Coronavirus: Lecciones para el futuro y prioridades

2:00 p.m. | 8 abr 20 (PAC/PAV).- En una declaración enfocada en el campo científico – sanitario, instituciones vaticanas especialistas en ciencias exactas y ciencias sociales han sugerido diversas medidas estratégicas, a partir de lecciones que nos va dejando la pandemia y que pueden servir para implementar mejoras y observar prioridades hacia el futuro.

En otro mensaje, la Pontificia Academia para la Vida abordó la “desestabilización existencial por la pandemia” y cómo esta crisis expone lo estrechamente conectados que estamos todos, por lo que invita a una reflexión sobre la fuerza de la solidaridad. Por último, el Dicasterio para los laicos, la Familia y la Vida, nos recuerda la importancia de proteger a los adultos mayores.

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Implementar acciones, ajustar prioridades

En vista de la actual pandemia de COVID-19, las Academias Pontificias de las Ciencias y de las Ciencias Sociales han decidido emitir el siguiente comunicado conjunto. Antes que nada, expresamos nuestro profundo agradecimiento al personal sanitario y los profesionales médicos, incluidos los virólogos y otros especialistas, por el encomiable trabajo que están realizando.

La presente Declaración conjunta tiene como objetivo hacer foco en los aspectos científicos y en las medidas estratégicas de orden científico y sanitario dentro de un contexto social más amplio. A través de los siguientes cinco puntos, deseamos subrayar la necesidad de la implementación de acciones, las lecciones aprendidas para el corto y el largo plazo, y los cambios de prioridades a futuro:

1. Fortalecer el sistema de alerta temprana y respuesta rápida:

Es imperativo fortalecer el sistema de salud en todos los países. Esta pandemia de COVID-19 nos enseña sobre la necesidad de contar con un programa eficaz de alerta temprana y respuesta rápida. Anticiparse a la curva epidemiológica cobra vital importancia a la hora de hacer frente a este tipo de crisis globales.

Por lo tanto, recomendamos enfáticamente que se adopten medidas inmediatas de salud pública en todos los países para poner freno a la continua propagación de este virus. Reconocemos la necesidad de realizar pruebas de COVID-19 a gran escala y de poner en cuarentena a las personas cuyas pruebas den positivo, junto con sus contactos más cercanos.

Por otro lado, los gobiernos, los organismos públicos, las comunidades científicas y los medios de comunicación (incluidas las redes sociales) no lograron garantizar una comunicación responsable, transparente y oportuna, la cual es a todas luces crucial para poder proporcionar respuestas adecuadas.

2. Ampliar el apoyo de la ciencia y las acciones de la comunidad científica:

El fortalecimiento de la investigación de base aumenta la capacidad de detectar, responder y, en última instancia, prevenir o al menos mitigar catástrofes tales como las pandemias. La ciencia necesita recibir mayor financiamiento a nivel nacional y transnacional, de manera que los científicos cuenten con los medios para descubrir los medicamentos y las vacunas correctas. Las compañías farmacéuticas tienen la responsabilidad clave de producir esos medicamentos a gran escala en la medida de lo posible.

Además, al trabajar en los métodos de prevención y cura de las enfermedades, los científicos de todas las nacionalidades ya adoptan una perspectiva global. Esta actitud altruista debe ser más respaldada. Las asociaciones profesionales y las academias de ciencias deben verificar si pueden ser más útiles cooperando con organismos internacionales como la OMS y, en tal caso, determinar de qué manera pueden llevar a cabo esa cooperación.

3. Proteger a las personas pobres y vulnerables:

El COVID-19 es una amenaza común que actualmente azota a algunos países antes que a otros, pero que tarde o temprano nos afectará a todos. El personal sanitario que se encuentra al frente de la lucha contra la pandemia necesita todo el apoyo y la protección posibles. Las mujeres, quienes conforman la mayoría del personal sanitario y suelen correr un mayor riesgo, continúan sufriendo las mismas injusticias que se observan en otros ámbitos laborales. Esta situación debe terminar.

