Talibanes en Afganistán: Lecturas esenciales
6:00 p.m. | 18 ago 21 (RNS/TT).- El pánico y la agitación se apoderan de Afganistán después de que los insurgentes talibanes capturaran la capital, Kabul. Hace 25 años también se hicieron del control de Afganistán tras capturar Kabul en la guerra civil afgana. Establecieron un gobierno basado en su interpretación extrema de la sharia islámica y gobernaron durante cinco años. Su régimen fue derrocado en 2001 por la invasión liderada por Estados Unidos. En esta recopilación, expertos en el país del Oriente Medio ofrecen análisis actuales sobre temas que preocupan de este régimen extremista, y voces de la Iglesia local dan testimonio de lo que ocurre.
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La caída de Afganistán se produjo apenas tres meses después de que Estados Unidos comenzara a retirar sus tropas del país tras una guerra de 20 años en la que murieron más de 2 mil miembros del servicio estadounidense y más de 50 mil militares y policías nacionales afganos. Para expertos locales y observadores internacionales, la historia se repite en Afganistán. Ellos ofrecen perspectivas diversas sobre lo que podría ser el régimen de los talibanes -considerando el entonces y el presente- y evalúan el papel de Estados Unidos en el colapso de Afganistán.
1. El régimen talibán: ¿Han cambiado los talibanes desde 2001?
Esa es la pregunta que Sher Jan Ahmadzai, director del Centro de Estudios sobre Afganistán de la Universidad de Nebraska, Omaha, se propuso responder en su artículo de julio de 2021 sobre los talibanes. Ahmadzai, originario de Afganistán, explicó que “durante los cinco años de gobierno de los talibanes, las mujeres tenían prohibido trabajar, asistir a la escuela o salir de casa sin un pariente masculino. Los hombres debían dejarse crecer la barba y llevar gorro o turbante”. Quien no respetara este código podía ser azotado, golpeado o humillado. La retórica de los talibanes se ha moderado desde 2001, escribió Ahmadzai, pero sus creencias extremistas no han cambiado.
“Todo indica que los talibanes siguen creyendo en el restablecimiento de su antiguo sistema de emirato, en el que un líder religioso no elegido, o emir, era quien tomaba las decisiones en última instancia”, con autoridad de Dios. Y ahora, en una etapa previa en que otras zonas lejanas de la capital eran controladas por los talibanes, escribió Ahmadzai, los nuevos gobernantes “han pedido a las familias que casen a una niña por familia con sus combatientes; han dicho que las mujeres no deben salir de casa sin un pariente masculino; y han ordenado a los hombres que recen en las mezquitas y se dejen la barba”.
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2. Las mujeres bajo el dominio “fundamentalista”
Las mujeres afganas son las que más temen la victoria de los talibanes. Las académicas Homa Hoodfar y Mona Tajali entrevistaron el año pasado a 15 mujeres activistas, líderes comunitarias y políticas afganas. Pocas de ellas pensaban que los talibanes creían en la igualdad de género. “La reforma de los talibanes no es realmente posible. Su ideología principal es fundamentalista, sobre todo con respecto a las mujeres”, dijo a Hoodfar y Tajali una activista de los derechos de la mujer de 40 años de edad de Kabul. En reuniones internacionales y en las redes sociales, los líderes talibanes sólo sugieren que las mujeres tienen derechos “según el Islam”. Una maestra de escuela del norte de Afganistán dijo a los investigadores: “Al principio, cuando veíamos las entrevistas a los talibanes en la televisión, esperábamos la paz, como si los talibanes hubieran cambiado. Pero cuando vi a los talibanes de cerca, no han cambiado en absoluto”.
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3. Amenaza terrorista global
La victoria de los talibanes en Afganistán es también una victoria para la organización terrorista Al Qaeda, según Greg Barton, catedrático de política islámica global en la Universidad de Deakin (Australia). “Afganistán fue la cuna de Al Qaeda en 1988. El grupo dio lugar a redes terroristas en todo el mundo, incluyendo Al Qaeda en Irak, que se transformó en el Estado Islámico”, escribe Barton. Estados Unidos invadió originalmente Afganistán para perseguirlos después de que el grupo atacara el World Trade Center y el Pentágono el 2001. Afganistán se había convertido en un refugio para los terroristas bajo el gobierno talibán.
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4. Podría intervenir nuevamente los EE.UU.
Cuando el expresidente Donald Trump llegó a un acuerdo con los talibanes para poner fin a la guerra de Estados Unidos en Afganistán, accediendo a una antigua demanda de los talibanes, las encuestas de opinión pública indicaron un amplio apoyo a la decisión. Eso dio al presidente Joe Biden licencia para seguir la decisión de Trump, dice Thomas Alan Schwartz, profesor de historia de la Universidad de Vanderbilt. Pero una “rápida toma del país por parte de los talibanes, con la consiguiente persecución de las mujeres y de los opositores domésticos al régimen, bien podría producir una reacción opuesta en millones de estadounidenses”, escribió Schwartz el 13 de agosto de 2021.
