Los Grupos de Hombres en Nicaragua: Aprendiendo a Construir una nueva Masculinidad

Escrito por Ernest Cañada
martes, 19 de febrero de 2008

Los Grupos de Hombres contra la Violencia (GHCV) en Nicaragua tienen su origen en las primeras actividades que empezaron a desarrollar en 1993 algunos hombres comprometidos con la lucha en favor de la equidad de género y la reducción de la violencia intrafamiliar. El primer colectivo se formó en Managua y desde entonces han ido creándose nuevas agrupaciones, concretamente en: Ciudad Sandino, Mateare, Jinotega, Ocotal, Jalapa, Nueva Guinea, Matagalpa, León y Mulukukú.

En Nicaragua, tras la derrota electoral del Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1990, han pasado muchas cosas. Los logros y conquistas de la Revolución se han perdido progresivamente. De hecho, son muchos los síntomas que nos informan de un proceso de descomposición socio-económica, política y moral. Pero estos años han servido también para poner en evidencia el fortalecimiento de otros movimientos sociales que se habían vistos limitados por las mismas estructuras de poder de la Revolución. Es el caso del movimiento de mujeres.
De este modo, un amplio movimiento autónomo de mujeres ha logrado que las contradicciones de género pasaran a un primer plano del debate público. Una de las preocupaciones centrales ha sido la violencia intrafamiliar, que fue considerada como un grave problema social incluso por las autoridades del país.
El Ministerio de Salud publicó un decreto en 1996 en el que asumía “la violencia intrafamiliar como un problema de salud pública”. Para ser más claros: un estudio de la Red Nacional de Mujeres Contra la Violencia realizado en el Departamento de León en 1995 reveló que el 60% de las mujeres entrevistadas reconocieron haber sido víctimas de algún tipo de violencia física, sexual o psicológica a lo largo de su vida; que el tipo de violencia más usual era el abuso conyugal; que un 39% declaraba haber sufrido maltrato físico por parte de su compañero o novio en alguna ocasión y que el 70% de las mujeres que habían sido sujetas a actos de violencia sufrieron actos considerados de “violencia severa”.

Otro estudio realizado en 1997 por el Banco Interamericano de Desarrollo en Managua revelaba que el 70% de las 378 mujeres entrevistadas habían sufrido violencia física alguna vez en su vida, siendo la mayoría víctimas de sus cónyuges. Al parecer esta violencia tiene, además, una clara tendencia al alza, según se desprende de un informe elaborado por el PNUD en 1999 sobre la situación de la violencia de género contra las mujeres a partir de los datos estadísticos de los últimos años aportados por las Comisarías de la Mujer y la Niñez. Es en este contexto, y de forma paralela al crecimiento del movimiento de mujeres, que desde 1993 empieza a articularse un amplio movimiento de hombres preocupados por la violencia de género.

En el momento de su conformación una serie de elementos de diversa índole confluyeron e hicieron viable el desarrollo de este proyecto. Brevemente podrían citarse los siguientes: la creciente demanda de parte de numerosas organizaciones de mujeres de involucrar a los hombres en actividades orientadas a la transformación en las relaciones de género; los avances en las teorías sobre el género que empezaban a plantear la necesidad de un enfoque de “género en el desarrollo”, lo cual implicaba trabajar el ejercicio del poder en las relaciones de género y la misma incorporación de los hombres en estas tareas; una mayor visibilidad, como problema social, de la violencia intrafamiliar en los medios de comunicación y en la sociedad a consecuencia de la presión que ejercieron las organizaciones de mujeres; la insatisfacción por parte de algunos hombres con el modelo tradicional de masculinidad patriarcal; y por último, un contexto de fuerte crisis de identidad masculina en Nicaragua relacionada con el fin de la guerra, la falta de empleo y la crisis político-socioeconómica que vivía el país.

Lejos de circunscribirse a un espacio de reflexión académica o muy minoritaria, a lo largo de todos estos años han sido miles los hombres que han pasado por talleres de sensibilización y se han puesto en marcha campañas públicas masivas como la reciente “Violencia contra las mujeres: un desastre que los hombres SI podemos evitar”, de la cual es posible ver carteles a lo largo y ancho de todo el país, hasta en las comunidades rurales más aisladas. En el panorama internacional la experiencia de los Grupos de Hombres Contra la Violencia es, sin duda, un punto de referencia fundamental para una revisión crítica de la masculinidad y la búsqueda de nuevas relaciones entre géneros.

Los Grupos de Hombres contra la Violencia
Los Grupos de Hombres contra la Violencia (GHCV) en Nicaragua tienen su origen en las primeras actividades que empezaron a desarrollar en 1993 algunos hombres comprometidos con la lucha en favor de la equidad de género y la reducción de la violencia intrafamiliar. El primer colectivo se formó en Managua y desde entonces han ido creándose nuevas agrupaciones, concretamente en: Ciudad Sandino, Mateare, Jinotega, Ocotal, Jalapa, Nueva Guinea, Matagalpa, León y Mulukukú. A lo largo de todos estos años y después de llevar a cabo innumerables actividades han ido configurando un perfil propio y unos objetivos claros.