Además, para proteger a las personas pobres y vulnerables del contagio, es esencial implementar en cada país un amplio plan de acción en el campo de la salud pública. Y no olvidar que las pandemias representan una amenaza para los millones de refugiados, migrantes y desplazados por la fuerza. Hacemos un llamamiento a la comunidad mundial para que se intensifiquen las acciones tendientes a proteger a los más vulnerables.

4. Determinar la interdependencia global y la ayuda transnacional y nacional:

Solo una gobernanza basada en evidencia científica sólida y valores fundamentales compartidos puede mitigar las consecuencias de este tipo de crisis. Si los gobiernos no dejan de priorizar sus intereses nacionalistas, es de esperar que la crisis sanitaria se agrave y que, en consecuencia, el mundo se sumerja en una honda recesión, con repercusiones profundas y trágicas, en especial para los países pobres.

Las medidas para mitigar la rápida propagación del contagio a veces implican cercar y aislar los lugares afectados por los brotes. No obstante, las fronteras nacionales no deben convertirse en barreras que obstaculicen la ayuda entre las naciones. Es necesario compartir los recursos humanos, los equipos, las mejores prácticas, los tratamientos médicos y los suministros.

Los problemas mundiales, como las pandemias, o las crisis menos visibles, como el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, exigen una respuesta de cooperación internacional. Debemos tener en cuenta la relación que hay entre la actividad humana, la ecología mundial y los medios de subsistencia. Una vez que el COVID-19 esté bajo control, no podemos volver a la rutina tradicional como si nada hubiera sucedido.

5. Reforzar la solidaridad y la compasión:

Una lección que este virus nos enseña es que no es posible disfrutar de la libertad sin responsabilidad ni solidaridad. Cuando la libertad está divorciada de la solidaridad, no se engendra más que un egoísmo destructivo. Nadie triunfa solo. La pandemia de COVID-19 es una oportunidad para tomar conciencia de la importancia que las buenas relaciones humanas tienen para nuestra vida.

ENLACE. Declaración “Respuesta a la pandemia, lecciones para el futuro y prioridades cambiantes” (completa)

Pandemia y fraternidad universal

Toda la humanidad está siendo puesta a prueba. La pandemia de Covid-19 nos pone en una situación de dificultad sin precedentes, dramática y de alcance mundial: su repercusión en la desestabilización de nuestro proyecto de vida crece cada día más. La omnipresencia de la amenaza pone en duda las evidencias que, hasta ahora, en nuestros sistemas de vida, resultaban evidentes.

Estamos experimentando dolorosamente una paradoja que nunca hubiéramos imaginado: para sobrevivir a la enfermedad debemos aislarnos unos de otros, pero si aprendiéramos a vivir aislados unos de otros nos daríamos cuenta de lo esencial que es para nuestras vidas vivir con los demás.

En medio de nuestra euforia tecnológica y gerencial, nos encontramos social y técnicamente impreparados ante la propagación del contagio: hemos tenido dificultades en reconocer y admitir su impacto. E incluso ahora, estamos luchando fatigosamente para detener su propagación.

Pero también observamos una falta de preparación -por no decir resistencia- en el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad física, cultural y política ante el fenómeno, si consideramos la desestabilización existencial que está causando. Esta desestabilización está fuera del alcance de la ciencia y de la técnica del sistema terapéutico.

Sería injusto -y erróneo- cargar a los científicos y técnicos con esta responsabilidad. Al mismo tiempo, es ciertamente indiscutible que, además de buscar medicamentos y vacunas, es igualmente urgente adquirir una mayor profundidad de visión, así como una mayor responsabilidad en la contribución reflexiva al significado y los valores del humanismo. Eso no es todo.

