Francisco encarga decisión sobre intercomunión a los mismos obispos
5:00 p m| 25 may 18 (VN/VI/RD).- El Papa “aprecia el compromiso ecuménico de los obispos alemanes”, que hace una semanas aprobaron, con más de las tres cuartas partes de los miembros de la Conferencia Episcopal, un texto que aboga por la intercomunión de las parejas no católicas de matrimonios mixtos. Al tiempo, les pidió “encontrar, en un espíritu de comunión eclesial, un resultado unánime”. El anuncio se hizo a un grupo de obispos alemanes en Roma, en un encuentro solicitado por quienes no aprobaron el documento, y que apostaron por una respuesta oficial desde el Vaticano.
Con esa respuesta Francisco devolvió la responsabilidad al “nivel local”, encargando a los mismos obispos alemanes que se pongan de acuerdo. Esta decisión del Papa ha provocado reacciones positivas, como la del arzobispo Stefan Hesse, quien asegura que lo anunciado es un “guiño” de aprobación hacia una iniciativa respaldada por amplia mayoría, y otras negativas, como la del cardenal Müller, quien lamentó que “no se dio una respuesta a la cuestión central”. En ese contexto, Vatican Insider entrevistó al cardenal Walter Kasper, que responde con argumentos desde el Concilio Vaticano II y el Código de Derecho Canónico.
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Encontrar elección unánime sobre comunión en matrimonios mixtos
Es un tema espinoso, que se discute desde hace años y que ha sido afrontado desde los tiempos del Concilio Ecuménico Vaticano II. El reciente documento de la Conferencia Episcopal alemana que concedía sistemáticamente la posibilidad para que el cónyuge protestante accediera a la eucaristía, participando en la misa con su esposo o esposa católicos (previo coloquio con un sacerdote y previa adhesión a lo que la Iglesia católica cree sobre el sacramento), aprobado por la mayoría de los obispos, provocó una carta de siete obispos que se apelaron a Roma.
Se llevó a cabo una reunión en la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el prefecto, el arzobispo Luis Ladaria Ferrer, y al final Francisco volvió a encomendar la cuestión a la Conferencia Episcopal de Alemania para que se llegue a una formulación que sea posiblemente unánime. Esta decisión de Francisco provocó réplicas indignadas, y no solo por parte de los “clerical bloggers” de siempre (que se erigen como maestros de teología y someten a todo mundo a sus exámenes de doctrina antes incluso de conocer las decisiones que se tomarán).
Estas reacciones se han registrado también entre eminentes eclesiásticos, como el cardenal arzobispo de Utrecht, Willem Jacobus Eijk, quien llegó a evocar visiones apocalípticas de apostasía frente a la verdadera fe. También el cardenal Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se mostró decepcionado con el resultado del encuentro, y consideró que la respuesta del Papa fue “pobre” ya que “no contenía una respuesta a la cuestión central, esencial”.
Por otra parte, el arzobispo de Hamburgo, Stefan Hesse, comentó que ya era posible conocer la opinión de Francisco sobre el tema. Para Hesse, “el guiño del Papa fue claro” en el sentido de apoyar el derecho de la conferencia a decidir sobre la cuestión.
Mientras continúa la polémica, Vatican Insider hizo algunas preguntas al teólogo alemán Walter Kasper, que fue nombrado obispo de Stuttgart, después llamado a Roma para que dirija el dicasterio que se encarga de la promoción de la unidad de los cristianos y creado cardenal por san Juan Pablo II.
Para el cardenal es un error la nomenclatura de intercomunión, ya que “el sacramento siempre es un sacramento de la Iglesia” y citando tanto documentos del Código de Derecho Canónico, o el propio Concilio Vaticano II, Kasper ha confirmado la potestad de la propia Conferencia Episcopal Alemana para aprobar una decisión como esta y ha comentado que “el texto es serio y, en esencia, aceptable, aunque tenga algunas dudas sobre algunos detalles”. Para el cardenal alemán, las encíclicas de Juan Pablo II Ut unum sint y Ecclesia de eucharistía “han formulado una posición más avanzada que puede ser la norma interpretativa del canon en plena armonía con el Concilio Vaticano II”.
