Alan García debe recordar lo que en 1928 dijo el fundador del APRA: “Quien está de rodillas no camina; y si lo intenta, sin ponerse previamente en pie, tendrá que arrastrarse”!, y no porque los peruanos pudiéramos creer que el presidente vaya a cambiar. Mucha agua turbia ha recorrido bajo el puente.

Por: Alejandro F. Loarte
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Si el APRA sigue siendo un partido inspirado en la doctrina fundacional que estableció su líder Víctor Raúl Haya de la Torre en 1928, Alan García y todo el liderazgo actual del APRA que gobierna el Perú carecen de absoluta autoridad moral y política para representar a ese partido, mientras, al mismo tiempo, deshonran ese legado filosófico político que, junto al de González Prada y José Carlos Mariátegui, entre otros, es patrimonio de la variada y seria cultura política revolucionaria peruana.

Las tesis fundacionales -o constitutivas- de esa Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA, han inspirado la buena fe y alentado el heroísmo patriótico de cientos de revolucionarios de base dentro y fuera del Perú. En la lucha por la causa del ”Pan con Libertad” (como así solían llamar los apristas a la causa por justicia social) la vida de cientos de militantes de base y decenas de dirigentes intermedios se frustraron y extinguieron en jornadas difíciles y dolorosas de persecución como aquella que dirigió Búfalo Barreto en Chan-Chan, Trujillo, en 1931.
Claro, en el devenir histórico del APRA, se forjó y consolidó un auto-golpe contra dicha institucionalidad revolucionaria fundacional. Fue el propio Víctor Raúl Haya de la Torre quien inició esa tradición de traición a sus propias tesis aurorales aliándose constantemente con las clases oligárquicas (1945 con Bustamante y Rivero, 1956 con Manuel Prado Ugarteche, 1960 con la Unión Nacional Odriista, 1975 con el gobierno golpista del General Francisco Morales Bermúdez); condenando actos insurreccionales populares como el de Guillermo Carnero y José de la Puente en 1954; y que sus liderazgos nacionales consecutivos han corroborado sin vergüenza elevando a su máxima expresión las características típicas de regímenes oligárquicos (exclusivismo, entreguismo y corrupción) mientras actuaron como gobierno (1985-1990, y 2006-presente).

Alan García y los que le acompañan en el gobierno deberían ser defenestrados del APRA -por sus bases y dirigentes intermedios honestos, si la medida de legitimidad política y ética son los postulados del Antiimperialismo y el Apra de 1928 que a continuación se dan a conocer:

1.- Tesis marxista y la lucha de clases.-”La doctrina del APRA significa, dentro del marxismo, una nueva y metódica confrontación de la realidad indoamericana [hoy podríamos decir, latinoamericana] con las tesis que Marx postulara para Europa”. ”He aquí el sentido, la dirección, el contenido doctrinario del APRA: [que] dentro de la línea dialéctica del marxismo interpreta la realidad indoamericana”. Y la interpreta, enfatizaba Víctor Raúl, en su permanente ”movimiento, negación, y continuidad”.
Aceptaba ”la división de la sociedad en clases y la lucha de esas clases como expresión del proceso de la historia”. E identificaba que ”la clase opresora mayor –la que realmente respalda todo el sistema de explotación refinado y moderno que impera sobre nuestros pueblos- es la que el imperialismo representa”.

2.- Tesis de la explotación y opresión del imperialismo norteamericano.- El imperialismo (”en su forma contemporánea y típicamente norteamericana”) es el peligro mayor de nuestros pueblos, nos explota económicamente y nos oprime políticamente. Penetra y se yuxtapone a nuestros sistemas económicos incipientes revistiéndose de cooperación científica [tecnología moderna] y de impulso [a la prosperidad]. Utiliza parcialmente nuestra primitiva arquitectura económica feudal y semifeudal, destruye la competencia y frustra el proceso de una verdadera burguesía nacional, convirtiéndolas en clases aliadas y servidoras sojuzgadas. Mientras, por otro lado, ”proletariza y empobrece al resto, que es gran mayoría.”, dando lugar a la clase proletaria bajo un sistema moderno de explotación.

”Son las mayorías nacionales de nuestros pueblos los que sufren los efectos de la invasión imperialista” que impone formas modernas de explotación económica y gravámenes fiscales y normativos que se adecuan a los intereses de los grandes empréstitos o concesiones. La soberanía de nuestros estados se ha visto así drásticamente amenazada. Por lo tanto ”la lucha contra el imperialismo queda planteada en su verdadero carácter de lucha nacional”, de lucha por la defensa de nuestra soberanía nacional, de lucha anti-imperialista.

3.- Tesis de la lucha antiimperialista Indoamericana.- Como no es posible la lucha anti-imperialista en un solo país, Víctor Raúl propuso como primera acción ”la unificación política y económica de las veinte repúblicas en que se divide la gran nación indoamericana” [Hoy América Latina y El Caribe].
Ningún país nuestro puede transformarse súbitamente y alcanzar algún desarrollo capitalista autónomo para competir a los Estados Unidos. El ”capitalismo imperialista de los Estados Unidos” controla casi totalmente nuestra vida económica e impide nuestro desenvolvimiento libre. ”Repetimos una vez más: dentro del sistema capitalista, Indo-América va hacia el coloniaje.”

4.- Tesis de la revolución social por etapas.- En el frente interno será preciso llevar a cabo una ”revolución social (no socialista)” que lleve a cabo la doble tarea de ”emancipación nacional contra el yugo imperialista y la unificación económica y política indoamericana”, y la emancipación económica y cultural del campesinado mediante una lucha contra el feudalismo. ”La revolución socialista vendrá después. Vendrá cuando nuestro proletariado sea una clase definida y madura para dirigir por sí sola la transformación de nuestros pueblos. Pero eso ocurrirá mucho mas tarde.”. Este es el verdadero camino al desarrollo y a la ”afirmación del progreso clasista. El cooperativismo, la nacionalización de la tierra y de toda la industria que sea posible nacionalizar, y la organización de un nuevo sistema de economía nacional que se oponga a la monstruosa explotación del imperialismo”.

