El regreso de los cristianos a la Llanura de Nínive
9:00 p m| 22 nov 17 (VI/BV).- En el año 2014, presionados por el avance de las milicias del Estado Islámico, miles de cristianos que habitaban la Llanura de Nínive (Irak) se vieron obligados a huir a Kurdistán. Hace algunos meses, esta región recién pudo ser liberada del dominio de los yihadistas del EI, y algunas familias planificaron el regreso a sus tierras. Sin embargo, hace algunas semanas se anunció en los medios que otro conflicto podría emerger, esta vez entre las facciones que retomaron el territorio ocupado por el EI, situación que pone en riesgo un regreso seguro de los cristianos.
Por otro lado, el tiempo que toma la reconstrucción -a pesar de las campañas y movilizaciones internacionales- y la necesidad de soluciones políticas de fondo que corten el espiral de conflictos y violencia en la región, también son factores que obstaculizan el ímpetu de los pobladores que quieren volver a sus hogares. El Vatican Insider ilustra la coyuntura con un par de entrevistas, primero a la religiosa Silvia Batras, dominica iraquí que vivió el éxodo hace 3 años, se refugió y apoyó a los pobladores en la cercana Erbil y ahora sigue de cerca las posibilidades de un retorno, y al Patriarca caldeo, Luis Rafael Sako, quien reflexiona sobre las problemáticas.
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El relato de sor Silvia Batras, dominica iraquí
“El martes 17 de octubre, en Qaraqosh, en la Llanura de Nínive (Irak), después de semanas de obras por parte de una empresa local, volvimos a abrir nuestra escuela primaria, que había sido saqueada y dañada por los yihadistas del EI. Acogimos a 400 niños, que han vuelto aquí con sus familias.
Dentro de poco -gracias a la decisiva ayuda de la Fundación Avsi (que nos sigue desde hace tiempo)- volveremos a abrir la guardería, que fue quemada”. Son las palabras de sor Silvia Batras, dominica iraquí de 36 años, oriunda de Qaraqosh, que ahora vive en Erbil, en el Kurdisatán iraquí.
Se opcupa de la comunidad dominica local, enseña catecismo y es vicepresidenta de la escuela construida para los prófugos cristianos. Desde Erbil, sigue de cerca la vuelta de sus hermanas a la Llanura de Nínive, a donde viaja a menudo. Y contó a Vatican Insider cómo fue la fuga de los cristianos después de la invasión del llamado Estado Islámico, los sufrimientos que han vivido, la esperanza que los sostiene y la liberación. Narra lo que han pasado vidas en medio del fuego de las tribulaciones. Pero que han permanecido aferradas al Señor.
-Volvamos al verano de 2014: ¿usted cuándo huyó de la Llanura de Nínive?
El viernes primero de agosto de 2014, con el avance de las milicias del EI, mis siete hermanas y yo dejamos el convento de Tilkef para refugiarnos el Alqosh, en otras de nuestras comunidades. El día 6 comenzaron a circular rumores sobre la llegada del EI: mis hermanas se fueron ese mismo día; yo me quedé para ayudar a mis familiares que vivían en la ciudad: a las 23 decidimos escapar, junto con otros miles de cristianos. Y empezamos a caminar.
Recuerdo el miedo, la rabia, el dolor, el afán, el llanto de los niños. A la mañana siguiente ya habíamos llegado a Kurdistán, y estábamos a salvo. Durante los días siguientes nos dijeron que los cristianos que habían huido de la Llanura de Nínive eran alrededor de 150 mil: fue un verdadero éxodo. Nunca olvidaré aquella noche: siempre rezo al Señor para que nadie nunca deba vivir lo que vivimos nosotros.
-¿En qué pensaba esa noche?
Tenía miedo. Todas las mujeres, en particular, temíamos acabar como las yazidíes: secuestradas, violadas y vendidas. Estaba enojada con el Señor, porque no comprendía lo que estaba sucediendo, me parecía haber acabado en medio del mar sobre una barca acosada por la tormenta. Después, con el tiempo, ayudando a los prófugos, comprendí que Jesús siempre estuvo en nuestra barca, precisamente como sucedió en la barca de sus discípulos cuando estalló la tormenta (Lc., 8,22-25; Mc., 4,35-41; Mt., 8,18.23-27). Él nunca nos ha abandonado.
