Francisco en Ginebra: Por el camino ecuménico
10:00 p m| 3 jul 18 (VI/VN/BV).- En un “peregrinaje ecuménico” de 10 horas que lo llevó a Ginebra, Suiza, el Papa abogó con fuerza por la unidad de todos los cristianos, a quienes llamó a “superar el muro de las sospechas y el miedo” que los dividió desde la Reforma Protestante del siglo XVI y a trabajar juntos para ayudar a los que sufren. “No podemos desinteresarnos, y es preocupante cuando algunos cristianos se muestran indiferentes frente al necesitado”, anunció.
Invitado por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), que celebra 70 años y representa a unos 560 millones de protestantes y ortodoxos de 110 países en 350 iglesias, Francisco también aseguró que, “el Señor nos pide unidad; el mundo, desgarrado por tantas divisiones que afectan principalmente a los más débiles, invoca unidad”. Antes de regresar a Roma celebró una misa para la comunidad católica suiza.
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Desde la época conciliar los Papas han afirmado y reafirmado en más ocasiones que para la Iglesia católica la opción ecuménica es irreversible. Como está confirmando tenazmente el pontificado de Bergoglio, convencido personalmente de la importancia capital de este compromiso, ya asumido y practicado por él con pasión en Buenos Aires. No es por tanto casualidad que el breve viaje a Ginebra fue principalmente para celebrar el septuagésimo aniversario del Consejo Mundial de Iglesias.
En sus orígenes, tras la tragedia bélica que incendió y convulsionó el continente europeo, las confesiones cristianas representadas en el organismo fundado en Ámsterdam en 1948 eran 147, mientras que hoy son más del doble, 348. Con ellas la Iglesia católica recorre un camino paralelo y comparte un compromiso común, como ha subrayado Agnes Aboum, moderadora del comité central del organismo, al recibir al Papa.
Así que el hecho de que la primera parada del “peregrinaje” papal haya sido una larga oración ecuménica en la capilla del centro ginebrino está lleno de significado. En el centro, la lectura y escucha de algunos versículos de una de las cartas más personales y dramáticas del Apóstol san Pablo, la de los Gálatas, comentada por el Pontífice con una meditación sobre la expresión “caminar en el Espíritu”.
“No hay excusas: podemos caminar juntos, orar juntos y trabajar juntos”
“Después de tantos años de compromiso ecuménico, pedimos al Espíritu que fortalezca nuestro caminar”. Son las palabras pronunciadas por el papa Francisco en la oración ecuménica celebrada el 21 de junio, en la sede del Consejo Mundial de las Iglesias (CMI) en Ginebra. “Con demasiada facilidad este caminar se detiene ante las diferencias que persisten; con frecuencia se bloquea al empezar, desgastados por el pesimismo. Las distancias no son excusas; se puede desde ahora caminar según el Espíritu: rezar, evangelizar, servir juntos, esto es posible y agradable a Dios. Caminar juntos, orar juntos, trabajar juntos: he aquí nuestro camino fundamental”, ha completado Jorge Mario Bergoglio.
Tras una audiencia privada con el presidente suizo, Alain Berset, se ha dirigido al Centro Ecuménico del CMI para la oración conjunta, que ha comenzado en la mañana con la oración de arrepentimiento, la oración por la reconciliación y por la unidad. Durante su alocución, Francisco se centró en la unidad entre los cristianos. “Este camino tiene una meta precisa: la unidad. La vía contraria, la de la división, conduce a guerras y destrucciones. El Señor nos pide que invoquemos continuamente la vía de la comunión, que conduce a la paz. El Señor nos pide unidad; el mundo, desgarrado por tantas divisiones que afectan principalmente a los más débiles, invoca unidad”, ha pedido.
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“Preguntémonos qué podemos hacer juntos”
“He deseado estar presente en las celebraciones de este aniversario también para reafirmar el compromiso de la Iglesia católica en la causa ecuménica y para animar la cooperación con las Iglesias miembros y con los interlocutores ecuménicos”. Así resonaron las palabras del papa Francisco en el encuentro ecuménico de la sala Visser’t Hooft del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en Ginebra. Jorge Mario Bergoglio se detuvo durante su segundo discurso del día para conmemorar los 70 años del nacimiento del CMI en el lema escogido: “Caminar, rezar y trabajar juntos”.