El ejercicio de esta profundidad y de esta responsabilidad crea un contexto simbólico de cohesión y unidad, de alianza y fraternidad, en razón de nuestra humanidad compartida, que, lejos de menospreciar la contribución de los hombres y mujeres de la ciencia y del gobierno, sostiene y sosiega en gran medida su tarea. Su dedicación, que ya merece la justificada y conmovedora gratitud de todos, debe ciertamente ser fortalecida y valorada.

En esta línea, la Pontificia Academia para la Vida, que por su mandato institucional promueve y apoya la alianza entre la ciencia y la ética en la búsqueda del mejor humanismo posible, desea contribuir con su propio aporte reflexivo. Por lo tanto, la Academia se propone situar algunos de los elementos distintivos de esta situación dentro de un espíritu renovado que debe nutrir la socialidad y el cuidado de la persona.

Finalmente, la coyuntura excepcional que hoy en día desafía a la fraternidad de la humana communitas debe transformarse en una oportunidad para que este espíritu de humanismo modele la cultura institucional en el tiempo ordinario: en el seno de los pueblos individuales, en la coralidad de los vínculos entre los pueblos.

ENLACE. Mensaje de la Academia Pontificia para la Vida sobre el COVID-19 (completo)

Salvar a los ancianos del coronavirus es “una prioridad”

En el corazón de esta “tempestad inesperada y furiosa nos hemos dado cuenta –como nos recordó el Papa– de estar en la misma barca”. Al interior están también las personas mayores. Como todos, son frágiles y están desorientadas. A ellas se dirige hoy nuestro pensamiento de preocupación y agradecimiento, para restituir, al menos un poco, aquella ternura con la cual cada uno de nosotros ha sido acompañando en la vida y para que alcance a cada una de ellas la caricia materna de la Iglesia.

En estos días son tantas las iniciativas en tal sentido que la Iglesia está poniendo en práctica. La imposibilidad de seguir haciendo visitas domiciliarias, ha impulsado a encontrar nuevas y creativas maneras de presencia. Llamadas, mensajes de video o de voz, o más tradicionalmente cartas dirigidas a quien está solo. Frecuentemente las parroquias están dedicadas en la entrega de alimento y medicinas a quien está obligado a no salir de casa.

Casi en todos lados, los sacerdotes siguen visitando las casas para administrar los sacramentos. Muchos voluntarios, sobre todo jóvenes, se están esforzando con generosidad para no interrumpir, o para comenzar a organizar, elementales redes de solidaridad.

Sin embargo, la gravedad del momento nos llama a todos a hacer algo más. Individualmente o como Iglesias locales, podemos hacer mucho por las personas mayores: orar por ellas, curar la enfermedad de la soledad, activar redes de solidaridad, y mucho más. Frente al escenario de una generación golpeada de una manera tan fuerte, estamos llamados a una responsabilidad común, que nace de la conciencia del valor inestimable de cada vida humana y por la gratitud hacia nuestro papás y abuelos.

Debemos dedicar nuevas energías para defenderlos de esta tempestad, así como cada uno de nosotros ha sido protegido y ayudado en las pequeñas y grandes tormentas de la propia vida. No dejemos solas a las personas mayores, porque en la soledad el coronavirus cobra más vidas.

ENLACE. Mensaje “En la soledad, el coronavirus mata más” (completo)

Fuentes:

Pontificia Academia de las Ciencias / Pontificia Academia de las Ciencias Sociales / Pontificia Academia para la Vida / Dicasterio para los laicos, la Familia y la Vida / Foto: National Geographic

 

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Buena Voz

Buena Voz es un Servicio de Información y Documentación religiosa y de la Iglesia que llega a personas interesadas de nuestra comunidad universitaria. Este servicio ayuda a afianzar nuestra identidad como católicos, y es un punto de partida para conversar sobre los temas tratados en las informaciones o documentos enviados. No se trata de un vocero oficial, ni un organismo formal, sino la iniciativa libre y espontánea de un grupo de interesados.

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