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El poder Taumatúrgico de los reyes

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Para Marc Bloch, el poder taumatúrgico de los reyes y de los emperadores, se inicia antes del período de la Edad Media. Sostiene que existían otras culturas, tanto en Europa como en algunas partes de Asia, donde se creía que los gobernantes poseían un poder especial de curación. A lo largo de la Edad Media, esta creencia se difundió por la mayor parte de Europa. A continuación se explicarán los significados que le otorgaba el pueblo a estos poderes taumatúrgicos de sus gobernantes, cómo se utilizaban estos en el imaginario popular, su importancia, en imágenes y símbolos, asó como las relaciones que existían entre la Iglesia y la monarquía feudal en torno a este aspecto.

Bloch considera que muchas veces influenció más la idea previa de la existencia de un “poder” taumatúrgico de los reyes en el imaginario de la población que lo que en realidad estos llegaban a hacer con sus “poderes”. Para la gente, muchas veces una enfermedad, no muy comprendida en la época, podía ser curada con el simple toque o mirada del rey. Sin embargo, hubo ocasiones en que las personas no llegaban a sanar, para lo cual se argumentaba que el monarca debía de tocarlos mínimo dos veces para sanarlos.

Este “toque divino” proveniente del rey pasó también a darle importancia a las imágenes o símbolos que este utilizaba. Es así que las personas comienzan a guardar ciertas reliquias de los monarcas con la creencia de que éstas también poseían un poder sobrenatural al igual que su dueño. El adquirir reliquias no es algo nuevo, dado que desde los inicios del cristianismo, muchos creyentes quisieron obtener reliquias de los primeros cristianos, algunos santos o hasta el mismo Jesús, debido a la creencia de que poseían un poder especial. Esto tenía su origen en la tradición germánica y luego se trasladó al cristianismo.

Asimismo, Bloch sostiene que los “poderes taumaturgicos” de los reyes en la Edad Media duraron mucho tiempo, no porque en verdad existieran, sino más bien porque la población creía en su existencia. Como ya se mencionó, muchas veces las enfermedades que sufría la población eran transitorias y sin ninguna mayor relevancia o perjuicio a la salud; sin embargo, con el simple hecho de ver pasar al monarca o ser tocado por él, las personas creían que serían curadas. Pero esta cura no llegaba en el mismo momento, a veces podía tomar días o semanas para que la enfermedad termine su ciclo de contagio, mas para el imaginario de la época, quien había sanado a los enfermos era el mismo rey.

La relación entre la monarquía feudal con estos poderes taumatúrgicos y la Iglesia era muy estrecha. Durante este período principalmente, dado que se da desde inicios de la cristiandad, la Iglesia quería tener el control sobre todo lo “sobrenatural” del mundo. Así, las coronaciones de los monarcas, siendo las más recordada la de Carlo Magno, era presidida por el mismo Papa. Con este acto, y la unción del monarca, se mostraba, no solo al monarca, sino al resto de la población, que el “poder taumatúrgico” del rey, así como su legitimidad para gobernar, venía de Dios. Es así que la corona se combierte en uno de los más importantes símbolos del poder real, mas no era el único. Muchas veces se consideraba que el retrato del monarca o los anillos también podían trasmitir sus poderes de sanación.

Para concluir, como sostiene Bloch, los poderes taumatúrgicos de los reyes en la Europa medieval sobrevivieron gracias a dos importantes factores. En primer lugar se encuentra el imaginario popular, quienes creían en la existencia de estos poderes milagrosos de curación que tenían los monarcas. Por otro lado, se encuentra la misma Iglesia como garante del poder taumatúrgico. Ambos aspectos, muy relacionados entre sí, sirvieron no solo como beneficio al poder de los reyes, sino también para el suyo propio, especialmente la Iglesia, en el sentido que era ella quien controlada todo lo sobrenatural.

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La imagen de los judíos, los pobres y los usuremos en la Europa medieval

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¿Qué actitud adoptó la Iglesia y la sociedad hacia ellos? Para responder esto, se utilizarán las lecturas de J. Delumeau, N. Guglielmi y J. Le Goff.

