. Pero también las condiciones laborales y el derecho a sindicalización para reivindicar mejores salarios.

En este escenario, para que la candidatura de Eduardo Frei, sucesor de Michelle Bachelet por la Concertación, signifique continuar y profundizar la democracia, agrupaciones de mujeres progresistas piden a este candidato que incluya en su programa una serie de demandas. Para ello se articuló una iniciativa de mujeres progresistas, independientes y de izquierda, feministas, de organizaciones sociales y sindicales, de ONGs y de redes, que habiendo votado por Marco Enríquez Ominami, Jorge Arrate o Eduardo Frei en la primera vuelta, se unieron y pactaron un apoyo a la candidatura de Frei.

A partir de esta iniciativa fue laborada una carta con más de 260 firmas de mujeres de diferentes partidos, líderes sociales, militantes de la diversidad y algunas connotadas independientes. Las representantes de las tres candidaturas de la primera vuelta electoral se reunieron con Carolina Tohá, coordinadora general de la campaña de Eduardo Frei, y con el comando de mujeres del candidato concertacionista, entregaron esta solicitud y están a la espera de un gesto de compromiso efectivo.

Para hablar sobre los alcances de este acto político, conversamos con Teresa Valdés, coordinadora del Observatorio de Género y Equidad, quien junto a varias mujeres de distintos partidos colaboró en el programa de Eduardo Frei para las mujeres y participó activamente de esta iniciativa.

¿Cuál es el nuevo escenario ad portas a las elecciones de este domingo?

Hay un hecho que es interesante analizar. El candidato de la Presidenta Michelle Bachelet es Eduardo Frei. Sin embargo, cabe preguntarse por qué, pese a que la mandataria termina su período con un histórico 81% de aprobación, no puede traspasar su popularidad a su sucesor, que en la primera vuelta obtuvo el 30%.

Sin duda, Michelle Bachelet cambió dramáticamente el balance del poder simbólico entre mujeres y hombres en Chile. Ella fue capaz de colocar la paridad no sólo como un bien simbólico sino como objetivo de la democracia. Desde el 21 de diciembre de 2009 comenzó a regir la ley que establece la igualdad salarial para hombres y mujeres, la cual apunta a terminar con la discriminación salarial. Igualmente, la Cámara de Diputados aprobó recientemente, en este mes de enero, el proyecto sobre Información, Orientación y Prestaciones en materia de Fertilidad, que permite la entrega gratuita de la píldora de anticoncepción de emergencia en los consultorios públicos, incluso a menores de 14 años (pese a que la derecha exigió un nuevo paso por el Tribunal Constitucional). Qué decir del sistema previsional que avanza en el reconocimiento del trabajo reproductivo, y la prioridad dada en la política pública a la erradicación de la violencia contra las mujeres en la familia.

Entonces volvemos a la pregunta del millón. ¿Por qué con una Presidenta tan celebrada y apoyada, su candidato saca el 30%? La respuesta es que Chile ya no es el mismo que votó por Michelle Bachelet hace cuatro años. El país cambió sustancialmente y la ciudadanía ahora expresa su molestia por la forma poco transparente y democrática en que han actuado las cúpulas de los partidos de la Concertación, las persistentes desigualdades sociales, la exclusión de temas relevantes para la población por las restricciones del sistema electoral binominal y el modelo económico que privilegia al mercado y a quienes dominan en él. Hoy el ejercicio de los derechos es más que un voto en las urnas.

Los problemas en los partidos son evidentes. Existe una crisis de confianza política. En 20 años de gobierno concertacionista aún se mantiene una Constitución de bases poco democráticas y un sistema electoral excluyente y no representativo. Una mayoría de electoras y electores busca profundizar la democracia y un proyecto distinto y renovado, lo que se reflejó en la división de las fuerzas progresistas y de izquierda en tres candidaturas. El candidato de Concertación sólo obtuvo un 30% de apoyo, y los otros dos candidatos sumaron un 26% y el conglomerado de gobierno debe entender lo que está tras su pobre resultado en la primera vuelta electoral en diciembre de 2009.

¿Cuál es el papel de las mujeres para avanzar en el reconocimiento de sus derechos?

