(Cine) Cónclave: Fe, tensión e intriga en una elección papal

3:00 p.m. | 5 dic 24 (NCR/CT).- Cónclave, película recién estrenada en EE.UU. y próximamente en Perú, sigue a un grupo de cardenales ficticios encargados de elegir a un nuevo Papa tras la repentina muerte del Santo Padre. La película combina una representación intrigante de la ceremonia con una crítica al poder y la corrupción. Cónclave ofrece un llamado a la reflexión sobre la fe, la humildad y la duda, mientras se perfila como una favorita para la temporada de premios. Compartimos reseñas y análisis que revisan si la ficción se acerca a la realidad, algunos con spoiler.

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Cónclave, fusión de emoción y espiritualidad (National Catholic Reporter)

Cónclave, adaptación de la novela homónima de Robert Harris (2016), narra la historia de unos cardenales ficticios encargados de elegir a un nuevo Papa tras la repentina muerte del Santo Padre. A primera vista, una película sobre este proceso de elección podría no parecer tener mucho potencial, pero su representación creativa de los detalles de la ceremonia, junto con un enfoque decidido en mostrar las intrigas de la corrupción y el poder, convierte los acontecimientos en algo tanto entretenido como reflexivo. En una época de justificada desconfianza hacia las instituciones religiosas, este film ofrece un convincente llamado eclesial a una renovada corresponsabilidad espiritual, marcada por la humildad, la mansedumbre y, sorprendentemente, la duda.

El comienzo de Cónclave deja claro que el camino hacia una visión esperanzadora pasa por una puerta estrecha. Apenas se han pronunciado las últimas palabras de bendición sobre el Santo Padre fallecido (Bruno Novelli), quien, según los rumores, murió de un ataque al corazón, cuando el decano del Colegio Cardenalicio, Lawrence (Ralph Fiennes), debe iniciar el proceso de elección de un sucesor. En pocos días, cardenales de todo el mundo llegan a Roma y se refugian en la Capilla Sixtina para comenzar la ardua y compleja elección.

Los posibles candidatos abarcan toda la gama política: Bellini (Stanley Tucci) es el defensor del contingente progresista, mientras que Tedesco (Sergio Castellitto) representa a los conservadores y, de ser elegido, podría deshacer el trabajo realizado por pontificados anteriores. También está el prelado canadiense Tremblay (John Lithgow), que es más moderado, así como Adeyemi (Lucian Msamati), que podría ser el primer Papa nigeriano, pero su postura de línea dura contra la homosexualidad complica sus posibilidades. El verdadero factor sorpresa es el cardenal Benítez (Carlos Diehz), arzobispo de Kabul, cuya sorprendente llegada en el último minuto complica la división entre izquierda y derecha.

La interpretación que Berger hace del papado es palpable, vivida. El proceso real de elección de un nuevo Papa sigue siendo un misterio, y aunque Berger y su equipo se toman libertades creativas para rellenar las lagunas de lo que conocen, sus representaciones están arraigadas en el respeto y la reverencia. El amor por el proceso y la liturgia se refleja claramente en la manera en que el director de fotografía Stéphane Fontaine resalta la intención con la que los cardenales cruzan las manos en oración o la precisión con la que se visten con la túnica. Cónclave reconoce la importancia espiritual de estos momentos cotidianos en la ceremonia, tan cruciales como las oraciones pronunciadas y las liturgias recitadas.

Cuando comienza el proceso de votación y los candidatos compiten por la codiciada mayoría de dos tercios, el lado ruin de la ambición asoma la cabeza. Se hace evidente que muchos de los presentes no dudan en “sobornar” a sus hermanos con los proverbiales 30 siclos de plata para conseguir votos, o recurrir al chantaje para sacar a otros candidatos de la carrera. Lawrence se da cuenta de que, para sus hermanos, es difícil mantenerse en carrera y conservar la fe cuando la corrupción y el egoísmo se entrelazan tan fácilmente. Tedesco, Adeyemi y Tremblay están demasiado ansiosos por beber de la copa de la responsabilidad pontificia, pero, como suele suceder con los hombres que tienen una falsa opinión de sí mismos, no saben lo que buscan.

