Luis de Velasco y Castilla nació en Carrión de los Condes (Palencia) en 1539 y gobernó como Virrey de Nueva España entre 1590-1595 y 1607-1611 y como Virrey del Perú durante los años 1596 y 1604. Fue hijo del Virrey del mismo apellido, a quien se le conoce como el Viejo, y de doña Ana de Castilla.
Pasó con su padre a la Nueva España y en este lugar permaneció hasta 1586, en que regresó a la Corte. Realizó un viaje a Italia como parte de la embajada que el rey Felipe II envió al Gran Duque de Florencia y no mucho después fue nombrado como Virrey de México. Su gobierno en México fue desde el 27 de Enero de 1590 hasta el 5 de Noviembre de 1595. En dicho Virreinato, contrajo matrimonio con doña María de Mendoza y de este matrimonio tuvo tres hijos: Francisco, Antonio y Mariana de Ircio y Velasco.
El 6 de junio de 1595, el Monarca español extendía su nombramiento de Virrey del Perú y se escribía a todos los cabildos de las ciudades para que le prestaran obediencia como tal y le reconociesen en su doble calidad de Presidente de la Audiencia de los Reyes y Capitán General en tierra y mar. El nuevo Virrey decidió llegar a Lima por tierra, enviando en un navío su recámara al Callao y a mediados de Mayo se encontraba en Santa. Su entrada a la ciudad capital se produjo el 23 de Junio con la pompa y magnificencia acostumbradas.
Luis de Velasco llegó al Virreinato del Perú en todavía edad temprana para mostrar actividad en el gobierno. No obstante, debía permanecer a esa clase de hombres que se consideran viejos antes de tiempo, porque a los tres años de la toma de posesión, cuando tenía sesenta años, ya escribía al Rey suplicándole que en atención a su “mucha edad, poca salud y falta de fuerzas” se dignase relevarle del mando. Es importante mencionar que, durante este tiempo, el salario que percibía el Virrey no era tan crecido como para asegurar una holgada pensión en su vejez.
Como era frecuente en los hombres de gobierno que escogía Felipe II, Luis de Velasco era un hombre recto y de conciencia; poseía bastante práctica en asuntos administrativos y su experiencia en el Virreinato de la Nueva España le había dado ocasión de conocer la legislación vigente. Durante su periodo, pese a la incursión de los holandeses, se gozó un periodo de paz y quietud. No hubo que hacer mayor esfuerzo para gobernar el Virreinato.
Fuente consultada:
Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966