Muerte de Felipe II y el gobierno de Luis de Velasco

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A los pocos años del inicio del gobierno de Luis de Velasco y Castilla (1596-1604), el 13 de septiembre de 1598, en San Lorenzo de Escorial fallecía Felipe II, a la edad de 71 años. Felipe II de Habsburgo, había sido rey de España desde enero de 1566 hasta el día de su muerte. Al año siguiente del fallecimiento del Monarca, en el mes de marzo, la noticia llegó a manos del Virrey y el luto por la pérdida fue general en todo el Virreinato. A pesar de que no se envió orden alguna para las celebraciones del duelo, el Virrey y la Audiencia acordaron la celebración de las honras fúnebres para los días 30 y 31 de marzo de 1599.

Según el R.P. Vargas Ugarte, pocos hombres habrán suscitado en torno de sí una tempestad de polémicas tan fiera y enconada como Felipe II, el Rey Prudente. Durante su vida, Felipe II supo encarnar en sí el movimiento que habría de detener tanto el avance del Protestantismo como el de los turcos. Por otro lado, marcó el sendero que devolvió a la Iglesia su robustez espiritual.

Desde los primeros años de su reinado, Felipe II hubo de volver su atención a América, todavía agitadas por el ardor revolucionario. Con calma, fue adoptando las medidas necesarias para su pacificación y el buen gobierno. Así, la creación de las Audiencias de Charcas y Quito, y posteriormente la de Santiago, contribuyeron a delinear las grandes divisiones territoriales del Virreinato del Perú y a formar en torno a éstos núcleos de cultura. Por otro lado, los hombres que gobernaron América durante su tiempo fueron personajes de marca y cumplieron su oficio a satisfacción.

Con gran lucidez, tomó todas las disposiciones para su entierro y funeral. Al morir, se envolvería su cuerpo en una sábana, colgándole del cuello una cuerda de la cual pendía una cruz de palo y sin otra mortaja se le depositaría en un ataúd de plomo que se cerraría y sellaría.  Sereno y sonriente, aguardó la muerte y a las cinco de la madrugada del 13 se Septiembre, se extinguió sin la menor conmoción. En Lima, el 16 de marzo de 1599, el Cabildo mandó un pregón por toda la ciudad para que todos sus habitantes dentro del tercero día vistiesen de luto. Las honras se celebraron, unos días más tarde.

Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966

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