VIDEO. Cónclave – Tráiler

 

Aunque la película nunca sale de los muros del Vaticano, la influencia del público expectante proyecta un espectro de peso sobre el proceso. Quienquiera que se convierta en Papa será responsable de la administración de mil cuatrocientos millones de almas; lo que suceda en esta elección reverbera más allá de los muros del cónclave. Hay una inquietante sensación de agravamiento, de que las viles tácticas a las que recurren los cardenales se perpetuarán y amplificarán si esa persona se convierte en Papa. Esto es especialmente conmovedor cuando vemos a las religiosas, lideradas por la hermana Agnes (Isabella Rossellini), trabajar, cocinar y limpiar para los cardenales, que no les dan importancia. Aunque los cardenales supuestamente se preocupan por la justicia, no consiguen centrarla en su propia conducta.

El Lawrence interpretado por Fiennes se convierte en el ancla que permite al público aterrizar, mientras Berger hace una súplica convincente para no demonizar las dudas que podamos tener, especialmente sobre algo tan personal como nuestra fe. Aunque no lo nombra directamente, hay una sensación de que Lawrence se siente abandonado por Dios, y se debate sobre cómo discernir Su voz cuando los intentos de la praxis de la Iglesia son ejecutados por hombres imperfectos y mezquinos.

Le revela en privado a Bellini que había solicitado abandonar la orden, pero el Santo Padre se lo denegó, diciéndole en tono despectivo que era mejor administrador que pastor. Esas palabras resuenan en la mente de Lawrence mientras sigue el ritmo del proceso de elección, una práctica litúrgica en sí misma que le recuerda constantemente la insuficiencia de su liderazgo espiritual. En el fondo, Lawrence se enfrenta a cómo el caos del mundo y la realidad del pecado complican la naturaleza efímera e intangible de las enseñanzas de Jesús: es difícil someterse los unos a los otros por reverencia a Cristo cuando todos luchan por el máximo puesto de liderazgo.

En última instancia, son las propias preocupaciones de Lawrence sobre la oración y la confianza en la Iglesia institucional las que nos desafían a considerar el papel de la duda en nuestra fe. En una homilía antes de que comience el proceso, Lawrence dice: “Hay un pecado que he llegado a temer por encima de todo: la certeza”. Continúa describiendo cómo “la certeza es el gran enemigo de la unidad (…) el enemigo mortal de la tolerancia”.

La certeza, argumenta Lawrence, elimina la necesidad del misterio, lo que elimina la necesidad de la fe; hay un tipo de certeza que engendra una cerrazón y un orgullo que son corrosivos para el alma. Como la fe es algo vivo y activo, anima a sus colegas clérigos a escuchar sus dudas, porque es en esos momentos en los que reconocen que no tienen el control, cuando el espíritu de Dios puede sorprender y hacer su mayor obra.

Cónclave reflexiona sobre el hecho de que la verdadera fe no se encuentra en la inevitabilidad, sino en el misterio. “Sé lo que significa existir entre las certezas del mundo”, le confiesa Benítez a Lawrence después de una revelación especialmente impactante. De igual manera, la película invita a los espectadores a reposar en verdes praderas y junto a aguas tranquilas, permaneciendo en ese espacio entre las certezas y el agradecimiento por nuestras dudas. Porque donde estén nuestras preguntas, allí estará también Dios.

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VIDEO. Cónclave. Entrevista a Ralph Fiennes y Edward Berger

Cónclave se toma en serio el poder y el papado (Christianity Today)

Los thrillers políticos son estudios sobre el poder. Macbeth, Todos los hombres del Presidente y House of Cards plantean cuestiones similares. ¿Quién quiere el poder y por qué? ¿Qué harán para conseguirlo? ¿Y de qué maquinaciones se arrepentirán? La nueva película Cónclave tiene todas las características de este género: susurros, miradas de reojo, lealtades cambiantes, diálogos tan afilados como el filo de un cuchillo. Con el notable detalle de que todo ocurre en la Ciudad del Vaticano.

