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Por, Juan Eduardo Musso
Partiendo de la premisa que el ambiente condiciona al país, y que el ambiente es la conjunción de lo natural y lo humano, el Perú es un territorio con unas particularidades extremadamente especiales, el mismo contiene grandes cosas pero también grandes ausencias. Es a la vez, un hervidero de diversidades pero también un inmenso e inhóspito espacio territorial. El Perú como país, es un inmenso reto para su gobernanza y viabilidad.
El Perú posee un territorio (sin incluir lo marítimo) de aproximadamente 1.3 millones de Km2 y casi 30 millones de habitantes, en el cual, entre otras cosas, posee 83 de los 104 pisos ecológicos, una de las mayores biodiversidades del mundo, y también posee una gran diversidad cultural.
Poseemos una frontera agropecuaria de unos 4 millones de hectáreas y unos 80 mil centros poblados, y que en su conjunto ocupan aproximadamente el 4% del territorio nacional, o sea unos 50 mil Km2 de los 1.3 millones existentes. Esto significa que el 96% del territorio no es ni demográfica ni agropecuariamente ocupable, y esto es así dado que no en todo sus ámbitos se da la adecuada combinación de las tres variables fundamentales que puede otorgar una naturaleza habitable: clima, agua y tierra.
En la costa el clima es extremadamente árido, en la sierra lo es semiárido y frio hasta lo gélido, y en la hoya amazónica lo es húmeda y caliente.
Con respecto al agua en la costa no llueve, salvo el fenómeno del niño, y la tiene donde por épocas baja un rio de los Andes; en la sierra solo se tiene una ventana de lluvias de unos 5 meses, que se agrava con el fenómeno de la niña, y la tiene por donde discurren los deshielos de los glaciares y los manantiales; en la hoya amazónica llueve en exceso y casi todo lo inunda.
En cuanto al componente tierra, la costa lo que contiene es un gran desierto salpicado de unos 32 oasis; en la sierra en menos de 70 km. se llega de los 0 m. snm. a mas de los 5 mil m. snm., e igual en la parte oriental, lo que significa laderas de extremas pendientes, punas de gran altura y largas cordilleras de nevados. En este ámbito serrano existen numerosos pero angostos valles interandinos a modo de grietas cordilleranas, también existen algunos valles amplios pero escasos como el Mantaro y el Huallaga (pie de monte andino) y alguna meseta como la del Collao; es solo en estos ámbitos donde la conjugación de las tres variables fundamentales se dan. En la hoya amazónica el exceso de agua genera innumerables ríos y aguajales –el del Pacaya Samiria es mas de 4 veces que todo el lago Titicaca- lo que hace que en realidad exista un inmenso archipiélago de islas densamente boscosas.
En síntesis, la costa es un discreto archipiélago de oasis en un mar de arena. La sierra un inmenso archipiélago de grietas en un mar de cerros. La selva un archipiélago de bosques tropicales en un inmenso mar de agua dulce. Es en este territorio peruano en el que en solo el 4% se conjugan las tres variables que otorga la naturaleza y por ende su natural viabilidad demográfica y agropecuaria.
Estos factores limitantes se pueden reducir en alguna medida con sustantivas inversiones pero costosos esfuerzos, en especial ambientales: Irrigaciones en la costa, terrazas y andenerías en la sierra y deforestaciones en la selva. Los antiguos ya lo hacían en la costa norte como con los Moche y sus canales, o en la zona Sur como con los del Colca y sus andenerías, y los nativos amazónicos como con sus más de 60 etnias y sus rozos y quemas.
Otra consideración a tener en cuenta es que ese 4% del territorio demo-agro ocupable no es un continuo territorial, el mismo esta extremadamente disperso al interior del total del territorio, hablamos – salvo Lima y otras pocas ciudades y/o valles regionales- de pequeños lunares dispersos en la dermis territorial.
Salvo escasísimos ejemplos de poblaciones totalmente aisladas –los no contactados amazónicos- o las altamente concentradas –Lima y otras pocas ciudades- unos 12 millones- el resto de la población, unos 18 millones esta ubicada en esos 80 mil centros poblados dispersos y que posibilitan la viabilidad como país porque en alguna medida están conectados y por supuesto organizados. En ese sentido son vitales las comunicaciones, sean estas viales o de otra índole como radiales, telefónicas y/o virtuales, así como también son vitales la existencia institucional como expresión organizacional. Las vías permeabilizan la conectividad territorial, las instituciones posibilitan la permanencia social.