Entrevista al cardenal Walter Kasper
-Eminencia, hablemos sobre la intercomunión, un problema que ha llegado a los honores de la crónica eclesial después de la aprobación del documento de los obispos alemanes, la carta de siete de ellos que escribieron a Roma y la decisión del Papa de volver a encomendar la discusión a la Conferencia episcopal alemana…
Quisiera plantear antes que nada una premisa. La “intercomunión” es un tema y un concepto discutido desde hace muchos años y en ambientes ecuménicos muy diferentes, y no solo alemanes. Teológicamente se trata de la comunión o admisión a la comunión, que siempre es comunión eucarística y, al mismo tiempo, comunión eclesial. El término “inter” sugiere un estado entre diferentes comuniones eclesiales, que, en manera de diálogo, cooperación y amistad, es posible, es más deseable. Pero no pueden existir sacramentos “inter”: los sacramentos son siempre sacramentos de una Iglesia, o en una Iglesia. El término “intercomunión”, pues, puede llevar a una confusión que es mejor evitar. El documento (mayoritario) de la Conferencia Episcopal de Alemania no se refiere a “intercomunión”, como subrayan algunos de sus adversarios.
-Entonces olvidemos el término confuso de “intercomunión” y hablemos sobre la posibilidad de que en algunos casos los cónyuges protestantes puedan comulgar participando en la misa del esposo o de la esposa católicos. ¿A la luz de cuáles documentos del magisterio se puede afrontar este tema?
El texto fundamental para resolver el problema no es el canon 844 § 3 del Código de Derecho Canónico, que es un texto jurídico, y muy debatido incluso entre los canonistas, sino el último párrafo del número 8 del decreto conciliar “Unitatis redintegratio”, texto magistral que debe ser retomado y confirmado. El texto del Concilio hace tres afirmaciones. La primera: “no se permite considerar la communicatio in sacris como un medio que debe ser utilizado indiscriminadamente para reestablecer la unidad de los cristianos”. La segunda: “Esta communicatio es regulada sobre todo por dos principios: expresar la unidad de la Iglesia; hacer partícipe de los medios de la gracia”. La tercera: “Sobre la manera concreta de actuar, teniendo en consideración todas las circunstancias de tiempo, lugar y de personas, debe decidir la autoridad episcopal del lugar”.
-Entonces existe una competencia de los obispos locales para afrontar casos particulares, ya establecida desde el Concilio Ecuménico Vaticano II…
Sí, existe la competencia de la autoridad local para el llamado “Einzelfall” (caso particular). Pero la teoría del “Einzelfall” no es una invención astuta, sino que se basa en un texto conciliar, que en último análisis proviene de una teoría tomista según la cual las reglas generales valen “ut in pluribus” y deben ser aplicadas según la virtud cardinal de la prudencia inspirada en la caridad. Obviamente, tal aplicación no se lleva a cabo arbitrariamente, sino que se debe regir según el principio supremo de la salus animarum, la salvación de las almas (CIC can. 1752).
Desgraciadamente, en la discusión controvertida este segundo principio a menudo se olvida y la discusión se concentra unilateralmente en el primer principio, el de la unidad de la Iglesia. Este segundo principio no debe ser reducido a un argumento pastoral (en un sentido frecuentemente superficial), puesto que se basa en la misma teología sacramental y, por lo tanto, no existe un problema entre la doctrina y la pastoral, sino una solución entre dos principios doctrinales.
-¿Qué le parece el borrador del documento pastoral de la Conferencia episcopal alemana que plantea la posibilidad, en ciertas condiciones, del acceso a la eucaristía para el cónyuge protestante?