-¿Cuántos cristianos, más o menos, han vuelto a vivir en la Llanura de Nínive hasta ahora?
Es difícil decirlo, los números cambian cada semana y no existen datos oficiales: creo, como sea, que se trata de un buen número. La Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (que recientemente ha aprobado un importante proyecto para apoyar la vuelta de los cristianos), citando fuentes del Comité para la Reconstrucción de Nínive, estima que han vuelto a sus casas unas 3 mil familias, es decir unas 15 mil personas.
Nosotras, las monjas dominicas, obedeciendo a la petición de la Iglesia que quería que estuviéramos presentes para apoyar a estas familias, nos hemos establecido, por el momento, en dos centros: tres monjas vive en Telskuf, diez en Qaraqosh. Hacia Navidad, después de haber acabado se arreglar la casa, tres van a ir a Bartella. Desgraciadamente, ninguna localidad de la Llanura escapó a la furia del EI. Hemos podido ver en los últimos meses, después de la liberación de octubre de 2016, lo que hizo el EI: una locura inhumana.
-¿Puede describirla?
La mayor parte de las casas fueron saqueadas o quemadas o dañadas por las bombas, hay áreas llenas de minas, las iglesias fueron destrozadas, los conventos fueron incendiados, los cementerios fueron profanados. Cuando mis hermanas, después de la liberación, volvieron por primera vez a Qaraqosh, encontraron la escuela y el convento muy dañados: los milicianos del EI se habían robado todo y habían quemado lo que quedaba, incluso los libros de la biblioteca. Después de una semana, mis hermanas volvieron porque querían llevar algunos libros: vieron que el convento estaba destrozado casi por completo. Alguien, unos días antes, había llevado un auto lleno de explosivos y lo había hecho explotar.
-¿Cuáles actividades llevan a cabo en la actualidad sus hermanas?
En Qaraqosh trabajan en la escuela y en la guardería. En Telskuf colaboran en la guardería, a la que van 70 niños, y están acabando de arreglar el convento. Una de ellas enseña en la escuela pública. En estos dos centros, además, están ayudando a los sacerdotes en las actividades pastorales, haciendo catecismo, y siempre están a disposición de quien busque consuelo, apoyo y aliento.
-¿Cuál es la situación ahora en los centros de la Llanura de Nínive?
Se sigue reparando o reconstruyendo las casas y las iglesias dañadas, se han abierto algunas actividades comerciales, incluso algunos restaurancitos. En quince escuelas ya han vuelto a comenzar las lecciones. La vida, lenta y fatigosamente, está volviendo a comenzar. Sin embargo, todavía hay muchísimo trabajo que hacer. Sé que varias familias originarias de la Llanura de Nínive que ahora se encuentran en el extranjero han ofrecido (por un año y gratis) sus casas que todavía están en buen estado a las familias cuyas viviendas han sufrido daños. Además, después de la liberación, la Iglesia, que en Kurdsitán ha pagado la mitad de los alquileres a los prófugos, se puso inmediatamente a disposición para financiar los gastos que deben afrontar las familias para reconstruir sus casas. El sentido de la comunidad no se perdió: las personas se ayudan, se sostienen recíprocamente.
-¿Cuál es el deseo más grande de las familias que han vuelto a sus lugares de origen?
Desean la paz, esperan vivir con tranquilidad y que sus hijos crezcan en un ambiente sereno. Todos rezamos para que las armas se callen definitivamente. La obra de reconstrucción exigirá mucho tiempo: habrá que tener paciencia. Nosotras, las monjas dominicas, deseamos seguir llevando la caricia de Jesús a estas personas que han sufrido tanto: a veces basta poco para infundir valentía, para levantar el ánimo. Una sonrisa, una palabra gentil, una mirada de comprensión.
-¿Cuáles signos han dejado las atrocidades que llevó a cabo el EI y la fuga precipitada en los niños que van a las escuelas de las que se ocupan ustedes?
