Revista Fortune sobre reformas económicas de Francisco: ‘Este Papa va en serio’
11.00 p m| 25 set 14 (FORTUNE/BV).- Lo llaman “gestor de élite”, un apelativo que se suma a aquel de “CEO ejemplar” que le dio The Economist en clara referencia a la manera cómo el Papa Francisco ha tomado la batuta para ocuparse de algunos necesarios remozamientos en la Iglesia católica. El ejemplar de setiembre de Fortune le dedica la portada, con el encabezado “Holy reformer” y en página interiores un artículo titulado “This pope means business”. El texto hace una reseña de las reformas financieras emprendidas en el Vaticano, la inclusión de grandes firmas como KPMG, Ernst and Young, Deloitte and Touche o McKinsey and Co., en ese proceso, y la capacidad de liderazgo del Papa Francisco para llevar adelante todo eso.
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A estas alturas del pontificado de Francisco parece ya no ser novedad que una de las publicaciones de negocios más antiguas y conocidas del mundo (la revista Fortune fue fundada en 1930) se ocupe de un personaje al que la competencia directa de Fortune -Forbes Magazine- consideró el hombre más influyente del año 2013 y al que también dedicó su portada.
El primer paso se dio apenas pocos meses después de iniciar su pontificado, al convocar 8 especialistas en finanzas para que lo asesoren. Eligió como presidente a Joseph F.X. Zahra (Malta) y los otros miembros fueron: Jean-Baptiste de Franssu (Francia), Enrique Llano (España), Jochen Messemer (Alemania), Francesca Immacolata Chaouqui (Italia), Jean Videlain-Sevestre (Francia) y George Yeo (Singapur).
Extracto de la primera parte del texto de la revista. Sobre los primeros pasos de la reforma:
Con poco preámbulo, el Papa comenzó a esbozar su visión estratégica, en un enfoque descrito por un participante como “altamente gerencial”. El Papa explicó al grupo de asesores financieros que para que su mensaje espiritual sea creíble, las finanzas del Vaticano deben ser creíbles también. Después de siglos de secreto e intriga, ya era hora de “abrir los libros” para los fieles.
Estrictas normas y protocolos debían adoptarse para poner fin al ciclo de escándalos que habían plagado el Vaticano en los últimos años. Francisco dejó en claro que la gestión financiera es uno de los pilares de su misión principal: ayudar a los pobres y desfavorecidos. Ustedes son los expertos, confío en ustedes y espero soluciones lo más pronto posible.
No hubo ambigüedad sobre el trabajo por hacer. “El mensaje del Santo Padre fue muy claro: Hagamos al dinero para llegar a los pobres”, recuerda Joseph Zahra, presidente de la comisión. “En finanzas, no es un ‘micromanager’ sino un líder inspirador”. Antes de la llegada de Francisco, la asistencia a misa estaba disminuyendo y el reclutamiento de sacerdotes y religiosas se había estancado. Las dificultades se extendían también a la recaudación de fondos. En contraste, el enfoque de Francisco optimista, con frases que llegan a las personas y un énfasis en la caridad antes que en la doctrina, quizás lo han convertido rápidamente en la persona de la que más se habla y admira en el planeta. (Fortune lo nombró No.1 en su lista World’s Greatest Leaders a principios de este año)-
Lo que ha sido menos apreciado por las personas que no necesariamente le están siguiendo el paso, es el importante conjunto de habilidades de gestión del que dispone el Papa. Como un gran CEO, tiene la capacidad de establecer una visión estratégica, y a continuación, seleccionar y motivar a las personas adecuadas para hacer que funcione. Su rápida revisión de las finanzas del Vaticano es a la vez uno de los casos de estudio más insólitos en los anales de la historia de los negocios y uno de los más instructivo. La idea del Papa fue revolucionaria: La cuestión del dinero no es una competencia básica del clero, como lo muestran los registros. Así que comenzó a reemplazar a la vieja guardia de cardenales y obispos con laicos expertos, que ahora están marcando en gran medida la estrategia, dirigiendo una supervisión reguladora, y ejecutando las operaciones del día a día.