El Papa ha muerto repentinamente y el Colegio Cardenalicio se ha reunido para elegir a su sucesor. Aislados en el Vaticano, hacen política entre comidas y cigarrillos en apasionados discursos y reuniones secretas antes de reunirse cada día en la Capilla Sixtina para votar en secreto, rezando para que su candidato preferido obtenga una mayoría de dos tercios. Mucho de eso se ajusta al proceso real. Afortunadamente para Berger, también está hecho para el cine, todo ornamentos dorados, frescos imponentes y pompa y circunstancia. Los cigarrillos queman. Las monjas pellizcan raviolis a mano. Columnas de humo se elevan hacia el cielo cuando se quema cada papeleta.

Cónclave es una película bien hecha. También es intensa. El Papa es la autoridad religiosa de casi el 18% de la población mundial. Una elección papal, por tanto, es el escenario perfecto para plantearse esas preguntas eternas sobre el poder. “El temor del Señor es el principio de la sabiduría”, y ese temor ha entrado en los corazones de algunos de los cardenales, en particular del cardenal Lawrence, gestor del cónclave, brillantemente retratado por Fiennes. Aunque Lawrence atraviesa una crisis de fe, se toma muy en serio la responsabilidad que se le ha confiado.

La misma indecisión de Lawrence, dice, lo descalifica para servir como Papa. ¿O es que su reticencia le hace idóneo para el cargo? Como dice uno de sus colegas: “Los hombres peligrosos son los que lo quieren”. Esa máxima es indudablemente cierta en la política más profana. Las personas que quieren ser presidentes son consideradas sospechosas con razón. El poder absoluto, lo sabemos, corrompe. Pero, ¿qué pasa con el poder obtenido al servicio de una autoridad superior? ¿Y el poder por amor a Dios?

Esa cuestión hace de Cónclave una película especialmente atractiva y diferente de otras de su género. En este contexto, estas luchas no sólo tienen que ver con el afán egoísta, sino también con el amor a la Iglesia y los anhelos sinceros sobre su futuro. Algunos de los cardenales son obviamente cobardes. Pero la mayoría son más complicados. Es difícil saber dónde acaba la ambición y dónde nace la convicción respecto al retorno de la misa en latín, las mujeres en el liderazgo, la sexualidad, el islamismo radical o la justicia social.

VIDEO. ¿Cómo presenta Cónclave la sede vacante?

 

Cónclave ofrece un acertado retrato de las facciones de la Iglesia católica, así como de la forma en que dichas facciones confunden las categorías políticas. El candidato que sería el primer Papa africano (Lucian Msamati) tiene opiniones tradicionales sobre la sexualidad. El misterioso cardenal Benítez (Carlos Diehz) es un reformador, preocupado por la situación de los pobres. Pero también es muy religioso, con un largo historial de trabajo misionero en lugares peligrosos. Quiere hacer su trabajo dentro de la Iglesia.

Y aunque la película promueve sutilmente convicciones progresistas, otorga a los cardenales de todas las tendencias ideológicas las mismas oportunidades de quedarse cortos. Tanto los conservadores (Msamati, Sergio Castellitto) como los liberales (John Lithgow, Stanley Tucci) ceden a sus egos, sucumben al pecado, lloran y buscan el perdón. Como dice Lawrence: “Somos hombres mortales; servimos a un ideal. No siempre podemos ser ideales”. Elegir a un Papa, a menudo, es cuestión de optar por “la opción menos mala”.

Aún así, la “opción menos mala” tiene a ese 18% del mundo bajo su liderazgo. Es responsable de preservar la fe y la ortodoxia católicas. No es sólo responsable ante los votantes o el Estado de Derecho, sino ante Dios. Cónclave se lo toma en serio. Incluso cuando un cardenal bromea diciendo que el anterior Papa tenía sus dudas -“nunca sobre Dios”, sino sobre “la Iglesia”, con toda su burocracia, abusos y corrupción-, existe la sensación de que la pérdida de esa Iglesia sería dolorosa. La respuesta no es abolir, sino reformar.