Acabábamos de abrir la escuela en Erbil cuando, un día, estalló una fuerte tormenta con truenos. Los niños se espantaron mucho, comenzaron a gritar que el EI estaba llegando y que teníamos que huir. Siguen espantados, a pesar de que hayan pasado tres años. Y, desgraciadamente, son agresivos, se pelean a menudo, se pegan. Nosotras las maestras tratamos de calmarlos de todas las maneras posibles, tratamos de hacer que se sientan al seguro, protegidos, pero no es fácil, porque sus vidas fueron destrozadas.
-La fe de los cristianos en la Llanura de Nínive ha afrontado una dura prueba en este tan difícil momento de su historia
El EI, durante la invasión de la Llanura, obligaba a los cristianos a elegir entre estas tres opciones: convertirse al Islam, pagar un impuesto (la “yiza”) o abandonar sus ciudades. Después de haber llegado a Kurdistán, muchas personas, que prefirieron huir en lugar de renegar a Jesús, comenzaron a preguntarse por qué el Señor las había abandonado, por qué había permitido todo ese mal. Su fe vaciló. Es humano: una pregunta como esa siempre se asoma a los labios de quienes sufren abusos, violencia o injusticias.
Recuerdo, en particular, a una madre que no se daba paz: los milicianos del EI habían secuestrado a su niña de tres años y con los ojos llenos de lágrimas no dejaba de preguntar por qué Dios lo había permitido. Muchas otras personas, en cambio, desde que llegaron a Kurdistán, han sostenido con fuerza que el Señor no nos había abandonado, que si no hubiera estado a nuestro lado estaríamos muertos. Todas estas personas siguieron confiando en Él, seguras de su cercanía. Y así fueron capaces de ayudar a los que habían comenzado a sentirse abandonados por el Señor.
ENLACE: ¿Desaparecerá el cristianismo en el lugar que lo vio nacer?
-¿Han tenido alguna noticia sobre esa niña secuestrada?
Sí, fue liberada este año por los soldados del ejército iraquí. Desgraciadamente la pequeña ha olvidado casi todo de su vida anterior con su familia (por ejemplo, ya no habla arameo, sino árabe). Pero con el amor de sus padres se recuperará.
-¿En estos años los cristianos de la Llanura de Nínive han sentido la cercanía, el apoyo de la Iglesia?
Sí, mucho. Este es un gran don que el Señor nos ha dado, por el que nunca terminaremos de dar gracias. Nosotros no nos hemos sentido abandonados: loa Iglesia nos ha cuidado con la oración y con obras y campañas para reunir fondos entre asociaciones humanitarias y comunidades. Quisiera mencionar, particularmente, la ayuda (¡una bendición!) que la Iglesia local en Kurdistán ha dado, desde el principio abrió sus edificios para acoger a los prófugos y ha garantizado muchos servicios, ofreciendo comida y otros bienes de primera necesidad. También hay que recordar el gran apoyo ofrecido en estos años por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre: por ejemplo, en 2014, pocos meses después de la fuga de la Llanura de Nínive, ofreció casas prefabricadas, en Erbil instaló una clínica y también una guardería y una escuela en donde trabajamos nosotras las dominicas. Toda la ayuda recibida ha mitigado todos los malestares y las privaciones que las familias han vivido y siguen viviendo en el Kurdistán.
-¿Qué están ofreciendo los cristianos de la Llanura de Nínive a las comunidades cristianas del mundo?
Creo que dan el don de la valentía de estrecharse al Señor, pase lo que pase, y la firme convicción de que Él siempre está cerca. Le cuento un episodio: durante el primer año de permanencia en Erbil, organizamos un encuentro dedicado a la Palabra de Dios con los jóvenes: un chico quiso leer para todos un versículo del Evangelio de Mateo, en el que Jesús afirma: “Y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt., 28,20). Después dijo estas palabras, para él eran verdaderas, que Jesús estaba manteniendo la promesa, estaba de verdad con todos nosotros y lo habría estado siempre. Los otros chicos asintieron. Esta es nuestra fe.
Patriarca Sako: el riesgo de una guerra Kurdistán – Irak frena la vuelta de los cristianos
No son suficientes las campañas para reunir fondos ni las movilizaciones de asociaciones internacionales para garantizar la permanencia de una presencia cristiana en el Medio Oriente. Se necesitan, antes que nada, “soluciones políticas”, que garanticen estabilidad e interrumpan el espiral de conflictos y violencia que sigue pesando sobre la vida de pueblos enteros.
