Pakistán: El Evangelio de la Justicia
10:00 a m| 6 mar 18 (VI/BV).- Mientras Joseph Arshad asume el nuevo encargo de guiar la comunidad de bautizados en Pakistán como nuevo Arzobispo de la diócesis de Islamabad-Rawalpindi, en la “tierra de los puros” se desarrolla una importante coyuntura política y se debate el papel de las minorías religiosas: “Las minorías religiosas -comenta Arshad- siempre han ofrecido una contribución leal a la nación, pero ahora deben afrontar ataques… El Evangelio es nuestro aporte a la paz”.
De hecho, Arshad ya es una figura referencial en la sociedad pakistaní: es presidente de la Conferencia Episcopal y de la comisión nacional Justicia y Paz, comprometida en el frente de la defensa de los derechos humanos, de la lucha contra la injusticia, y contra la discriminación religiosa. A sus 53 años, el nuevo Arzobispo tendrá la responsabilidad de liderar la diócesis de la capital y a sus 200 mil fieles.
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Superando con paciencia los normales retenes y la vigilancia militar, en una ciudad que ha vivido dramáticos atentados terroristas en los últimos años, obispos y sacerdotes, religiosos y laicos llegaron de todas las regiones de Pakistán para participar y expresar su alegría y solidaridad a quien a partir de ahora guiará a los fieles en la capital, y no solo.
También constituirá, de hecho, como es tradicional, el punto de referencia para las mayores autoridades políticas, civiles y religiosas. Sobre todo porque actualmente Arshad también es el Presidente de la Conferencia Episcopal y de la conocida comisión nacional Justicia y Paz, comprometida en el frente de la defensa de los derechos humanos, de la lucha contra la injusticia, y contra la discriminación religiosa.
El peso de la responsabilidad que tiene podría espantar o infundir fuertes presiones. Pero el arzobispo no dudó al aceptar la llamada del Papa e indicó, en una conversación con Vatican Insider: “Esta, para mí, es la voluntad de Dios, que se ha manifestado mediante el Papa Francisco. Estoy consciente de los desafíos que me esperan. Pero, confiando en el Señor, tengo confianza porque, como dice san Pablo, todo lo puedo en Aquel que me da fuerza”.
Fue ordenado sacerdote en 1991 en Lahore y desde 1999 presta sus servicios en el cuerpo diplomático de la Santa Sede. En 2013 fue ordenado por el Papa Francisco obispo de la diócesis de Faisalabad, ciudad en el Punjab paquistaní. Ahora, mientras toma posesión de la diócesis de Islamabad-Rawalpindi, se dice “íntimamente unido al Sucesor de Pedro”, e insiste en que “la Iglesia en Pakistán siempre estará unida a la Iglesia universal, rezando constantemente por la delicada misión del Papa, Pastor de la Iglesia universal”.
Las críticas en contra del Papa, incluso dentro de la comunidad eclesial, son para Arshad cosa que no hay que tomar en serio, pues, observó, “en Pakistán no se advierten: estamos ocupados con problemas mucho más importantes, que tienen que ver con la vida y la muerte de nuestros fieles”.
Para Arshad los “grandes desafíos que esperan a Pakistán” son muy claros: “el anuncio del Evangelio, la formación de la fe de los jóvenes, la renovación de la vida eclesial y el compromiso por el bien de nuestra sociedad”. Precisamente por ello eligió el lema episcopal Pax et spes, pues la paz y la esperanza son las dos principales coordenadas para que la nación “pueda volver a encontrar armonía y un futuro de dignidad y bienestar para todos”.
Estos son los temas que la Iglesia trata mientras el país se prepara para las elecciones: el voto para el Senado será en marzo y para la Asamblea parlamentaria en julio. Aunque los problemas y las cuestiones sociales, políticas y económicas, como los desafíos del extremismo y del terrorismo, afecten a toda la nación, las minorías religiosas sufren particularmente: “La mayor parte de los cristianos en Pakistán –observó Arshad– todavía vive bajo el umbral de la pobreza: muchísimos todavía son analfabetas y no cuentan con una formación profesional adecuada. De esta manera, se quedan en una condición social marcada por el disgusto y la marginación”.
En esta situación, “nuestra misión, como cristianos, es proclamar la Buena Noticia de Jesucristo, en una tierra marcada por el extremismo y el terrorismo, por la corrupción, por una injusta distribución de la riqueza, por un sistema judicial a veces injusto. Leyes que discriminan a las mujeres y a las minorías religiosas amenazan la paz social y la convivencia”, recordó.
Demasiadas veces, el rostro multicultural y multirreligioso de Pakistán, como en sus orígenes y como fue concebido por el fundador Alí Jinnah, ha sido desfigurado o traicionado: “Jinnah eligió los valores de la unidad, de la fe y de la disciplina como lema de la nueva nación; en el conocido discurso del 11 de agosto de 1947 dijo que todos los ciudadanos de las diferentes religiones habrían tenido las mismas oportunidades y que habrían vivido en armonía”.
“Pero con el pasar de las décadas, estos conceptos fueron olvidados y violados. Algunos grupos han tratado de polarizar a la sociedad según un criterio religioso. La Intolerancia, la ilegalidad, la injusticia, la discriminación, especialmente contra las minorías, se han abierto brecha. Ideologías extremistas y sectarias se han expandido, desvirtuando el rostro de la nación”, indicó el arzobispo.
Las minorías religiosas, recordó, “siempre han ofrecido una contribución leal a la nación, pero ahora deben afrontar ataques contra lugares de culto, homicidios premeditados, discriminaciones en sus trabajos y en las escuelas, matrimonios y conversiones forzadas, intolerancia y odio religioso. Frente al abuso de la ‘ley sobre la blasfemia’, los ciudadanos cristianos y de las demás minorías advierten un sentimiento de inseguridad y de vulnerabilidad”.
Pero frente a tales desafíos, recordó Arshad, no hay que desanimarse: “Cristo nos llama a traer esperanza. Estamos llamados a ser sal, luz y levadura en Pakistán. El Evangelio es nuestra aportación a la paz, a la estabilidad y a la prosperidad de nuestro amado país”, insistió. Por otra parte, es necesario que el gobierno desempeñe “un papel positivo para poner en marcha en el país una era de tolerancia, paz, justicia, seguridad, iguales oportunidades. De esta manera –concluyó– Pakistán será fiel a su verdadera identidad”.
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Fuente:
Vatican Insider