Al final de su enrevesada trama, Cónclave muestra sus cartas sobre cómo podría ser esa reforma, con una elección (y una posterior revelación) que parece extremadamente improbable incluso para un thriller tan dramático como éste. Es un final bastante didáctico para una película tan llena de matices, tan humanizadora y complaciente con lo diferente. En la misa de apertura del cónclave, el cardenal Lawrence ruega a sus hermanos por la unidad, citando Efesios. “El don de Dios a la Iglesia es su variedad”, suplica. “Hay un pecado que he llegado a temer por encima de todos los demás: la certeza (…) nuestra fe es algo vivo precisamente porque camina de la mano de la duda”.

Otros espectadores podrían llegar a la conclusión de que una mayor certeza en cualquiera de estas cuestiones -el diálogo interreligioso, las mujeres en el liderazgo, la obligación de la Iglesia con los pobres- es precisamente lo que se necesita para mantener viva esa fe. Sin embargo, resulta conmovedor ver a un variado grupo de hombres, con dudas y todo, abriéndose camino entre nubes de humo de cigarrillo y platos de ravioli. Su intento, reconoce Cónclave, merece la pena: por el poder y la gloria de Aquel que está en el trono.

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VIDEO. Homilía del cardenal Lawrence sobre la duda / certeza en la fe

Protagonistas hablan sobre la película y la ordenación de mujeres

Ralph Fiennes comentó que las “cuestiones humanas” son lo que más le gusta de la película. “La Iglesia está poblada por seres humanos, y es interesante reflexionar sobre sus motivaciones”, dijo Fiennes, más conocido recientemente por su papel protagonista en “El menú” y por interpretar al archivillano Lord Voldemort en las películas de Harry Potter. “Creo que este guión no pretende satirizar o explotar de manera cínica a la Iglesia”, dijo a RNS. “Creo que es una mirada muy humana a un aspecto particular de la Iglesia, que es enorme y compleja”.

También explicó que los responsables de la película habían hecho todo lo posible por ser “fieles a los detalles del ritual” con un asesor religioso en el plató. “Espero que sea exacta. Estoy seguro de que habrá gente que nos dirá dónde nos equivocamos, pero ésa era la aspiración en cualquier caso”, dijo.

Fiennes, que fue criado en el catolicismo pero ahora se describe como “no practicante”, dijo que sigue teniendo “un gran interés en lo que significa tener una guía espiritual o un sentido de un camino” y describió la Iglesia católica como “un motivo de gran interés” para él. “Hay muchas cosas en las enseñanzas y directrices católicas que se me resisten, pero creo que las enseñanzas de Cristo siempre serán relevantes”, dijo Fiennes, explicando que le interesan “todo tipo de enseñanzas espirituales”.

Fiennes compartió algunas experiencias negativas con la Iglesia. En su juventud, se encontró con “sacerdotes elitistas que insistían en decir la misa en latín, cuando podría ser más adecuado decirla en inglés para atraer a una congregación más joven”. Sin embargo, Fiennes subraya que todos ellos eran seres humanos. “He hablado con sacerdotes cuyo punto de vista intelectual y sabiduría realmente respeto”, afirma. Cónclave ya ha provocado la ira de los conservadores católicos por una revelación final sobre el Papa recién elegido.

En el cónclave, los cardenales eligen al cardenal Benítez, cuya situación (de purpurado) había permanecido en secreto para mantenerlo a salvo mientras dirigía la Iglesia en Kabul, Afganistán. Benítez se mantiene al margen de las disputas entre cardenales y demuestra un estilo de liderazgo humilde. Pero hay algo más que le diferencia de sus hermanos cardenales. En el giro final de la película, Lawrence se entera, tras la elección de Benítez, de que el nuevo Papa ha descubierto recientemente que es intersexual, es decir, una persona cuya anatomía no encaja en las categorías de sexo masculino ni femenino.