El texto es serio y, sustancialmente, aceptable, aunque tendría algunas dudas sobre algunos detalles, sobre todo en la exégesis del canon 844 § 3, muy debatido entre los canonistas y teológicamente ya no a la altura de la discusión teológico-ecuménica. Mientras tanto, dos encíclicas de Juan Pablo II, “Ut unum sint” (1995) y “Ecclesia de Eucharistiaˮ (2003), formulan una postura más avanzada que puede ser la norma para interpretar el canon en plena sintonía con el Concilio Vaticano II.
En la primera de las dos encíclicas, en el número 46 leemos: “Es motivo de alegría recordar que los ministros católicos pueden, en determinados casos particulares, administrar los sacramentos de la Eucaristía, la Penitencia y la Unción de enfermos a otros cristianos que no están en comunión plena con la Iglesia católica, pero que desean vivamente recibirlos, los piden libremente y manifiestan la fe que la Iglesia católica confiesa en estos Sacramentos”.
En la segunda encíclica del mismo Pontífice, en cambio, en el número 45 se lee: “Si en ningún caso es legítima la concelebración si falta la plena comunión, no ocurre lo mismo con respecto a la administración de la Eucaristía, en circunstancias especiales, a personas pertenecientes a Iglesias o a Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia católica. En efecto, en este caso el objetivo es satisfacer una grave necesidad espiritual para la salvación eterna de los fieles, singularmente considerados”.
-¿Cuál es el significado de estas dos afirmaciones de Juan Pablo II?
Las dos encíclicas insisten mucho en la adhesión de la parte protestante a la doctrina católica sobre la Eucaristía, es decir sobre el manifestar “la fe que la Iglesia católica confiesa”, citando al mismo Juan Pablo II. Esto me parece muy importante, porque los sacramentos son sacramentos de la fe. Para un verdadero luterano, que se basa en los escritos confesionales, la presencia real de Cristo en la Eucaristía es obvia.
El problema son los protestantes liberales y los reformados (calvinistas). Sobre todo con ellos hay que aclarar el problema en los coloquios pastorales. Claro, no se puede pedir a un protestante lo que se pide normalmente a un católico. Basta creer: “Este es (est) el cuerpo de Cristo, donad por ti”. Lutero también ha insistido mucho en esto. Las doctrinas más desarrolladas sobre la transubstanciación o consubstanciación, no las conoce un católico “normal”…
-Se trata de un tema sobre el que se discute desde hace muchos años, especialmente y, sobre todo, en la Iglesia de Alemania. ¿Puede recordar cómo y cuándo se comenzó a hablar de ello y cómo lo ha afrontado el episcopado alemán?
Es un tema del ecumenismo internacional, y no solo alemán. En este contexto no es posible recorrer toda la historia. Solamente quisiera decir que en Alemania hemos tenido una situación particular, que es muy diferente de la de los países de principalmente católicos como Italia, Polonia, etc. En Alemania, actualmente, los católicos y protestantes son mitad y mitad. Los matrimonios bi-confesionales son el 40%, por lo que se trata de un porcentaje muy elevado.
Por otra parte, muchas de estas personas se muestran indiferentes, mientras que la parte más interesada es un número muy reducido: solamente de ellos se habla en este contexto. Si estas personas, en un contexto bastante secularizado, son verdaderos fieles que creen y están unidos en el mismo Bautismo y, por lo tanto, forman parte de la única Iglesia de Cristo (aunque no estén en plena comunión), y, además, están vinculados en el mismo sacramento del matrimonio y representan el misterio de la unión entre Cristo y su Iglesia y lo viven, y son –junto con sus hijos– una iglesia doméstica, es normal que sientan el íntimo deseo de compartir también la Eucaristía. Si comparten también la fe eucarística católica, ¿qué lo impide? (cfr. Hechos de los Apóstoles, 7, 37; 10,47).
-¿Qué le parece la carta de los siete obispos que no están de acuerdo con el documento de la Conferencia Episcopal, que se dirigieron directamente a Roma?
No soy ningún maestro de escuela de los demás hermanos obispos, pero creo que sus problemas pueden resolverse a la luz de lo que he afirmado antes.