Durante la Edad Media existieron diversas formas de marginación dirigidas a diversos grupos, entre los cuales se encontraban los judíos, los pobres y los usureros. Si bien hay diferencias entre estos tres, también se pueden encontrar ciertas similitudes, por ejemplo, entre los judíos y los usureros. La imagen que tuvieron estos grupos a los ojos de los demás, fue cambiando con el tiempo, volviéndose más violenta, como en el caso de los judíos, debido a las posturas que adoptó la Iglesia Católica y la sociedad frente a ellos. A continuación, se hará una explicación sobre la evolución de dicha actitud y la imagen que se llegó a tener de estos tres ejemplos de marginación.

Primero encontramos al judío. En su texto, Jean Delumeau hace una clara explicación sobre la manera que fue evolucionando la imagen que se tuvo del judío desde inicio de la cristiandad hasta nuestros días. Aquí nos ocuparemos solo del período medieval. Desde inicios de la Edad Media, los judíos eran percibidos de diversas maneras, muy diferente a como se les verá por el año mil. Muchos cristianos comerciaban, entablaban amistades, asistían a ceremonias religiosas de los judíos y viceversa. Estos se encontraban por todo Europa, debido a su expulsión de Jerusalén por el emperador romano Tito, y eran bien recibidos y protegidos por los reinos donde se encontraban.

No obstante, esta situación comenzó a cambiar a partir, aproximadamente, del año mil, donde la Iglesia comenzó a adquirir un mayor poder y la imagen hacia los judíos tomó un giro radical. A partir de este periodo, se comenzó a propagar un discurso de odio anti judaico, proveniente de sermones de algunos clérigos. Si bien existió un cierto rechazo a este discurso en un inicio, conforme las acusaciones provenientes del clero hacia los judíos, acusándolos de herejes y deicidas, se hicieron más fuertes, los reinos que antes los protegieron comenzaron a perseguirlos y a expulsarlos de su territorio, como sucedió en España, quien se convirtió en el país más agresivo frente a los judíos. Es importante mencionar que estas no fueron las únicas acusaciones contra los judíos. También se les acusó de asesinatos de niños, profanaciones de la hostia y el cáliz.

La mayoría de las acusaciones tenía un doble carácter: teológico y económico; y ambos influenciaron en el pensamiento de la población. Para esta, los judíos también representaban a los usureros, de quienes se hablará luego, pero más importante, representaban un peligro desde el punto de vista teológico. Así, se les consideraba más peligrosos a los judíos conversos que a los judíos no conversos. Los primeros podían ejercer un mayor daño, dado que estos eran un “enemigo interno”.

En otro grupo de los marginados se encuentran los usureros. Como explica Le Goff, los usureros eran mal vistos por la Iglesia -y aquí su relación con los judíos- por el cobro extra de un préstamo a interés y por las riquezas que poseían. Muchos de los usureros eran judíos, los cuales no podían llegar a salvarse, a diferencia de los usureros cristianos -bajo un discurso teológico de la Iglesia Católica-. Para la posible salvación de los usureros, se rompió con la dicotomía del cielo y el infierno para que surja entre los dos el “Purgatorio”, el cual permitía, si es que se llagaba allí, “poder acceder al cielo esperando máximo hasta el Juicio Final”. Así, el Purgatorio nace en el siglo XII, bajo un contexto del avance de la economía monetaria. La mujer en este caso, también jugó un rol importante, dado que podía convencer a su marido de cobrar intereses más bajos a los pobres. Por otro lado, cuando el marido -usurero- fallecía, la mujer era la encargada de hacer donaciones, realizar misas o cuidar de los pobres para así poder salvar el alma de su esposo.

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El cambista y su mujer. Somerswall, s. XVI.

El último grupo del cual se hablará será de los pobres. Si bien eran un grupo margianado por la sociedad, Guglielmi sostiene que también eran fundamentales para ésta. Mediante la caridad hacia los pobres, se podía acceder a la salvación. Un elemento importante en este caso es el rol de la mujer rica, la cual era prácticamente el sustento económico de los pobres. Con la aparición de los monjes, los llamados “pobres voluntarios” muchas de las limosnas, que antes eran de los pobres “no voluntarios”, fueron a parar a los monjes, ya que se les tenía como un modelo de perfección -como imagen de Cristo. Así, a diferencia de los otros dos ejemplos que se han mencionado, el judío y el usurero, el pobre sirvió a la sociedad medieval y a la Iglesia como un medio por el cual se podía acceder a la salvación.

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