La mayoría de los conservadores enfurecidos por la película parecen no entender la condición. En su entrevista con RNS, Berger pareció reconocer que la revelación de Benítez tocaría un nervio en la Iglesia actual. Relató una anécdota que le contó Harris sobre un cardenal que había escrito al autor después de la publicación del libro para decirle que, aunque le había gustado la novela, cuando llegó al final se dijo a sí mismo que “al final es sólo una historia”.

VIDEO. Cónclave: Actores hablan de la película

 

Para Fiennes, no es Benítez quien plantea la cuestión de la ordenación de mujeres, sino la hermana Agnes, interpretada por Isabella Rossellini, que es la única protagonista femenina de la película, lo que refleja la falta de mujeres al frente de la Iglesia. “Parece extraño que la Iglesia se aferre con tanta fuerza a su tradición de celebrantes masculinos. Creo que la Iglesia de Inglaterra ha demostrado que (tener) mujeres como sacerdotes es muy eficaz”, dijo Fiennes, añadiendo que no se “sentía cómodo pronunciándose sobre la Iglesia” porque es “demasiado ignorante”.

“Conozco a muchas mujeres católicas que sentirían curiosidad por saber cuál podría ser el futuro”, dijo Fiennes. Berger dijo que, aunque su opinión era subjetiva, “creo que la película explora un tema maravilloso de feminidad frente a masculinidad que quizá sea un diálogo interesante que podría ser el futuro de cualquier organización religiosa, no sólo católica”.

Isabella Rossellini, que interpreta a la religiosa principal, la Hermana Agnes, se refiere al sorprendente final de la película: “Se trataba de cómo abordar un problema que puede ser realmente explosivo, pero la intención no era hacerlo explosivo, sino sólo provocar un signo de interrogación”. Rossellini desempeña un papel importante en la descalificación de algunos de los cardenales, aunque tiene pocas líneas en la película. En una escena, dice: “Aunque se supone que las hermanas somos invisibles, Dios nos ha dado ojos y oídos”.

“Fui a la escuela con las religiosas. Crecí en Roma, así que el Vaticano y el debate del Vaticano me resultan familiares. Sabía que entre ellas había conservadores y progresistas. Sabía de escándalos, sabía de no escándalos. Sabía de santos y sabía de pecadores, todo dentro de la Iglesia católica”, dice Rossellini. “Pero también sabía que mis religiosas, aunque decidieron ser hermanas, y aceptan el papel de la sociedad patriarcal de la Iglesia católica, no son sumisas en absoluto. Así que me sentí muy segura al interpretar a la hermana Agnes con mucha dignidad y fuerza, porque lo había visto en mi vida”, continúa.


Confusión por el final cuando leyeron el guión por primera vez

“Recuerdo que le dije a Edward Berger (el director): ‘Necesito claridad aquí’. Y en realidad -no es que me estés pidiendo mi opinión-, pero creo que tiene que estar escrito en la página”, dice Fiennes. “Creo que el texto que se da al final… es más claro ahora de lo que era el borrador que leímos primero”.

Rossellini dice que leyó tanto el guión como el libro de Harris para entender el final. “Cuando leí el guión, tengo que decir que tuve que leer el final dos o tres veces. Y pensé, bueno, quizá soy extranjera, quizá no lo entiendo del todo”, dice Rossellini. “Llamé a mi agente y le dije: ‘¿Es eso lo que está pasando? Así que me quedé sorprendida”. Ahora, Rosselini cree que el final remite a un discurso de Lawrence sobre la necesidad de que el nuevo Papa dude, porque sólo a través de la duda se necesita la fe. “(Fiennes) tiene un discurso muy bonito al principio de la película sobre la certeza y la duda, y creo que ese era el núcleo de la película. La película termina de nuevo en la duda”, afirma.

En última instancia, Fiennes dijo: “Lo que me gusta del guión es que creo que se toma en serio la noción de quién es la persona adecuada para ser Papa, quién tiene la integridad espiritual adecuada para ocupar ese cargo”. Y prosiguió: “Y lo que me encanta es que creo que al final de la película tenemos a alguien que posee una profunda esencia espiritual para dirigir la Iglesia”.

