El catolicismo del presidente norteamericano Joe Biden
10:00 p.m. | 13 nov 20 (TT/AM).- Después de una larga espera en el conteo de votos, se confirmó la victoria del candidato Joe Biden, quien se convierte apenas en el segundo presidente católico en la historia de los Estados Unidos. Según sus líneas propuestas, el demócrata sintoniza con el Vaticano en temas cruciales como las migraciones, la justicia social, el cambio climático, y el multilateralismo, y a nivel de su vida personal, ha expresado la importancia de su fe. Solamente su apoyo al derecho a decidir (aborto) genera desconfianza en algunos líderes y muchos fieles católicos. Ante eso, Biden ha comentado que su pensamiento se ajusta a la doctrina de la Iglesia, sin embargo siente que no puede imponer esa creencia a otras personas.
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Evaluar el catolicismo de Biden se convirtió para algunos en un tema importante de discusión durante la campaña presidencial. Cuando asistió a una misa en Carolina del Sur el año pasado, un sacerdote le negó la Eucaristía por su postura sobre el aborto. El Padre Robert Morey dijo: “Cualquier figura pública que abogue por el aborto se sitúa fuera de la enseñanza de la Iglesia”. Sin embargo, vale la pena notar que el papa Francisco no parece estar de acuerdo con el accionar del P. Morey, dado que él sí le ofreció la Eucaristía, incluso ya lo ha saludado por su triunfo. Biden en su momento comentó que lo del P. Morey nunca le había pasado, ni le pasó después.
Lo primero ha tener claro es que Joe Biden es católico. Eso no es discutible; está bautizado por la Iglesia y además es un fiel practicante. En la mañana de las elecciones, comenzó su día con una visita a su iglesia. Luego visitó la tumba de su hijo Beau; lleva un rosario que Beau le regaló dondequiera que vaya. El biógrafo de Biden dijo “nada es más sagrado (para Biden) que la Iglesia” y un miembro del personal de Biden dice que es “una auténtica persona de fe”.
En segundo lugar, no se debe permitir que algo tan importante como la Eucaristía se convierta en tema de disputa. Si negamos la Eucaristía a la gente que está a favor del derecho a decidir, entonces, ¿dónde trazamos la línea? ¿También debería negarse la Eucaristía a las personas que están a favor de la pena de muerte? ¿Y a las personas que restan importancia a la COVID-19 o que se niegan a llevar una mascarilla? (postura “antivida” en medio de una pandemia que ha provocado cerca de un millón y medio de muertos en el mundo) ¿Debería negarse a la gente que no toma en serio el ambientalismo, a la luz del Laudato Si? Como Francisco nos recordó, la Eucaristía “no es un premio para los perfectos”.
De cualquier forma, Biden ha tenido que enfrentarse a críticos que señalan que su apoyo al derecho a decidir (aborto) y al matrimonio entre personas del mismo sexo lo pone en desacuerdo con las enseñanzas de la Iglesia. Antes de las elecciones, algunos líderes eclesiales dijeron que los católicos no deberían votar por Biden debido a esas opiniones, mientras que otros dijeron que los católicos tienen la libertad de tomar sus propias decisiones al momento de votar.
En una entrevista del 2015, Biden dijo que personalmente cree que la vida comienza en la concepción, pero que reconoce que otros no comparten su punto de vista. “Lo que no estoy dispuesto a hacer es imponer un punto de vista específico que se base en mi fe a otras personas que sean igualmente temerosas de Dios, comprometidas con la vida, y comprometidas con la santidad de la vida”, dijo. “Acepto que el momento de la concepción marca el inicio de una vida humana. Pero no estoy preparado para imponer eso a otras personas”.
