Cumplir en la Cama
Escrito por Aida Herrera
jueves, 21 de febrero de 2008

Vivimos en una presión cultural, a nivel sexual, que nos obliga a cumplir una serie de normas y reglas básicas que se supone que es lo “normal”. Uno de los mitos de la sexualidad masculina es la creencia de que la práctica sexual debe empezar por una erección, ésta debe de mantenerse todo el tiempo que dure la relación sexual y que tiene que terminar, si quiere ser placentera, siempre, con una eyaculación.

Se supone que, si al hombre se le presenta un estímulo atractivo, automáticamente su pene tuviera que “despertarse”. Este estímulo, se cree, que debería disparar una serie de sucesos automáticos. No se trata de apretar un botón ante el primer estímulo sexual y que eso de lugar a una serie de respuestas preestablecidas. Y, lo peor, cuando esto no ocurre así, pues resulta que siempre hay alguien que dice, ¿que pasa, no serás de la otra acera?

Si cumplir en la cama

Parece que cuando alguien no tiene la erección en el momento oportuno ya no somos normales. Salimos de la discoteca con nuestra pareja para practicar sexo en el coche y “según estamos en fase de caricias pierdo la erección, esto no es normal”. Pues sí es normal, señores y señoras, no creen que no es lo mismo practicar sexo en casa, en mi cama, en mi intimidad, con el servicio al lado, con mi pareja en situación de tranquilidad, que en el coche, una pierna por aquí, una pierna por allá, con el miedo a que nos vean, o a que nos molesten, sin tiempo suficiente, pues claro que es normal que mi pareja no tenga el orgasmo, que yo no tenga erección, que yo eyacule sin control, que al final tenga una moradura en la pierna…

Y además, esté donde esté, aunque desaparezca mi erección, que más da, ¿es que no puedo disfrutar del sexo? ¿Es que mi sexualidad está en mi genitalidad? Una cosa es la sexualidad, que se refiere a todo mi cuerpo, a todas mis sensaciones, al concepto de mi intimidad, a mis pensamientos, a cómo veo yo las cosas y a las personas, a cómo me relaciono con el otro o con la otra, y otra cosa diferente es la genitalidad, que está exclusivamente relacionada con mis órganos sexuales masculinos o femeninos.

Hagamos una reflexión: cuando busco una relación sexual ¿qué estoy buscando exactamente? ¿Estoy buscando un coito, un momento de meter y sacar, o estoy buscando una aproximación, unas caricias, un rato de placer, un mundo de posibilidades eróticas, pasármelo bien y disfrutar de la otra persona del placer corporal compartido, manteniendo un juego erótico?

Cualquier película nos presenta la práctica sexual como algo que siempre funciona: el hombre se pone encima, la mujer debajo, el hombre hace un par de empetadas, la mujer gime y se corren los dos a la vez. Increíble. Increíble por la rapidez, increíble por acertar en el momento que ambos quieren la penetración, increíble porque no hay problemas de erección, ni de sequedad vaginal, increíble por la confianza que hay en esa primera vez, en fin, que parece que con la sola eyaculación de él ya tiene el orgasmo ella… Y esta es la forma en que aprendemos desde niños cómo se practica sexo, y claro, cualquier parecido con la realidad…

La realidad nos indica que hay unos juegos eróticos que, además de ser placenteros, nos enseñan a entender lo que a mí y a mi pareja nos gusta, que en esta práctica conocemos a la otra persona. No olvidemos que cuando hacemos sexo nos estamos comunicando con el otro/otra, y ésta es una forma de comunicación brutal. La otra persona nos indica si es egoísta,… si es generosa…, si sabe esperar…, si es cariñosa…, si es agresiva…, si es educada…, si es tímida…, si es dulce…, si es limpia…, si es cuidadosa…, si es decidida…

En fin, tengamos claro que en la práctica sexual vamos a conocer a la pareja con la que estamos, su cuerpo va a darnos mucha información, y vamos a estar pendiente de eso, no de mi pene. Así que si yo me rindo ante ese juego, disfruto de esas caricias y de esos momentos eróticos y de placer, si soy capaz de olvidarme de esas idiotas creencias míticas y de la instantaneidad de la erección, si dejo que el cuerpo de una forma natural haga su trabajo, si no estoy pendiente de si voy a funcionar o no voy a funcionar, no me entrará el miedo y la ansiedad, emociones éstas que van a bloquear la aparición de una erección, porque basta que quiera que se dé para que no se dé…

Los modelos que nos han dado dicen que, primero, hay que empezar con caricias, luego besos, abrazos, tocamientos, penetración, eyaculación y descanso… Y tenemos que ir paso a paso siguiendo cada uno de esos puntos, porque eso es lo correcto. Es como una línea recta en la que cada momento tiene su tiempo: 3 minutos para caricias, luego tengo que recordar que 2 minutos para besos, y éstos tienen que ser primero en los labios, luego en la oreja y luego en la boca…y así sucesivamente.

Probablemente tengamos que plantearnos la práctica sexual no como una línea recta, sino como un círculo, donde yo pueda empezar donde quiera y terminar donde quiera, puedo empezar con besos directamente y seguir con penetración, y puedo empezar con penetración y acabar con caricias, y puedo hacer eyaculación sin besos, y puedo terminar sin caricias…

En fin, que no podemos basar la relación sexual en una monotonía, empezaré y acabaré dependiendo de cómo ese día nos apetezca a mi pareja y a mí. Dejémonos ya de que “los demás” nos digan cómo tenemos que tener nuestra práctica sexual, nuestra intimidad, y seamos nosotros quienes guiemos nuestro placer y erotismo.

Fuente: http://boletin.ahige.org/index.php?option=com_content&task=view&id=48&Itemid=67

Puntuación: 5.00 / Votos: 1