Schwarz señala que “la brutalidad de las ejecuciones del Estado Islámico llevó a las fuerzas estadounidenses a volver a Irak” después de que el presidente George W. Bush hubiera declarado la victoria en ese país. Del mismo modo, la “represión y la carnicería que supondría un triunfo talibán” podría hacer que Biden se replantee la retirada total de Estados Unidos de Afganistán que “proyectaría una sombra profunda y perjudicial sobre toda la presidencia de Biden”.
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El último refugio católico de Afganistán
El padre Giovanni Scalesse no quiere abandonar Kabul. Al menos así se lo ha manifestado al superior general de los barnabitas, Francisco Silva. “El padre Scalesse está sirviendo a la pequeña comunidad cristiana que permanece allí. Está tranquilo, sereno, aunque sabe que corre peligro”. Scalesse es hoy por hoy el máximo responsable de la Iglesia católica en el país, al frente de lo que se conoce como “missio sui iuris”, el formato de presencia utilizado por la Iglesia católica en un territorio en el que no hay una fe “enraizada”, tal y como expone el Código de Derecho Canónico.
Actualmente, solo se utiliza esta fórmula en ocho países en el mundo. En Afganistán únicamente hay una parroquia que está ubicada en la sede de la Embajada en Italia en Kabul. Hasta hace unos días, su feligresía era un centenar de personas, pertenecientes en su inmensa mayoría al cuerpo diplomático allí destinado. Ahora no queda prácticamente nadie en un país donde el 99 por ciento de sus 39 millones de habitantes son musulmanes.
“Situación incierta” la de los cristianos en el nuevo Afganistán
En declaraciones a la agencia italiana SIR, el responsable del trabajo en Asia de la asociación internacional Open Doors –que ni siquiera puede decir públicamente su nombre–, ha señalado que “es un día angustioso para Afganistán y un momento muy peligroso para ser cristiano. Es una situación incierta para todo el país, no sólo para los creyentes ocultos. Nuestros corazones están rotos. Sabíamos que esto podía ocurrir. No nos sorprende, pero esto no disminuye el dolor”.
Open Doors, literalmente “Abriendo puertas”, es una entidad de ayuda y apoyo a los cristianos perseguidos a causa de su fe. En un comunicado, describen que en Kabul hay “caos en las calles, afganos haciendo cola en los bancos en un intento desesperado de retirar sus ahorros y abarrotando el aeropuerto de Kabul para huir del país”. La huida, con visado o de forma improvisada es una constante a pesar de que los “talibanes prometen un enfoque más moderno de la gobernanza, aunque sigue existiendo el temor de que impongan la sharia (ley islámica) en los próximos días”, señalan desde la asociación.
Para el responsable, “los creyentes ocultos en Afganistán son especialmente vulnerables. Antes del control talibán, ya tenían grandes dificultades para vivir su fe, ya que tenían que mantenerla en secreto ante sus familias por miedo a ser acosados o, peor aún, asesinados. Ahora que los talibanes están en el poder, su vulnerabilidad se multiplica por diez”, alerta.
Un desafío para la doctrina social católica
Los últimos días han sido extremadamente difíciles de presenciar. Hemos visto a personas que intentaban subir a los aviones del ejército estadounidense y a algunas de ellas aferrándose al exterior de la aeronave, conscientes de que podrían no lograrlo. Si me pongo en la piel de estas personas desesperadas, qué les motiva a correr ese riesgo. Sirve para recordar la cruda realidad en condiciones tan peligrosas. Como personas que vivimos en entornos seguros debemos preguntarnos cuál es nuestra responsabilidad con nuestros hermanos y hermanas.
La enseñanza social católica tiene una función profética. Tiene el potencial de dar voz a las experiencias de muchos individuos que han sido marginados, oprimidos y despreciados. Ofrece a las víctimas una voz y nos permite solidarizarnos con ellas. En este sentido, la doctrina social católica amplía la autocomprensión de la comunidad humana al identificarse con diferentes “imágenes de Dios” y llorar públicamente su degradación. Los que cayeron del avión debieron gritar, pero nadie les oyó. Los refugiados afganos están pidiendo ayuda a gritos, pero a menudo se les ignora. Debemos hacer todo lo posible para que las palabras lleguen a los que están en posiciones de poder. Intentar todo lo que esté a mano para que esos afganos encuentren seguridad y protección.
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Fuentes
Religion News / The Tablet / Revista Vida Nueva / The Conversation / Videos: DW/ Foto: AFP