Francisco frena excesos de la Secretaría de Estado

9:00 p.m. | 6 nov 20 (LN/EP).- En una nueva medida para sanear las finanzas de la Santa Sede, el Papa ha establecido que la Secretaría de Estado, el organismo más poderoso de la jerarquía vaticana, ya no gestione sus propios fondos. Ya no será una excepción entre las oficinas vaticanas y se someterá al mecanismo regular en la gestión de presupuestos (labor de la Secretaría para la Economía). Si bien se puede señalar a la reforma de la curia romana como el motivo de fondo, en el anuncio oficial también se hace referencia a inversiones turbias, que están bajo investigación. Vaticanistas aseguran que este sería un paso definitivo en la larga lucha de Francisco por limitar la influencia de esta predominante instancia vaticana.

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En un nuevo golpe de timón y con el objetivo de que nunca más se desaten escándalos financieros como el que sacude en este momento al Vaticano, el Papa decidió retirarle los fondos a la Secretaría de Estado, un verdadero revés para el organismo hasta ahora más poderoso de la curia romana, la administración central de la Iglesia católica.

La decisión sin precedente fue un golpe durísimo para la Secretaría de Estado, que pierde así un privilegio y prerrogativa casi ancestral, precisamente cuando se encuentra en el ojo de la tormenta desde la salida a la luz, el año pasado, de operaciones financieras turbias y malversación de fondos reservados, que en 2014 fueron utilizados para una desastrosa inversión inmobiliaria en Londres, que se encuentra bajo investigación de la magistratura del Vaticano.

En este marco varios funcionarios -dos laicos y dos monseñores- fueron removidos y en otra movida que causó un terremoto interno, el 24 de septiembre pasado fue defenestrado el antes influyente cardenal italiano Angelo Becciu, que entre 2011 y mediados de 2018 fue sustituto de la Secretaría de Estado, el número tres de la Santa Sede. El Papa obligó a Becciu, de 72 años, a renunciar a su cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y a sus derechos cardenalicios: aunque no perdió el título, ya no podrá participar de un eventual cónclave.

Al margen de la fallida inversión en Londres, Becciu se vio complicado por supuestos giros de fondos de la Secretaría de Estado -un “tesoro” nunca puesto en el balance, hasta ahora intocable- a algunos de sus hermanos, así como a una mujer -Cecilia Marogna, apodada la “dama del cardenal”-, que asegura haber ofrecido servicios de inteligencia para rescatar a curas secuestrados por el mundo, pero que realizó compras de objetos de lujo. En un clima de intrigas pocas veces visto y con detalles que salen a la luz casi a diario en la prensa italiana, Marogna fue arrestada en Milán hace unas semanas, luego obtuvo libertad condicional y espera ser extraditada al Vaticano.

La noticia de que la Secretaría de Estado ya no dispondrá de fondos de ningún tipo -ni los formados por el denominado Óbolo de San Pedro, que incluye donaciones de fieles de todo el mundo para la misión-, se difundió vía la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Su director, Matteo Bruni, informó que en una reunión junto al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado; su sustituto, el venezolano Edgar Peña Parra; el presidente del APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), el obispo Nunzio Galantino; y el padre Antonio Guerrero Alves, prefecto de la Secretaría para la Economía, el Papa decidió poner en acto este “traspaso de la gestión administrativa de los fondos de la Secretaría de Estado al APSA y de su control a la Secretaría de Economía”.

En la misma reunión Francisco creó una “comisión de traspaso y control”, que ya entró en función para llevar a cabo, en los próximos tres meses, lo que dispuso una carta que le envió a Parolin el 25 de agosto pasado. La comisión quedó formada por todos los asistentes a la reunión, menos Parolin y el Papa. En la misiva, luego de reiterar que el objetivo de la reforma económica emprendida es “una gestión más evangélica, eficiente y transparente” y pese a destacar el rol, específico e “indispensable” de la Secretaría de Estado, el Papa certificó el fin absoluto de su manejo de cualquier tipo de fondos.

En la carta a Parolin, Francisco también explica que es “de suma importancia” que la misión de cada entidad económica y financiera esté claramente definida para evitar, de esta forma, “superposiciones, fragmentaciones o duplicaciones innecesarias y perjudiciales… no parece necesario ni apropiado que la Secretaría de Estado lleve a cabo funciones que ya están atribuidas a otros Dicasterios”, como es el caso de la gestión económica.

“Es mi voluntad que en el futuro la Secretaría de Estado transfiera al APSA la gestión y administración de todos los fondos financieros y del patrimonio inmobiliario”, indicó el Papa, mencionando también el escándalo estallado al salir a la luz una oscura inversión de unos 300 millones de euros en un edificio en Londres, realizada en 2014. “Una especial atención merecen las inversiones realizadas en Londres y el fondo Centurión, de los cuales es necesario salir lo antes posible o, al menos, disponer de ellas de manera que se eliminen todos los riesgos reputacionales”, afirmó.

“Todos los fondos que hasta ahora fueron administrados por la Secretaría de Estado serán incorporados al balance consolidado de la Santa Sede”, también dispuso el Papa, que fue más allá. Le quitó un poder discrecional que siempre había tenido: dejó negro sobre blanco que la Secretaría de Estado de ahora en más deberá operar a través de un “presupuesto, aprobado a través de los mecanismos habituales, con los procedimientos propios solicitados a cualquier dicasterio, salvo por lo relativo a materias reservadas que están bajo secreto, aprobadas por la comisión nombrada a este fin”.

De ahora en más será el padre jesuita Guerrero, al frente del super ministerio de Economía del Vaticano, quien tendrá bajo su control los manejos de dinero de la Secretaría de Estado, como ya lo hacía con los demás entes de la curia romana, recordó Francisco. “Esto comporta que la Secretaría de Estado, manteniendo sus competencias propias en todos los ámbitos, en materia económica y financiera no tendrá responsabilidad de vigilancia y control de ningún ente de la Santa Sede, ni de aquellos relacionados”, explicó.

“Teniendo en cuenta de que la Secretaría de Estado no deberá administrar ni gestionar patrimonios, será oportuno que redefina su propia Oficina Administrativa, o evalúe la necesidad de su existencia”, agregó, lapidario.

ENLACE. Carta del Papa dirigida al Secretario de Estado Vaticano

El poder de la Secretaría de Estado

Los últimos escándalos financieros han reafirmado al Papa y a su entorno en que parte del problema se encontraba en la libertad de movimientos y la opacidad con la que ha actuado durante años un sector de la Secretaría de Estado. En los últimos tiempos, Francisco ya ha limitado su área de influencia limando algunas de sus jurisdicciones —como la comunicación— o sustituyendo a hombres de peso por otros de perfiles más neutros y menos ambiciosos.

La Secretaría de Estado ha sido históricamente la segunda al mando del Vaticano. Especialmente desde la reforma en 1967 de Pablo VI, uno de los inspiradores del pontificado de Francisco. Su titular —actualmente es el cardenal Pietro Parolin— es el segundo de a bordo de la Santa Sede y su personal se ocupaba de algunas de las funciones más delicadas del Vaticano. Han tenido el encargo de ayudar de cerca al Sumo Pontífice en el cuidado de la Iglesia, pero también en la relación con los dicasterios de la curia. Es decir, se le otorgaba un poder por encima de los demás ministerios que, a menudo, se sustanciaba en la independencia que, en otras cosas, le conferían los fondos retirados.

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Antecedentes en Buena Voz Noticias:
Fuentes:

La Nación / Vatican News / El País

 

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