En este sentido las redes viales que conectan a los distintos centros poblados son también impresionantes. Si consideramos que cada centro poblado tiene como media de caminos de herradura de 5 km por lado, la red de caminos de herradura, y que es la forma básica de conexión física, en este país posiblemente tenemos unos 800 mil Km. de caminos, no registrados en el sector correspondiente, construidos y mantenidos por las correspondientes poblaciones.
Estos caminos son sin duda intensamente usados por dichas poblaciones, tanto por caminantes como por arrieros, usándolos para movilizarse- a las chacras, a otros pueblos, a las postas medicas y las escuelas (hay unas 33 mil postas y 75 mil escuelas)-; para trasladar mercancías – por lo menos utensilios y herramientas, productos manufacturados de consumo (p.e. fósforos, velas, ropa, azúcar, lápices, cuadernos, etc.)-; y para sacar producciones agrícolas, pecuarias y artesanales locales.
Por supuesto que a estas vías primarias se complementan las carreteras trocales, secundarias y terciarias que deben de sumar unos 160 mil Km hechas, administradas y mantenidas por distintas instancias estatales y en algunos casos privadas. Carreteras que obviamente incrementan la conectividad haciendo al territorio muchísimo mas permeable y comunicado.
En cuanto a la institucionalidad, la presencia mínima del Estado se inicia con la existencia de tres actores: El teniente gobernador, el juez de paz y el agente municipal. Actualmente la presencia de dichos actores se da en menos del 50% de los casi 80 mil centros poblados existentes. La cobertura escolar y médica mejora en alguna medida la presencia estatal. En la práctica los vacíos existentes los cubre la población a través de sus propias expresiones como colectivo social.
Si bien es cierto ese 96% del territorio no es demo-agro ocupable, el mismo es económicamente explotable pues contienen ingentes recursos naturales –minerales, petróleos, gasíferos, foréstale, ictiológicos, hidroeléctricos, biológicos etc.-, pero para poder explotarlos hay que construir artificialidades que le permitan a los que lo explotan acceder a dichos espacios: embarcaciones y plataformas, campamentos y procesadoras, puertos, aeropuertos e helipuertos, medios radiales y satelitales etc.; y viabilizar dichas cosas implica no solo sustantivas inversiones sino también acceder al vital recurso hídrico, muchas veces modificando las disposiciones naturales y afectando los frágiles equilibrios que le dan a ese otro 4% del territorio ocupable.
Ese 4% del territorio ya esta ocupado, pero la población sigue creciendo, y por supuesto presiona sobre el mismo y adicionalmente trata de ocupar las áreas menos inhóspitas del resto del territorio. Actualmente vivimos un conjunto de disfunciones que perturban e imposibilitan una ordenada marcha hacia un desarrollo deseado, entre otras tenemos lo de las soberanías locales y regionales sobre el acceso al agua, los conflictos socio-ambientales contra la minería formal, los estragos de la minería informal, los cocales con fines ilícitos, la tala ilegal, la informalidad, la corrupción.
Todas estas imperan en estos momentos en todo el país. La última tragedia de las quebradas de Chosica es un ejemplo patético de una ocupación territorial indebida.
Ya hace más de tres décadas que Máximo Vega Centeno y Juan Julio Wich que por encargo del Banco Mundial trabajaron sobre la ocupación territorial, y creo que lamentablemente no se ha tomado en cuenta. Pretender desde el Gobierno Central que la realidad existente se adapte a los marcos conceptuales diseñados desde un buró citadino para una gestión gubernamental de alcance nacional y no al revés es pedirle peras al olmo. La estructura funcional del Estado que poseemos no conoce casi la realidad con que contamos y a la que nos debemos.
Por último quiero regresar a las tres variables fundamentales: Clima, Agua, Tierra, su valor es como oro en polvo. Hay que cuidarlas con mucho esmero, es conjuntamente con nuestras sociedades la base fundamental para darle viabilidad a este país, y mucho depende de como las administremos. De ello depende las posibilidades de generar riqueza, bienestar y seguridad. En este sentido, el ordenamiento territorial es una necesidad imperativa.
Mayo, 2012
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