Algunos católicos hacen creer que Biden no es un católico “real” y que Trump era el candidato preferido para presidente dada su aparente perspectiva provida. Pero ser provida es mucho más que estar en contra del aborto. No es provida minimizar conscientemente una pandemia, menospreciar a aquellos que usan mascarilla para proteger y salvar vidas, y organizar manifestaciones masivas (un estudio reciente estima que las convocatorias de Trump han resultado en 30.000 casos adicionales de COVID-19 y al menos 700 muertes relacionadas).
No es provida encerrar a los niños en jaulas y separarlos de sus padres (las jaulas fueron construidas bajo la administración de Obama pero su uso aumentó dramáticamente debido a la política de tolerancia cero de Trump). Tampoco es provida restarle importancia y excusar la brutalidad policial cuando los afroamericanos son asesinados a un ritmo alarmante por la policía.
La campaña de Biden describió la elección como “una batalla por el alma de la nación”. Normalmente, esta sería una línea muy trillada pero realmente fue el caso en esta elección. Trump, por un lado, hizo más de 20.000 declaraciones falsas o engañosas mientras estaba en el cargo. Además, es simpatizante del supremacismo blanco y un misógino con numerosas acusaciones por acoso sexual. La lista continúa. Un hombre que, como nos recordó la hermana Simone Campbell en la Convención Nacional Demócrata, “ignora las enseñanzas católicas sobre el cuidado de la Tierra, alimentar al hambriento, dar la bienvenida al inmigrante”.
En el otro lado está Joe Biden, quien afirma que el papa Francisco es “la encarnación de la doctrina social católica con la que fui criado”. Biden describió esta doctrina de la siguiente manera: “Es la idea de que todos tienen derecho a la dignidad, que a los pobres se les debe dar prioridad, y que tienes la obligación de tender la mano y ser inclusivo”. En una entrevista posterior, dijo que su fe le implora abrazar una opción preferencial por los pobres, y en su campaña se ha centrado en otros temas como la intensa polarización, la injusticia racial y la pandemia por el coronavirus.
Cuando el conteo de los votos estuvo muy cerrado, aún sin ganador, y Trump trató de poner en duda la legitimidad de la elección, Biden pidió que “se mantuviera la fe”. La carrera política de Biden se impulsó cuando en el 2008 el entonces senador Barack Obama lo eligió como su compañero de fórmula. Según el principal estratega de Obama, David Axelrod, se eligió a Biden, en parte, porque “procedía de una familia católica de clase trabajadora, en una región importante del país, y compartía esa experiencia”.
“Biden realmente ve su fe católica como la clave para volver a unir al país y superar lo que nos divide”, dijo Stephen Schneck, el director ejecutivo de la Red de Acción Franciscana, al National Catholic Reporter a principios de este año. “Cree que hay algo en el catolicismo mismo que proporciona un terreno donde se puede encontrar un lugar común”.
Y la fe católica de Biden también ha sido una parte importante de lo que ha sido una vida llena de dolor e intranquilidad personal. Su esposa e hija murieron en un accidente automovilístico en 1972 y su hijo Beau murió de cáncer en 2015. En una entrevista con Stephen Colbert, cuando se le preguntó cómo afronta este dolor, dijo que encuentra “consuelo” en ir a misa y rezar el rosario. En la misma entrevista con Colbert, Biden también citó al filósofo danés Soren Kierkegaard quien dijo: “La fe ve mejor en la oscuridad”. Biden dijo que todas las cosas buenas de su vida han girado alrededor de su fe y teología.
Y en su primer discurso como presidente se ratifica lo descrito: “Ahora vamos a darnos una oportunidad. Es momento de hacer a un lado la retórica dura, de bajar la temperatura, de vernos otra vez, de volver a escucharnos unos a otros… Es hora de sanar heridas en Estados Unidos”.
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Fuentes:
“The refreshing, life-sustaining Catholicism of President-elect Joe Biden” de Diarmuid Pepper, publicado en The Tablet / “Joe Biden will be the second Catholic president. Here’s what you need to know about his faith” de Michael J. O’Loughlin, publicado en America Magazine / Foto: Vatican News