El Patriarca caldeo Luis Rafael Sako, después de haber presidido el Sínodo de su Iglesia (en Roma del 4 al 8 de octubre de este año) y después de haber participado en el encuentro entre el Papa Francisco y los líderes de las Iglesias orientales, describe las incógnitas que se ciernen sobre el futuro de los cristianos iraquíes, con la Llanura de Nínive que podría quedar en el centro de un nuevo enfrentamiento entre Baghdad y el gobierno independentista del Kurdistán.
Mientras tanto, el Primado de la Iglesia caldea insiste en que la permanencia de los cristianos en el Medio Oriente es una cuestión que depende de la fe, más que de las estrategias políticas: “Nosotros los cristianos vemos, como el Papa, que nuestra única fuerza es nuestra fe. No tenemos nada más”.
-La derrota de los yihadistas del Daesh no parece garantizar la paz en Irak. Y esto afecta las condiciones de las comunidades cristianas locales. ¿Cuál es el camino que hay que seguir?
En el Medio Oriente necesitamos soluciones políticas. No nos sirven solamente ayudas económicas y donaciones durante un poco de tiempo. Las personas están cansadas de pasar de una guerra a otra, quieren estabilidad, quieren vivir juntas con seguridad, libertad y dignidad. Pero esto no le importa al Occidente. Y detrás de los eslóganes sobre la libertad y la democracia no hay nada.
-¿De dónde surge la dificultad para que el Occidente comprenda las dinámicas del Medio Oriente?
Hay dos mentalidades. El Occidente tiene como nueva religión el ateísmo práctico. Se percibe un vacío espiritual, y muchos cristianos parecen tibios. En cambio, está el islam político, en el que la religión se identifica y se funde con la política, es absorbida por la política. Los musulmanes deben comprender que el mundo ha cambiado, que el islam no es la única religión en el Medio Oriente, y el único camino para promover la convivencia y el progreso es un gobierno civil basado en el principio de ciudadanía igual para todos.
-Algunos creen que se resuelve todo “exportando” la democracia con las guerras…
La libertad y la democracia en la política se adquieren acompañando a las personas en procesos de formación a largo plazo. Pero los líderes políticos de nuestros países a menudo solo persiguen sus intereses personales de poder y de dinero, de corto alcance. No se comprende hacia dónde nos dirigimos; solo se comprende que los que pagan son los pobres y los inocentes. Apenas acabada la ocupación del Estado Islámico, inmediatamente se abre un nuevo frente de gran tensión e incertidumbre con el referéndum al que llamó el Kurdistán iraquí para proclamar la propia independencia.
-¿Qué posición asumen frente a la cuestión kurda?
En Irak hay 5 millones de kurdos, pero en la región, divididos entre Irak, Siria y Turquía, hay 40 millones. El sentido común indicaría que tienen derecho a tener un Estado, pero esto se debe preparar y negociar tomando en cuenta los contextos y los momentos, tratando con los gobiernos y la comunidad internacional, y no, por supuesto, mediante la política de hechos consumados y con decisiones unilaterales.
-¿Los cristianos apoyaron el referéndum?
Algunos de los que se encuentran en el Kurdistán lo apoyaron. Creen que su futuro está allí. Es su derecho. Muchos otros se mostraron en contra.
-¿Cuáles son los problemas y los riesgos?
Uno de los problemas que no se han resuelto es el de las llamadas áreas disputadas, entre las que están Kirkuk y la Llanura de Nínive, la región del tradicional arraigo histórico de muchas comunidades cristianas. Es un problema que se habría debido resolver antes. Nosotros, como Iglesia, siempre hemos invitado a las partes a confrontarse mediante el diálogo. Tememos que las estrategias del “muro contra muro” acaben creando las condiciones para un nuevo conflicto, que sería agotador y catastrófico.
-¿Existe el riesgo de que la situación degenere?
Ya se advierte una tensión muy grande.
-¿Los cristianos de la Llanura de Nínive participaron de verdad en el referéndum? ¿Cuántos?