-Hubo un encuentro en la Congregación para la Doctrina de la Fe y concluyó con la decisión del Papa de continuar la discusión en la sede del episcopado alemán, para que se encuentre una posición posiblemente unánime. Este gesto de Francisco fue duramente criticado por todos los que se esperaban una inmediata respuesta negativa. ¿Qué puede decir al respecto?
Creo que el Papa dio una respuesta muy sabia. Él se ha mostrado en absoluta sintonía con la idea de la sinodalidad de la Iglesia. Pero también indicó que en relación con las cuestiones fundamentales no es suficiente una mayoría desde el punto de vista canónico legal, se requiere la unanimidad. La declaración a la prensa dejó claro que hay razones de ambas partes que pueden servir para mejorar el texto. Ninguna de las partes ha perdido la cara. Creo que hay espacio para continuar con esta discusión y para una reconciliación que no sería un compromiso serio. Creo que lo más importante será profundizar el problema pastoral.
-¿A qué se refiere cuando habla de “problema pastoral”?
Pienso en la advertencia del apóstol Pablo, examinarse a sí mismo para verificar si se puede comer y beber del altar (1 Cor 11,26): una indicación que no solo es para los protestantes, sino también para los católicos. Las preguntas iniciales son las mismas: ¿creo verdaderamente en el misterio eucarístico y mi conducta de vida está en sintonía con lo que se celebra y que está presente en la Eucaristía? Existen lagunas y problemas de fe y de comportamiento moral no solo en los protestantes, sino también en los católicos que en el presente van regularmente a recibir la santa comunión. Por otra parte conozco a muy buenos luteranos que tienen una fe y una vida cristiana superior a la de muchos católicos.
-¿Cómo afrontó este problema particular durante sus años de episcopado en Stuttgart?
Como obispo de una diócesis en una región en la que una tercera parte de la población es católica, otra protestante y el resto indiferente, nunca hice una declaración oficial. Pero sabía (como lo saben los demás obispos, incluidos los que ahora están en contra del documento de la mayoría de la Conferencia Episcopal), que en la práctica cotidiana de las parroquias se ha desarrollado o, por lo menos, se está desarrollando la práctica según la cual en un matrimonio entre personas de dos confesiones, las parejas protestantes verdaderamente interesadas participan en la comunión.
Cuando los sacerdotes o algunos protestantes me lo pedían, normalmente yo respondía de esta manera: “Si un protestante participa en la celebración eucarística, escucha lo que decimos en la oración eucarística. Habría que preguntarse si al final la doxología puede verdaderamente responder con toda la asamblea: Amén, sí creo”. Normalmente añadía: “También escuchará que pronunciamos los nombres del Papa y del obispo, es decir que celebramos en comunión con él”. Habría que preguntarse: “¿Quiero verdaderamente esta comunión?”. Pero, nuevamente, he conocido a muchos protestantes que tienen más estima y más amor por Papas actuales que algunos católicos críticos y escépticos.
Los problemas más teológicos (e importantes para la teología) de la jurisdicción universal, y de la plenitud de la jurisdicción, etc., no son problemas de los laicos normales, y los protestantes, que viven en una amistad ecuménica, dejan de buena gana la acusación de que el Papa es el anticristo a los laicistas y masones. En conclusión: cuando se va al terreno de la vida concreta y en la pastoral concreta, las situaciones son muy diferenciables. Cada situación es un “Einzelfall”, porque cada hombre es único. Claro, siempre valen los principios teológicos, pero su aplicación concreta no se hace de manera solamente deductiva o mecánicamente. Si lo hiciéramos así, sería la herejía de la gnosis, que justamente es denunciada por el Papa actual.
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Fuentes:
Vatican Insider / Vida Nueva / Religión Digital
Creo que el Cardenal Kasper ha despojado las dudas de los oponentes a la comunión de cónyuges protestantes según las condiciones mencionadas en los documentos del Papa Juan Pablo II.