Según sus propios documentos, los GHCV trabajan en favor de un cambio de valores, actitudes y comportamientos machistas de los hombres con el fin de construir relaciones de género basadas en la justicia y la igualdad. Para ello tratan de ofrecer a los hombres un espacio abierto a la reflexión analítica y crítica sobre la masculinidad, la violencia y otros temas afines con el objetivo de lograr transformaciones personales y, por tanto, de poder encontrar nuevas formas no machistas, no violentas y no discriminatorias de desenvolverse en la sociedad.

Por otra parte, tratan de promover y participar en actividades de carácter público que cuestionen y denuncien la violencia de género, el machismo y todo tipo de discriminación. Ya por último, desde los GHCV se apoyan también aquellas iniciativas que desde la sociedad civil pretendan incidir en las políticas públicas para contrarrestar la violencia intrafamiliar. Durante los primeros años los miembros del Grupo se dedicaron fundamentalmente a la reflexión colectiva y la capacitación interna. Hacia el exterior proyectaron sus reflexiones en forma de artículos en los medios de comunicación y en la participación en numerosos programas de radio y televisión. El eje fundamental de sus intervenciones giraba mayoritariamente entorno a la violencia. Asimismo, se impartieron muchos talleres encaminados a la sensibilización de los hombres en todo el país. Este trabajo culminó en agosto de 1995 con la celebración de un I Encuentro Nacional de Hombres Contra la Violencia, en el que participaron más de cien varones y fue ampliamente seguido desde los medios de comunicación nicaragüenses.

Durante 1997 el Grupo dio un salto cualitativo a nivel de organización interna. A principios de año se redefinió claramente su misión y objetivos, así como toda una serie de normas y principios relacionados con la forma cómo querían funcionar. En octubre se constituyeron legalmente como asociación civil y se abrió una pequeña oficina. Hasta la fecha toda la participación se ha desarrollado prácticamente desde el voluntariado. Durante estos años los GHCV han contado con el apoyo de muchas mujeres vinculadas a organizaciones y colectivos feministas y en especial de la Red de Mujeres Contra la Violencia. Asimismo, en los últimos años distintos miembros del Grupo han colaborado profesionalmente con algunas de estas organizaciones.

Con CANTERA se llevó a cabo la planificación, implementación y evaluación de los cursos metodológicos de masculinidad y educación popular impartidos entre 1994 y 1999; la elaboración, implementación y validación de una guía metodológica para el trabajo de género con hombres titulada “El significado de ser hombres” entre 1997 y 1999; la puesta en marcha de procesos de capacitación en barrios marginados de Managua, Mateare, Malacatoya y Ciudad Sandino en 1997 y en la isla de Ometepe y El Viejo en 1999. Con la Fundación Puntos de Encuentro participaron como facilitadores de los “Campamentos Juveniles” de esta institución entre 1997 y 1999 y trabajaron también en la planificación, organización y evaluación de talleres dentro del marco de la Campaña “Violencia contra las Mujeres: un desastre que los hombres SÍ podemos evitar” durante 1999. Asimismo, se aportaron espacios de reflexión crítica entre hombres y actividades de sensibilización sobre masculinidad en otras organizaciones como CISAS, El Movimiento Comunal Nicaragüense, la Fundación Xochiquetzal o el CIPRES. Desde sus inicios el GHCV ha mantenido buenas relaciones con la citada Red de Mujeres Contra la Violencia y ha apoyado sus campañas públicas encaminadas a la reducción de la violencia de género e intrafamiliar. Entre las actividades más destacadas cabe citar la exitosa recogida de firmas que se desarrolló durante 1996 para pedir la aprobación de la Ley 230 sobre Reformas y adiciones al Código Penal para la reducción y eliminación de la violencia Intrafamiliar. En ese mismo contexto diversos miembros del GHCV hicieron también un trabajo de presión política entre los diputados de la Asamblea Nacional para lograr la aprobación de dicha ley.

Desde 1998 el GHCV participa en la comisión de apoyo a Zoilamérica Narváez en su lucha por el procesamiento legal de Daniel Ortega Saavedra, secretario general del FSLN. Zoilamérica acusó a su padre adoptivo de haber abusado sexualmente de ella desde que tenía 10 años y de forma continuada durante los siguientes diecinueve años. El caso de Zoilamérica sacudió a todo el país y provocó un debate público de enorme relevancia aún no cerrado, a la vez que ponía en el primer plano del debate nacional los abusos cotidianos que sufren las mujeres. Margaret Randall en un libro recientemente publicado en Nicaragua consideraba que el “El FSLN de Daniel Ortega ha sido incapaz de ponerse a la altura del desafío de la acusación de una sola mujer. Los miembros del partido que osaron pedir una discusión abierta del caso Zoilamérica han sido expulsados o de alguna forma castigados. (…) Si el FSLN (…) hubiera estado dispuesto a tomar la acusación de Zoilamérica seriamente, entendiéndola como un ejemplo del pandémico mal uso del poder, y abordándolo públicamente, (…) la organización se habría ganado un respeto más allá de lo que cualquiera se puede imaginar. Centenares de mujeres nicaragüenses han llegado donde Zoilamérica privadamente, ávidas por compartir sus propias historias de abuso, agradecidas por su asombroso coraje. No pocos hombres han simpatizado también con su posición.” ** La aportación de los GHCV en este debate no ha dejado de ser harto significativa.Fuera de Nicaragua el Grupo dinamizó actividades de sensibilización y capacitación con hombres de Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica en colaboración con organizaciones regionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Además diversos miembros del Grupo participaron en talleres, seminarios y charlas en otros países como Estados Unidos, México, Chile, India, Inglaterra, Brasil o España.

