Distintos investigadores sugieren una asociación entre los ciclos naturales de cambio climático y el desarrollo de las sociedades en el pasado. Existe por ejemplo la idea de que la migración de los humanos del África hacia el resto del planeta tiene que ver con periodos de enfriamiento o calentamiento. La extinción de los neardenthal podría relacionarse con un época de frio, además de por el fracaso en el primer experimento de convivencia con otra especie inteligente, nuestros antepasados los sapiens. El poblamiento de Australia, y el de América tienen que ver también con estos fenómenos. Recordemos sino la hipótesis de Aleš Hrdlička, que con variaciones se sostiene en lo fundamental luego de los hallazgos de la antropología genética, glaciación, disminución del nivel del mar, poblamiento de “Beringia”, ocupación de América.
Esta enorme capacidad de adaptación humana fue acompañada de una variedad de formas culturales que multiplicaron su capacidad para ocupar el mundo construyendo civilizaciones. Pero es aquí que surge la hipótesis del colapso presentada por Jared Diamond, que explica el “éxito” de las civilizaciones en su capacidad de sortear o adaptarse a los cambios que le imponen a la naturaleza. Así los Mayas serían víctimas de la transformación de los bosques tropicales que volviéndose contra ellos causó su propia expansión.
De manera semejante se sostiene que el imperio Romano gozó de los privilegios de una naturaleza más benigna que la actual, cuando el clima era más cálido y lluvioso, los Alpes más verdes y el “mare nostrum” era el lago principal del vasto territorio imperial que por el norte llegaba hasta el muro de Adriano al norte de Inglaterra. Y como señala Jan Esper de la Universidad de Gotenburgo, no se puede seguir creyendo que las civilizaciones funcionen aisladas de los cambios climáticos.
El derretimiento de los glaciares ha puesto en evidencia la existencia de maderos entre los hielos, lo que muestra que los bosques alcanzaron altitudes mayores a las actuales. Christian Schlüchter und Ueli Jörin (2004)
De la misma forma, analizando los sedimentos de la laguna Marcacocha, cerca de Ollantaytambo, Alex Chepstow-Lusty junto con otros investigadores (a), determinaron que desde 1100 a 1500, ocurría un período de calentamiento natural a comparación de una época de sequía que la precedía entre 880 y 1100.
“La rápida expansión de los Incas desde la zona de Cuzco en la sierra peruana (1400-1532) produjo el mayor imperio en el Nuevo Mundo. A pesar de que este meteórico crecimiento puede deberse en gran medida a la adopción de estrategias de innovación social, apoyada en una gran fuerza laboral y un ejército permanente, es posible argumentar que ello no habría sido posible sin el aumento de productividad de los cultivos, vinculado a las condiciones climáticas favorables. … Estas condiciones de mayor calidez habría permitido a los incas y sus predecesores inmediatos la oportunidad de producir a mayor altitud (post-1150) mediante la construcción de terrazas agrícolas empleando de manera deliberada el agua de los glaciares, en combinación con técnicas agroforestales” (Chepstow-Lusty et. Al 2009)
(a) Putting the rise of the Inca Empire within a climatic and land management context. A. J. Chepstow-Lusty, M. R. Frogley, B. S. Bauer, M. J. Leng, K. P. Boessenkool, C. Carcaillet, A. A. Ali, y A. Gioda