La verdad y la libertad son esencialmente compatibles
Hay que reconocer, sin embargo, que esa deificación del consenso tiene algunas explicaciones históricas, y que será muy difícil que la verdad se conforme como un principio ético esencial si no reconocemos que hubo un tiempo en el que también la Iglesia empañó –con graves connivencias políticas– el puro testimonio de la verdad.
Porque, más allá de la injusticia que eso pueda suponer, quizás esa carencia esté dando amplia cobertura al laicismo activo y a la deformación mediática con la que se presenta y analiza en España el papel de la Iglesia y sus mensajes fundamentales.
El distanciamiento entre sociedad e Iglesia, que es intelectual y afectivo, convierte a España, en palabras del Papa, en tierra de evangelización, lo que imputa en igual medida a los que olvidan su ser y su historia como a los que no aciertan a reconciliarse y a presentarse como aliados de un pueblo en honda y procelosa transformación.
Preguntas y autocríticas
La peregrinación del Papa deja la sensación de que España necesita y desea el mensaje firme y estable que, frente a un relativismo moral disfrazado de progresismo, ofrece la Iglesia.
Pero, para que la reevangelización tenga éxito, también necesitamos hacernos algunas preguntas y autocríticas a las que la Iglesia española sigue renuente.
Porque algo debimos hacer mal los cristianos españoles para que los cuantiosos talentos que hemos recibido estén dando frutos tan magros. Y ese algo debemos identificarlo, para que, como vino a decir el Papa, nadie confunda la verdad con el consenso
Imagen: (Getty) Papa Benedicto XVI dando su discurso en Barcelona, España.