De hecho, Francisco ha convocado algunas de las marcas más grandes en el mundo de los negocios. KPMG está implementando estándares contables uniformes e internacionalmente aceptados para reemplazar las antiguas y desordenadas “sábanas” de libros contables. EY (el antiguo Ernst & Young) está escudriñando la gestión en el Vaticano de los servicios públicos y otros servicios municipales. Deloitte & Touche ahora audita las cuentas en el Banco Vaticano. Y Spencer Stuart ha reclutado a los mejores talentos de gestión de todo el mundo. Liderando el esfuerzo para reestructurar las operaciones de los medios de comunicación, con la asistencia de McKinsey & Co., está Christopher Patten, exjefe de la BBC y el último gobernador británico de Hong Kong.
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En uno de los amplios párrafos del reportaje central de la revista, se habla del inestable estado financiero de la Santa Sede: “su riqueza es mucho más modesta que su imagen suntuosa”, puntualiza. Shawn Tully, autor del artículo.
Explica la triple procedencia del dinero que maneja la Iglesia: 1) el mismo Vaticano, 2) las órdenes religiosas y 3) las diócesis esparcidas en todo el mundo. La economía de órdenes religiosas y diócesis funciona autónomamente, si bien ambas hacen llegar fondos al Vaticano, el cual los destina, sobre todo, a las misiones o a obras de caridad del Papa. En todo caso, según Fortune, esas contribuciones son insuficientes, pues apenas representan el 4.5% de los ingresos totales.
¿De dónde procede el resto? Fortune explica que la fuente “Vaticano” supone dos entidades prácticamente independientes: por una lado la que opera al Estado de la Ciudad del Vaticano (entidad homologable a un gobierno municipal de tamaño medio); y, por otra, la Curia Romana, el ente central que apoya al Papa en el gobierno de la Iglesia católica y cuya sede está precisamente en la Ciudad del Vaticano.
La Ciudad del Vaticano, en cuanto Estado independiente, tiene como principal medio de ingresos a los Museos Vaticanos y el sector turismo. Gracias a esto, en los últimos años ha tenido un superávit de no pocos millones (en 2013 gastó 332 millones de euros y tuvo un beneficio de 377 millones. El superávit fue de 45 millones de euros). ¿En qué se ocupan esos millones de beneficio? En pagar las pensiones de los empleados jubilados del Vaticano.
Pero como también hay que apoyar los gastos de la Curia Romana, que no genera ingresos sino sólo egresos; entonces los beneficios resultan insuficientes. Piénsese, por ejemplo, en que tan sólo la Radio Vaticana tiene 330 empleados, gasta 37 millones anuales y apenas ingresa un millón por concepto de publicidad. Las nunciaturas del Vaticano en los países con los que éste tiene relaciones diplomáticas supone otro gasto fuerte: 30 millones al año para las 113 representaciones diplomáticas de la Santa Sede.
Pagar los salarios de los 4,822 empleados que tiene el Vaticano y la Curia Romana representan otro egreso fortísimo. Aunque algunos de los “empleados” son eclesiásticos o monjas, y a éstos, como dice Fortune, se les paga salarios relativamente bajos (28,000 dólares al año, lo que supone un 25% menos que el promedio de 37,800 dólares que percibe un trabajador italiano medio del sector privado). De cualquier manera, tres cuartas partes de los empleados del Vaticano son laicos.
Finalmente, Fortune menciona otro punto de la economía inestable del Vaticano: “sus ingresos provenientes de las inversiones –casi la mitad del total– son impredecibles, y los rendimientos son mucho más bajos de lo que deberían ser. La Santa Sede no posee una fuente confiable de ganancias del banco del Vaticano o IOR. El IOR (Instituto para las Obras Religiosas) ofrece regularmente alrededor de $70 millones en ingresos. Tal vez la característica más sorprendente de las finanzas del Vaticano es el tamaño extremadamente modesto de su cartera de acciones, bonos y bienes raíces”.
Extracto de la segunda parte del texto. Sobre los ajustes en instituciones del Vaticano y personajes de la reforma:
La estrategia del Papa para abordar las cuestiones tanto de gasto y de pensiones es reducir gradualmente la fuerza de trabajo del Vaticano a través del desgaste -no reemplazar trabajadores jubilados o que renuncien- y recaudar más dinero para mantener los beneficios. En febrero de 2014 se impuso una congelación en la contratación y también se dejó de pagar horas extras que antes eran muy generosas. El plan es mover empleados actuales de las congregaciones con exceso de personal a las áreas de crecimiento, tales como la gestión financiera, sin tener reemplazarlos.