En el ámbito de la investigación y en coordinación con la Red de Salud de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en 1994 el GHCV realizó una investigación sobre “Responsabilidad masculina en la salud sexual y reproductiva”. Dicha investigación fue presentada en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo, Egipto. En ella se ponía de manifiesto la falta de información y educación de la población masculina en el tema y se ponía énfasis en la necesidad de incrementar los esfuerzos de sensibilización y capacitación de dicho colectivo. Entre 1997 y 1999 el GHCV colaboró con CANTERA en el diseño, realización y publicación de un estudio sobre el impacto de los cursos sobre masculinidad y educación popular impartidos por esta organización entre 1994 y 1997.

Finalmente, entre 1997 y 1998 participaron en la investigación de Puntos de Encuentro “Nadando contra corriente. Buscando pistas para prevenir la violencia masculina en las relaciones de pareja”. Esta investigación, llevada a cabo entre hombres que practicaban de forma sistemática la violencia contra sus compañeras y hombres considerados “no violentos”, pretendía aprender de la experiencia de ambos grupos para encontrar elementos que ayudaran a incidir en la transformación del modelo hegemónico masculino, el cual tiene en el uso de la violencia una de sus principales manifestaciones. Al estudiar a “hombres violentos” se pretendía identificar los componentes esenciales de las expectativas y temores masculinos en las relaciones de pareja y sus efectos en la violencia conyugal. Del mismo modo se trató de identificar los factores personales y sociales que fomentan en los hombres una práctica no violenta en sus relaciones de pareja. Con todo ello se trataba, en última instancia, de encontrar elementos para el diseño de una campaña educativa dirigida a hombres que contribuyese a prevenir y contrarrestar la violencia en sus relaciones de pareja.

Durante 1999, se llevó a cabo la campaña planificada y coordinada por Puntos de Encuentro, “Violencia contra las mujeres: un desastre que los hombres SI podemos evitar”. Dirigida hacia la población masculina, especialmente en las zonas más afectadas por el huracán Mitch, fue la primera acción en Centroamérica de carácter masivo que pretendía elevar la consciencia y responsabilidad de los hombres frente a la violencia intrafamiliar. Contó con una serie de “spots” televisivos, cuñas radiofónicas y materiales didácticos (carteles, pegatinas, libretas y calendarios). El GHCV participó activamente en las presentaciones públicas de la campaña, visitas a organizaciones, talleres y en la distribución de los materiales a lo largo de todo el país.

Perspectivas de trabajo
En marzo de 1999 se celebró el II Encuentro Nacional de Hombres Contra la Violencia con la participación de más de 80 delegados de los distintos colectivos organizados a lo largo del país. Entre las principales conclusiones de aquel Encuentro hay que destacar la determinanción de desarrollar un trabajo más organizado y sistemático. De este modo, se tomó el acuerdo de diseñar una estrategia que permitiese un trabajo de carácter más global sobre la masculinidad y la violencia.

En la actualidad, el plan de trabajo que tratan de desarrollar los GHCV está centrado en tres ejes de intervención fundamentales. – En primer lugar, se pretende diseñar, ejecutar y evaluar procesos educativos, organizativos y de sensibilización con hombres que ayuden a generar cambios en sus actitudes, valores y comportamientos y que contribuyan en la reducción de la violencia masculina en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana. – En segundo lugar, se han planteado desarrollar un servicio de apoyo psicoeducativo para hombres que utilizan la violencia en contra de su pareja. A pesar de que en la Ley 230 de “Reformas y adiciones al Código Penal para prevenir y sancionar la violencia intrafamiliar” se establece que debe proporcionarse a las persona denunciada ayuda psicológica para su rehabilitación y evitar las reincidencias, no existe en la actualidad nada semejante. De este modo, el GHCV trata así de cubrir este vacío para lo que cuenta con un equipo de psicólogos con amplia formación y experiencia. – En tercer lugar, y para poder abordar todo este proyecto, se han planteado la necesidad de fortalecer institucionalmente el colectivo, tratando así de garantizar su capacidad administrativa, organizativa y profesional. Con este objetivo tratan de responder a la demanda que La red de Mujeres Contra la Violencia les planteó en el transcurso del II Encuentro : “¡Muchachos, salgan de la clandestinidad!”

Fuente: AHIGE

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