Eligiendo al Papa: Obra del Espíritu Santo o del comportamiento grupal

Espíritu Santo o pensamiento de grupo  
5.00 p m| 12 mar 13 (NCR/BV).-  En la teología católica, al igual que en la imaginación popular, se supone que el cónclave a puerta cerrada para elegir a un nuevo Papa es guiado por el Espíritu Santo. Y ningún otro factor externo o incluso interno debería influir en la conciencia individual de los cardenales. Al menos así debería ser en teoría. David Gibson del National Catholic Reporter nos presenta indicios de una realidad diferente.

Muchas cosas han cambiado en las elecciones papales. Aunque se mantienen muchas de las formas tradicionales (p.e. la indumentaria, ritos y escenarios) los cónclaves que solían durar mucho y estar atravesados por tensiones políticas u otras peores ya no son lo que eran. En el último siglo, a medida que se incrementaron al mismo tiempo la seguridad y el secreto, las elecciones papales se han orientado a la brevedad. Desde 1903 la duración promedio es de tres días, incluyendo la última en 2005 que durara apenas 24 horas.

¿A qué se debe este cambio histórico? Aunque el Espíritu Santo podría estar volviéndose más eficiente, investigadores del comportamiento humano y expertos en temas eclesiales, señalan que una nueva dinámica de grupo también está jugando un papel, y que el “voto a ganador” (bandwagon effect) se está mostrando tan poderoso como en cualquier otra elección sagrada o profana.

Este es el resultado del estudio en 2006 del investigador australiano J.T. Toman que  revisó los patrones de votación de los siete cónclaves del siglo 20 (en base a información filtrada luego de finalizados). El estudio encontró que los cardenales que cambiaron su voto, lo hicieron principalmente porque vieron que la votación se orientaba hacia algún candidato, y votaron a ganador (“The Papal Conclave: How do Cardinals Divine the Will of God?”).

El comportamiento de estos votantes “estratégicos” –para diferenciarlos de los votantes “sinceros” que insisten en votar a la misma persona una y otra vez- es el que explica la duración menor a la esperada.

Gibson afirma que aunque Toman no incluyó el cónclave de abril de 2005 en su estudio, parece que la práctica de “subirse al carro” (como también se conoce al bandwagon effect) también se estableció en esa ocasión. En el transcurso de cuatro votaciones, el cardenal Joseph Ratzinger pasó de poco menos de 50 votos en la primera ronda a 65 votos en la segunda y 84 en la votación definitiva, superando el umbral de dos tercios necesario para convertirse en el Papa Benedicto XVI.

Sin embargo Gibson señala otros factores peculiares del Colegio de Cardenales que alientan este mecanismo y la decisión pronta:

Primero, la expansión del Colegio Cardenalicio, que ha duplicado sus miembros en las últimas décadas. “Cuanto más grande es el grupo, mayor es la probabilidad de un voto a ganador” según lo describe John-Peter Pham -un ex diplomático del Vaticano- en su libro “Heirs of the Fisherman: Behind the Scenes of Papal Death and Succession”.

Además Pham menciona también la creciente diversidad en el colegio cardenalicio -más de 50 países representados-, que complica más la probabilidad de que los cardenales se conozcan entre todos y es inevitable que algunos se dejen llevar por la “sabiduría de la mayoría” que expresan los resultados de las elecciones parciales.

Un segundo tema a considerar es el fuerte deseo de que los resultados del conclave se perciban como producto de la inspiración antes que de la negociación. Un cónclave breve demuestra unidad de mentes y de propósito en el Colegio Cardenalicio, mientras que un cónclave interminable puede ser señal de disensión que pueda socavar la posición de un futuro Papa.

Gibson percibe que los cardenales se preparan para una elección papal rápida y limpia. No han apresurado demasiado las reuniones previas al cónclave, las llamadas Congregaciones Generales, a fin de construir un consenso antes de la votación.

“Alguien citó a Santo Tomás de Aquino, quien dijo que se debe ser lento en la deliberación y rápido al tomar la decisión”, dijo el cardenal Francis George de Chicago esta semana después de la primera Congregación General. “Por lo tanto, la toma de decisiones es el cónclave, y la deliberación son las Congregaciones Generales”.

A modo de conclusión Gibson se pregunta en dónde queda el accionar del Espíritu Santo, y se responde con dos comentarios. Por un lado, una constante en los últimos cónclaves fue que si por algún motivo el favorito perdía algo de empuje en las primeras votaciones, perdía inmediatamente el protagonismo, y los cardenales buscaban rápidamente otra opción (usualmente entre los más votados). Por otra parte, en este cónclave en particular, no se ha perfilado un claro favorito, y los cardenales también parecen decididos a tener una elección tan abierta como sea posible. 

Al final es seguro que las dinámicas de grupo jugarán un importante papel en las votaciones, pero al final todos sabemos que el Espíritu Santo sopla donde quiere y todavía nadie sabe quién será elegido como Papa.

Fuente: National Catholic Reporter

 

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