Creo que no muchos. Precisamente la Llanura de Nínive ahora es un territorio dividido, debido a cómo fue la liberación de los yihadistas del Daesh. La parte del norte fue liberada por los kurdos Peshmergas, y ahora está bajo su control militar. La parte meridional, en cambio, está en manos del ejército iraquí y de las milicias populares, principalmente chiítas, porque fueron ellos quienes la liberaron del Daesh. La situación es delicada, los equilibrios son muy frágiles.
-El Comité para el referéndum del Kurdistán prometió a los cristianos la autonomía en la Llanura de Nínive. Una promesa que enciende el antiguo sueño de crear una zona autónoma protegida para los cristianos. ¿Qué opina?
Estamos acostumbrados a las promesas de todos, tanto del gobierno central como del gobierno regional del Kurdistán. Hay que aprender la lección de la historia. No conviene confiar ciegamente o de manera sentimentalista en quienes prometen cosas irreales. Sobre todo porque no son agencias humanitarias. Si prometen algo, lo hacen porque forma parte de sus planes políticos.
-¿Hay compensaciones en dinero para que la independencia del Kurdistán cuente con el apoyo de las asociaciones cristianas?
La mayor parte de los partidos cristianos reciben subvenciones, también de personas influyentes y en contacto con el gobierno regional kurdo. Un papel importante lo sigue teniendo en todo esto Sarkis Aghayan Mamendo, cristiano asirio, que fue ministro de finanzas en la Región autónoma del Kurdistán, quien en el pasado envió muchos fondos para financiar proyectos que les importaban a las comunidades y a las jerarquías eclesiales presentes en Irak.
-A usted también le han atacado algunos militantes políticos cristianos de esos pequeños partidos. Le han acusado de interferir demasiado en las cuestiones políticas…
La Iglesia no tiene ningún deseo de hacer política. Pero en la situación de vacío que estamos viviendo, y con la absoluta ausencia de puntos de referencia, nosotros debemos decir una palabra de justicia y de sabiduría a todas las personas que la piden. Nos consultan porque no hay nadie más a quien dirigirse, nos piden ayuda para encontrar trabajo, o nos piden ayuda para encontrar a sus parientes, que son secuestrados.
-También los kurdos están divididos entre sí.
Esto también contribuye en la incertidumbre general. En el Kurdistán hay fuerzas políticas que están en contra de la independencia. Y temo que la división entre los independentistas y anti-independentistas aumentará con el embargo en contra del Kurdistán. Ya se han cancelado los vuelos internacionales hacia Erbil. Si la situación económica se complica, ¿de dónde van a sacar el dinero para pagar los sueldos de los militares, funcionarios y empleados públicos?
-A nivel internacional, hasta ahora, nadie ha reconocido la independencia del Kurdistán.
Pero circulan muchos “mensajes dobles”. El presidente francés dijo que no estaba en contra. Los canadienses manifestaron su apoyo. Los estadounidenses tienen en Kurdistán a algunos consejeros y a ciertos “congressmen”. Y después está también la posición favorable de Israel.
-Organizaciones internacionales y muchos líderes y aparatos políticos dicen que quieren ayudar a los cristianos. Pero parecen encomendar el destino de los cristianos a las relaciones de fuerza geopolíticas y a las movilizaciones y presiones organizadas desde el extranjero.
Cuando el Papa se encontró con los líderes de las Iglesias católicas orientales, insistió en que los cristianos del Medio Oriente son víctimas de la “guerra a pedazos” que ha querido el diablo. Y les dijo a todos que se encomendaran a la oración y al Evangelio para pedir que se custodie la presencia cristiana en nuestras tierras. No aludió a ningún instrumento de poder o de presión política o geopolítica.
La permanencia de los cristianos en el Medio Oriente es una cuestión que depende de la fe y del espíritu misionero, más que de estrategias políticas. Nosotros los cristianos, como el Papa, creemos que nuestra única fuerza es nuestra fe. No tenemos nada más. Muchos de nuestros compatriotas musulmanes nos aprecian por la manera en la que vivimos en familia, por nuestra lealtad, por nuestras obras, como por ejemplo las escuelas.