El Cardenal Pell dice que los beneficios de jubilación son seguros por ahora, pero que el Vaticano necesita reponer en gran medida sus reservas de pensiones en los próximos años. El Vaticano podría estar obligado a contribuir otros $ 30 millones o $ 40 millones al año durante una década o más para construir un fondo lo suficientemente grande como para pagar las pensiones futuras de sus retornos de inversión.
Para que el Vaticano pueda producir beneficios de manera constante, el nuevo régimen cuenta con dos instituciones con potencial de gran crecimiento en ingresos: los museos y el banco del Vaticano. “Esas son las dos principales fuentes de ingresos para el futuro”, dice Zahra.
Los museos son la única rama del Vaticano que funcionan como un verdadero negocio. Este año, el museo está en camino de acoger 5,5 millones de visitantes, tres veces la cifra de hace 30 años. Ahora figura entre los cinco museos más visitados del mundo, sólo por detrás del Louvre y el Museo Británico. EL tráfico este año ha aumentado en 1 millón de visitantes desde 2013, en gran parte debido al “efecto Francisco”. El objetivo es utilizar campañas de promoción y nuevas exposiciones para impulsar los ingresos del museo muy por encima de los actuales $ 130 millones al año.
El Banco Vaticano es también una franquicia de crecimiento potencial. El propósito básico del IOR es simple y esencial. Las diócesis, órdenes religiosas y organizaciones de caridad católicas recogen enormes sumas cada año que tienen como destino los países en desarrollo y depositan los fondos en el Banco Vaticano. Ese dinero viene con frecuencia en efectivo. El IOR transfiere los fondos del Vaticano a todos los rincones del mundo para construir iglesias y escuelas, administrar hospitales, y pagar a los sacerdotes y religiosas. Es también el banco de todos los días para los empleados del Vaticano.
A pesar de tener una sencilla función, el Banco Vaticano en el pasado se vio entrampado en el escándalo. Tal vez la transformación más importante bajo el pontificado de Francisco es la reconstrucción del IOR de un potencial naufragio a la útil institución que debería ser. Hoy en día es fundamental en los planes del Vaticano para el crecimiento financiero.
Francisco facultó dos funcionarios clave para limpiar el desorden. El primero fue Brülhart, jefe de la Autoridad de Información Financiera (AIF). Un abogado suizo que había dirigido anteriormente una iniciativa contra el blanqueo de dinero en Liechtenstein, Brülhart es una figura poco común en la jerarquía del Vaticano. Apodado “el James Bond del Vaticano”, fue encargado con la AIF, de monitorear las transacciones sospechosas del IOR y hacer que el Vaticano cumpla con todas las regulaciones de la UE y otras multinacionales.
El segundo reformador clave fue Ernst von Freyberg, quien fue nombrado jefe de la IOR en sus días más oscuros a principios de 2013 por el Papa Benedicto XVI, y comenzó el día en que el Papa emérito renunció oficialmente.
El cardenal Pell, flamante Prefecto de la Secretaría de Economía, aporta con ideas creativas sobre cómo el IOR puede generar más ingresos. Observen esto: El Vaticano ahora participa del negocio de gestión de fondos institucionales. Con la bendición del Papa, Pell está reuniendo todas las inversiones del Vaticano en una unidad creada recientemente y denominada Vatican Asset Management, o VAM. Está encabezada por de Franssu, el exejecutivo de fondos de inversión que Francisco ha nombrado al frente de la IOR, en reemplazo de Von Freyberg.
Pell y de Franssu piensan que las diócesis y las órdenes religiosas, especialmente en los países pobres, necesitan urgentemente una gestión profesional de sus fondos y disfrutarán confiar sus ahorros al VAM. El plan es que el VAM se distinga como especialistas en la llamada inversión ética, que se alineará con los valores de la Iglesia y los de sus clientes. Como el VAM recoge miles de millones en activos para gestionar, debe deshacerse de millones en cuotas anuales. “El futuro del IOR es la gestión de activos,” declara Pell.
Fuentes:
Revista Fortune