5.- Tesis del estado colonial.-El estado en Indo-América ”depende ineludiblemente del imperialismo, se convierte en instrumento de dominación … y no puede hallar otra dirección económica que la de entregarse a la esclavitud que le impone el imperialismo. Repetiremos: dentro de la dialéctica del sistema capitalista mundial, nuestros países no tienen liberación posible.”

6.- Tesis del estado antiimperialista.- La antítesis del estado colonial es el estado anti-imperialista. El estado antiimperialista es un instrumento de defensa y lucha ”de las clases campesina, obrera y media unidas” en ”contra del enemigo imperialista que pugna por impedir la consumación revolucionaria”.

El estado revolucionario consiste tanto de nuevos principios jurídicos así como de nuevos sistemas de aplicación económico, político y social. Citando al Manifiesto Comunista de Marx y Engels, Víctor Raúl declara que ”las clases trabajadoras no pueden sencillamente apoderarse del mecanismo que les presenta el estado tal como existe y hacerlo servir así para sus propios fines” sino que tienen que transformarlo en una nueva arquitectura o aparato estatal.

El imperialismo no cesará de atacar y distorsionar el nuevo estado que, por consiguiente, deberá ser primeramente un ”Estado de defensa, que oponga al sistema capitalista que determina el imperialismo, un sistema nuevo, distinto, propio, que tienda a proscribir el antiguo régimen opresor.”

Y como la mejor defensa es el ataque, el nuevo estado debe establecer ”un nuevo sistema de economía, científicamente planeada y un nuevo mecanismo estatal que no podrá ser el de un estado democrático ‘libre’, sino el de un Estado de guerra, en el que el uso de la libertad económica debe ser limitado para que no se ejercite en beneficio del imperialismo.”

A diferencia del Capitalismo de Estado que se crea de emergencia para rescatar al capitalismo privado cuando está en crisis, ”el nuevo estado busca una nueva organización social no en beneficio del imperialismo que supone la vuelta al sistema capitalista sino en beneficio de las clases productoras, a las que ira capacitando gradualmente en el dominio y usufructo de la riqueza que producen”.

Para crear esa nueva sociedad, el nuevo estado tiene que establecer límites a la iniciativa privada, controlar el progreso de la producción y la distribución de la riqueza. ”El Estado Antiimperialista que debe dirigir la económica nacional, tendrá que negar derechos individuales o colectivos de orden económico cuyo uso implique un peligro imperialista. Es imposible conciliar… la libertad absoluta individual en materia económica con la lucha contra el imperialismo. El propietario nacional de una mina o una hacienda, que vende su propiedad o negocio a un empresario yanqui, no realiza una acción contractual privada, porque el comprador no solo invierte dinero sino que invierte soberanía, llamémosle así. Tras el nuevo interés creado por esta operación económica, aparentemente sencilla, está el amparo político, la fuerza de la potencia imperialista que respaldara… los intereses del extranjero. El Estado Antiimperialista limitará, pues, el ejercicio del uso y abuso -just utendi, jus abutendi-, individuales, coartará la libertad económica de las clases explotadoras y medias y asumirá, como en el Capitalismo de Estado, el control de la producción y del comercio progresivamente.”

Así pues, el camino histórico del nuevo estado es el de crear un nuevo sistema económico que controle progresivamente la producción y la riqueza y que, en correspondencia a la dialéctica histórica, ”niegue y se defienda del actual [status quo].”

A la luz de estas seis tesis aurorales del APRA, la práctica y el discurso político de la administración de Alan García y sus colaboradores en el gobierno peruano se desvela como su absoluta antítesis, como su plena negación.

Alan García jamás reconocerá que la lucha de los indígenas amazónicos, por mencionar un ejemplo fresco, es expresión de la lucha que las clases explotadas y oprimidas del Perú libran en contra del imperialismo norteamericano y sus clases aliadas, la burguesía, la oligarquía y sectores medios. Alan García es incapaz de admitir que administra una arquitectura estatal neocolonial, instrumento de represión de las mayorías, y esclavo del imperio norteamericano en esta fase globalizante neoliberal. Alan García descarta para el Perú cualquier posibilidad de revolución social anticapitalista y antiimperialista; todo lo contrario apuesta al desarrollo y fortalecimiento de la penetración del capitalismo imperialista, hoy abatido en una crisis sistémica, al que reviste con atributos de cooperación tecnológica, financiera, prosperidad, modernidad, entre otras falsas virtudes. Alan García jamás adoptará una actitud antiimperialista, ni menos conducirá a la negación del estado neocolonial y su transformación en uno que limite la libertad económica de las clases explotadoras y medias, que controle progresivamente la producción, el comercio y la distribución de la riqueza a favor de las clases explotadas que en el Perú son la mayoría.

Alan García debe recordar lo que en 1928 dijo el fundador del APRA: ”Quien está de rodillas no camina; y si lo intenta, sin ponerse previamente en pie, tendrá que arrastrarse”!, y no porque los peruanos pudiéramos creer que el presidente vaya a cambiar. Mucha agua turbia ha recorrido bajo el puente. Solo esperamos que en los dos años que le restan de su mandato presidencial no se venda más la patria, no se derrame más sangre inocente, ni se persiga a quien por derecho histórico clama ¡Pan con Libertad! y ¡Justicia Social!

Fuente: telesurtv

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