Reconocen que nuestra presencia ofrece una aportación positiva e indispensable a la coexistencia en nuestras sociedades, en las formas en las que esta presencia se ha expresado a lo largo de la historia. Por ello, quien quiera verdaderamente ayudarnos, debe favorecer esta simpatía por los cristianos, y no debe separar o incluso contraponer a los cristianos con sus conciudadanos musulmanes o de otras religiones. Esto puede ser incluso peligroso.
-En el pasado usted ha denunciado que algunos países occidentales estaban favoreciendo la migración de los cristianos del Medio Oriente, contribuyendo de esta manera a vaciarlo de cristianos. Pero hace algunos días algunos refugiados cristianos en el Líbano organizaron una manifestación de protesta, acusando a las cúpulas de sus Iglesias de frenar y sabotear sus peticiones para salir al Occidente por el temor de perder a sus fieles. ¿Esta es la situación real?
Por supuesto que no. Nunca hemos pedido, ni directa ni indirectamente, que no se otorguen visados a los cristianos que quieren salir. Irse o permanecer es una decisión personal, que hay que tomar conscientemente, y esta decisión debe ser respetada. Pero yo, como Patriarca, no puedo claramente promover ni apoyar la migración masiva de los cristianos del Medio Oriente. Además, la Iglesia debe comprometerse más profundamente en la pastoral para sus propios fieles que migran, para que no dispersen en poco tiempo toda la riqueza espiritual vinculada con la propia pertenencia a la Iglesia de origen.
-El Papa ha dicho, al respecto, que la Iglesia no es latina o eslava o bizantina, sino “católica”. ¿Se le da valor o se desprecia la riqueza espiritual de las Iglesias de oriente católicas como instrumento para que se perciba la catolicidad de la Iglesia?
Todos formamos parte de la Iglesia católica universal, pero esta pertenencia no quiere decir homologación a las formas ni a las dinámicas de la Iglesia occidental latina. La diversidad en la comunión de quienes pertenecen a la misma Iglesia es una riqueza, y nosotros nos necesitamos los unos a los otros.
-La vuelta de los refugiados cristianos a sus casas en la Llanura de Nínive es verdaderamente consistente, como afirman algunos (incluso tratando de demostrar la importancia de sus iniciativas de apoyo), o es exigua, como indican otros observadores?
No son suficientes las ofertas para favorecer la vuelta de los desplazados, hay que reconstruir y desarrollar las infraestructuras destruidas, las escuelas, los dispensarios. Y, sobre todo, hay que reconocer que la incertidumbre sobre el futuro de la Llanura de Nínive y el riesgo de un nuevo conflicto entre el ejército gubernamental y los Peshmergas induce a muchos de ellos a esperar, a tomar tiempo. Esperan a ver cómo va a acabar. Deseo que prevalezca el diálogo, no el caos ni las armas que matan y destruyen todo.
Llanura de Nínive; la Iglesia caldea dice no a la contienda entre Baghdad y los kurdos
Han pasado 7 meses desde que toda la ciudad de Mosul y toda Llanura de Nínive fueron liberadas del dominio de los yihadistas del llamado Estado Islámico (Daesh). Sin embargo, muchas ciudades de la Llanura de Nínive, en las que antes habitaban los cristianos, “siguen vacías”, y ningún residente a vuelto a sus casas, abandonadas en verano de 2014 ante el avance de las milicias del “Califato”. Lo denunció el Patriarcado de Babilonia de los Caldeos, que guía la más consistente comunidad cristiana arraigada en Irak.
Y atribuye esta situación a “la incapacidad del gobierno central” de reconstruir las casas y las infraestructuras devastadas durante el conflicto, pero también, y sobre todo, a los nuevos vientos de guerra que soplan precisamente en la Llanura de Nínive, que se ha convertido en un territorio contendido entre el gobierno central de Baghdad y las milicias kurdas de los Peshmerga, que responden a la Región autónoma del Kurdistán iraquí.
El Patraircado caldeo acaba de difundir un documento para dar a conocer la propia visión sobre “el futuro de las ciudades cristianas de la Llanura de Nínive”, e insistir en que “los cristianos no son extraños en Irak, sino que representan poblaciones autóctonas del país”.