“Caminar: sí, pero ¿hacia dónde? En base a cuanto se ha dicho, propongo un doble movimiento: de entrada y de salida. De entrada, para dirigirnos constantemente hacia el centro, para reconocernos sarmientos injertados en la única vid que es Jesús (cf. Jn 15,1-8). No daremos fruto si no nos ayudamos mutuamente a permanecer unidos a él. De salida, hacia las múltiples periferias existenciales de hoy, para llevar juntos la gracia sanadora del Evangelio a la humanidad que sufre”, ha explicado.
Y ha añadido: “Preguntémonos si estamos caminando de verdad o solo con palabras, si los hermanos nos importan de verdad y los encomendamos al Señor o están lejos de nuestros intereses reales. También preguntémonos si nuestro camino es un volver sobre nuestros propios pasos o si es un ir al mundo con convicción para llevar allí al Señor”.
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En el epicentro de los paraísos fiscales: “¡Ay de quien especula con el pan!”
Después de una jornada centrada en su apuesta particular por el diálogo ecuménico, Francisco se encontró en el Palacio de Exposiciones de Ginebra con 40.000 católicos llegados desde todos los puntos de Suiza para celebrar con ellos la eucaristía. Y desde allí, en el corazón del país con más ricos del mundo, lanzó un grito a favor de los últimos: “¡Ay de quien especula con el pan!”, exclamó en su homilía tras escuchar el Evangelio que glosa el Padre Nuestro con su “danos hoy el pan nuestro de cada día”.
“El alimento básico para la vida cotidiana de los pueblos debe ser accesible a todos”, reivindicó Francisco en uno de los paraísos fiscales que atesora el cuarto PIB más alto de todo el planeta. A partir de ahí, hizo un alegato en pro de una vida “sobria, libre de lastres superfluos” frente a una vida “drogada” en la que “se corre de la mañana a la tarde, entre miles de llamadas y mensajes, incapaces de detenernos ante los rostros, inmersos en una complejidad que nos hace frágiles y en una velocidad que fomenta la ansiedad”.
Una vez más, con esos gestos de frescura de sus homilías, Bergoglio recordó que “cuando era pequeño, en casa, si el pan se caía de la mesa, nos enseñaban a recogerlo rápidamente y a besarlo”. A partir de este gesto hizo una invitación a los fieles suizos para “valorar lo sencillo que tenemos cada día, protegerlo: no usar y tirar, sino valorar y conservar”.
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“Ayudemos a África a crecer”
La propuesta de un plan Marshall para todos los países pobres, como los del Medio Oriente y África, superando los viejos prejuicios según los cuales solamente se trata de tierras que deben ser explotadas, y el llamado a los gobiernos para que acojan a todos los refugiados que sea posible, ejerciendo “la virtud de la prudencia”. Después, el agradecimiento a Italia y Grecia por la acogida que han demostrado generosamente hasta ahora y el absoluto apoyo a los obispos estadounidenses en contra de las medidas gubernamentales sobre los migrantes en la frontera con México: “Yo estoy con ellos”.
Durante el vuelo de regreso de Ginebra a Roma, Francisco afrontó nuevamente, a la luz de los hechos recientes, el tema de la migración con los periodistas que lo acompañaron a Suiza. Un viaje relámpago, completamente ecuménico, cuyo balance, para el Papa fue positivo: “Ha sido una jornada un poco pesada, por lo menos para mí, pero estoy contento, porque hemos hecho varias cosas, oración, diálogo durante el almuerzo que fue muy bello, y luego el encuentro ecuménico y la misa me hicieron muy feliz”.
ENLACE: Conferencia de prensa en el avión completa
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Fuentes:
Vatican Insider / Vida Nueva / Religión Digital / Oficina de Prensa Vaticana