VIDEO. Isabella Rossellini sobre Cónclave y el catolicismo

¿Podría ocurrir realmente el desenlace de Cónclave?

Kurt Martens, profesor de derecho canónico en la Catholic University of America, dijo que vio Cónclave en los cines con un bloc de notas en el regazo. Mientras que algunos aspectos, como la destrucción del anillo de un Papa muerto en su habitación, eran exactos, otros no lo eran. “¿Meter el cadáver del Papa en una bolsa?”. comentó el Dr. Martens. “¡Por favor!”. El público preocupado por la exactitud, sin embargo, probablemente tendrá más preguntas sobre el giro final de la película, cuando el recién elegido cardenal Benítez (Carlos Diehz), revela al cardenal Lawrence que es intersexual.

En el primer giro importante de la película, el entonces desconocido cardenal Benítez aparece en el cónclave con una carta en la que dice que ha sido nombrado en secreto in pectore por el difunto Papa, una categoría real que significa “en el corazón del Papa” y que se utiliza a menudo para los cardenales que ejercen su ministerio en lugares donde los cristianos son perseguidos. El cardenal Benítez, en la película, es el obispo de Kabul, Afganistán, por lo que el difunto Papa lo nombró in pectore por su propia seguridad.

El Dr. Martens recordó que el papa Juan Pablo II creó cardenal in pectore al cardenal Ignatius Kung Pin-Mei, obispo de Shanghai, en 1979, y no anunció públicamente su creación como cardenal hasta 1991. El propio cardenal, señaló el Dr. Martens, no supo que había sido nombrado cardenal hasta una reunión privada en el Vaticano en 1988.

En la película, el cardenal Benítez describe una reunión privada con el Papa, por lo que es posible que se le comunicara su nombramiento, pero en la vida real, incluso los cardenales in pectore que saben que han sido nombrados no votan en los cónclaves. Aun así, cualquier varón católico bautizado puede ser elegido Papa, por lo que, aunque el cardenal Benítez no hubiera podido votar en un cónclave, ¿podría haber sido elegido?

En última instancia, explicó el Dr. Martens, la cuestión se reduce a si el cardenal Benítez, como persona intersexual, podría recibir la ordenación, porque para ser nombrado Papa tendría que ser ordenado obispo. La doctrina de la Iglesia exige que solo los varones biológicos puedan ser ordenados. En la película, el cardenal Benítez explicó que siempre creyó que era varón, pasó por el seminario y se ordenó; más tarde, mientras le extirpaban el apéndice, su cirujano descubrió que tenía útero y ovarios. Desconsolado, pensando que su ordenación no era válida, programó una histerectomía laparoscópica y escribió al Vaticano para solicitar la expulsión del sacerdocio. (Todo sacerdote que desee abandonar el sacerdocio debe obtener la aprobación del Papa).

El difunto Papa de la película, en lugar de despedirlo (en vida), lo llevó al Vaticano y le dijo que continuara con su ministerio, lo que indica que, al menos en la película, el Papa no veía ningún problema en que una persona intersexual fuera ordenada. El Dr. Martens explicó que el derecho canónico no dice nada sobre las personas intersexuales, por lo que correspondería a los especialistas determinar si la persona es canónicamente masculina y, por tanto, puede ser ordenada. “¿Es con los cromosomas con lo que se determina si son hombre o mujer? ¿O si tienen algunos atributos? Ésa es la cuestión canónica, teológica”, dijo.

¿Quién tendría la última palabra? Resulta difícil imaginar que, en un cónclave real, el Vaticano recurriera a científicos y cirujanos para demostrar la validez de un pontífice recién elegido. “Es una pregunta interesante”, afirma el Dr. Martens. “Y no tengo una respuesta definitiva”.

VIDEO. El reparto de Cónclave comentan sus papeles en la película

Información adicional
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Fuentes

National Catholic Reporter / Christianity Today / Religion News Service / America Magazine / Today / Videos: One Media Español – AMC – Universal Pictures – The New York Times – CBN News – Q with Tom Power – Focus Features / Foto: Next Best Picture

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