El destino que parece estar llegando a la Llanura de Nínive se muestra cada vez más paradójico. Las localidades que la caracterizan representaban los bastiones históricos de las comunidades cristianas en el espacio de la antigua Mesopotamia. Y precisamente alrededor de esa Llanura se cultiva desde tiempos inmemoriales entre algunos sectores de las comunidades cristianas iraquíes el proyecto de una “región autónoma” para los cristianos, para llevar a cabo, por lo menos e parte, el sueño ancestral de un “hogar nacional” reservado a las comunidades caldeas, asirias y sirias.
Entre el 6 y el 7 de agosto de 2014, decenas de miles de cristianos huyeron a toda prisa de Qaraqosh, Kramles, Talkief, Bartalla y otros centros urbanos de la zona, después de que el ejército iraquí y las tropas kurdas Peshmerga presentes en la región retrocedieran ante el avance de los yihadistas.
En los últimos años no ha habido iniciativa o declaración “en defensa de los cristianos iraquíes” por parte de poderes y “lobbies” que no se haya referido a la necesidad de garantizar y defender la vuelta de los bautizados caldeos, sirios y asirios a las ciudades y aldeas de la Llanura de Nínive.
Sin embargo, precisamente esa región se ha convertido, junto con Kirkuk, en el epicentro de un nuevo enfrentamiento entre el gobierno de Baghdad y los planes separatistas de la Región autónoma del Kurdistán iraquí, cuya cúpula ha llevado a la proclamación de la propia independencia mediante el resultado del plebiscito pro-independencia que fue convocado para el pasado 25 de septiembre.
Los nuevos conflictos representan una consecuencia indirecta y retrasada de los frágiles equilibrios impuestos en toda la región desde 2013, después de la caída del régimen baazista, con la decisiva intervención de las fuerzas internacionales guiadas por los Estados Unidos. Dese entonces, las fuerzas que prevalecen en el Kurdistán iraquí reivindican, en desacuerdo con el gobierno central, el control de 5 “zonas disputadas”, incluidas las de los gobernatorados de Nínive y Kirkuk.
El Patraircado caldeo, delineando su “visión” sobre el futuro de las ciudades cristianas de la Llanura, reconoce que “la jurisdicción sobre la Llanura de Nínive, unificada, estable y protegida hasta 2003, hoy es disputada por el gobierno iraquí y las fuerzas kurdas”. Recuerda también que después del referéndum por la independencia de la Región autónoma del Kurdistán iraquí, precisamente en esa zona se han registrado enfrentamientos militares entre el ejército iraquí (junto con los grupos de movilización militar popular, Al-Hashd) y los Peshmerga.
En las pequeñas ciudades de Telkaif y Baqofa “fueron heridos niños inocentes, y las casas de las familias cristianas fueron utilizadas como puestos de defensa. Como consecuencia, muchos de los residentes de estas ciudades han huido nuevamente, creando un nuevo estado de ansia y miedo”. Todo esto, nota el Patriarcado, provocará una nueva migración de cristianos al extranjero.
Para tratar de frenar la desaparición absoluta de la presencia cristiana en la región, el Patriarca caldeo Luis Rafael Sako y sus colaboradores no se limitan a las declaraciones de principios, e indican algunas medidas concretas: invitan a desmantelar la disputa jurisdiccional que se está llevando a cabo en la Llanura de Nínive, volviendo a la situación que había antes de 2003, cuando el gobierno central recobró el control de toda la región; recomiendan integrar y enmarcar en el ejército nacional y en las fuerzas de seguridad federales a todas las milicias y grupos armados locales (a menudo organizados según un criterio étnico-religioso); llaman a las organizaciones y a los partidos políticos cristianos a coordinarse y actuar con sintonía.
Para concluir, el Patriarcado caldeo renueva su llamado al gobierno iraquí y al de la Región autónoma de Kurdistán a “sentarse a la mesa de la negociación para reconsiderar la situación y resolver todos los problemas pendientes”, reconociendo que “los pueblos que sufren de Irak y del Kurdistán iraquí rechazan que prosiga la guerra”.
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Fuente:
Vatican Insider