Las mujeres hemos sido uno de los pilares fundamentales para avanzar hacia un Chile más progresista. Luchamos por el derecho al sufragio y a la plena ciudadanía en los años 30 y 40; a través de la Concertación de Mujeres por la Democracia, en la campaña “Soy mujer, tengo derechos”, formulamos propuestas de gobierno en 1989. Esa ocasión utilizamos la consigna “democracia en el país y en la casa”, y nuestras propuestas fueron recogidas por el gobierno del Presidente Aylwin y los gobiernos posteriores de la Concertación con la creación del SERNAM (Servicio Nacional de la Mujer). De allí salieron sucesivas políticas para la igualdad entre mujeres y hombres, la no discriminación y la no violencia hacia las mujeres, las cuales hoy ponen a Chile en un lugar privilegiado en toda América Latina.

Es cierto que muchos avances no se han logrado concretar porque requieren mayorías parlamentarias en el Congreso, donde la derecha se ha negado a concurrir con sus votos: la ley marco de derechos sexuales y reproductivos, la ley de representación equilibrada, la tímida ley de cuotas, entre otras. Cabe recordar que la presentación al Tribunal Constitucional sobre la distribución de la píldora del día después en consultorios dejó muy claro quiénes son los que están por impulsar avances en temas de género y equidad, y quienes no.

¿Qué buscan las mujeres progresistas en esta segunda vuelta electoral?

En el próximo gobierno queremos contar con un Ministerio de Igualdad y no con un SERNAM “jibarizado” bajo una Subsecretaría de servicios en MIDEPLAN (Ministerio de Planificación y Cooperación). Queremos paridad en los cargos públicos y de representación y también en la empresa privada, queremos igualdad efectiva en las remuneraciones, ciudadanía laboral para las trabajadoras temporeras y del comercio, corresponsabilidad de hombres y mujeres en las tareas de cuidado (de niños/as, adultos mayores y discapacitados/as), con el apoyo del Estado y de leyes laborales que lo garanticen. Queremos más igualdad y no una promesa de futuro con motivo de una campaña electoral, estamos por un compromiso que se demuestre con hechos, con prácticas coherentes y trayectoria.

No apoyaremos nunca un gobierno de derecha, pero tampoco estamos dispuestas a aceptar la repetición de un esquema debilitado y obsoleto. Estamos por una democracia que asegure la participación activa de toda la ciudadanía y en particular de las mujeres. Para ello es indispensable contar con un programa de gobierno que se esfuerce por democratizar el país y que se comprometa efectivamente con los derechos de las mujeres. Así como en la dictadura tomamos la iniciativa de unir fuerzas, hoy estamos por apoyar al candidato que pasó a la segunda vuelta electoral, Eduardo Frei, sobre la base de 10 puntos fundamentales.

¿Cuáles son los diez puntos fundamentales?

Queremos una nueva Constitución que sea democrática en su origen y contenido. Segundo, garantía efectiva de todos los derechos de las mujeres mediante una Ley de Igualdad. Tercero, asegurar la presencia paritaria de mujeres y hombres en todos los niveles de gobierno a través de medidas progresivas y evaluables en los poderes del Estado, las fuerzas políticas y el ámbito privado. En cuarto lugar, aspiramos a contar con una reforma tributaria que reduzca la extrema desigualdad social y genere recursos para las políticas de no discriminación, por ejemplo, la ley de violencia. En quinto lugar, necesitamos una educación pública y no sexista, con financiamiento necesario para alcanzar los mejores estándares de calidad. Como sexto punto creemos en el fortalecimiento del sistema público de salud. Estamos además por profundizar un sistema de protección social que no genere asistencialismo, sino sujetos de derecho. En octavo lugar buscamos la protección del medioambiente y los recursos no renovables mediante una ley efectiva. En el noveno, iniciativas legales que democraticen el funcionamiento de los partidos políticos, limiten los períodos de los cargos de diputados y senadores y aseguren mayor capacidad de influencia a las organizaciones sociales. Y por último, contar con un sistema de medios de comunicación más democrático que fomente la diversidad y la pluralidad de voces.

Fuente: clam.org

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