Arz. Paglia comenta postura de la Iglesia ante nuevos desafíos bioéticos

11:00 a m| 15 feb 17 (AGENCIAS/BV).- El arzobispo italiano Vincenzo Paglia, designado por el Papa para encabezar la Pontificia Academia para la Vida, dirigió un discurso a los obispos de Estados Unidos y a un destacado grupo católico dedicado a la bioética, en el que exploró una serie de nuevos desafíos morales que aparecen en el horizonte, impulsados ​​por el cambio tecnológico. Luego, Paglia aconsejó, “si queremos responder a los desafíos que enfrentamos, no debemos pensar que nos convocan para un conflicto, sino más bien a una reconstrucción de lo que significa ser humano”. Reunimos la reseña presentada en el portal Crux y una entrevista que le hizo el Vatican Insider que complementa sus declaraciones.

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Nota en portal Crux:

“La sociedad tecnológicamente avanzada está preparándose para un salto cualitativo. La ciencia hoy es capaz de intervenir en la vida de cada individuo y en las generaciones futuras sin necesariamente ofrecer alguna mejora en las condiciones de la existencia humana”, dijo el arzobispo Paglia ante los obispos norteamericanos.

“La aspiración del hombre de gobernar sobre la naturaleza pronto se convierte en un deseo que surge de manera individual por controlar, dar forma y empoderar al yo biológico, lo que deja como la única realidad digna de confianza la vida que el hombre cree que puede construir con sus propias manos”, agregó.

Específicamente, Paglia apuntó a tres desafíos específicos que se avecinan en el horizonte a principios del siglo XXI. En primer lugar, citó estudios que predicen que la atención de la salud será uno de los elementos centrales de las economías occidentales debido al desarrollo de protocolos de medicina preventiva además del tratamiento tradicional de las enfermedades agudas y crónicas.

En segundo lugar, dijo Paglia, la tecnología pronto será capaz de manejar todas las variables relacionadas con la reproducción humana, que hasta ahora se han dejado a la “naturaleza”.

En tercer lugar, Paglia dijo que la evolución de la robótica y la creciente integración del hombre y la máquina plantea la cuestión de cómo podemos hablar de “naturaleza”. “¿Todavía tiene sentido hablar de una ‘naturaleza humana’?”, preguntó, “y si es así, cómo lo hacemos de una manera que no sea meramente a la defensiva en un mundo donde todos creen en la tecnología, al menos en un nivel práctico”.

Hacer frente a estos desafíos, dijo Paglia, requerirá una renovada sabiduría ética de la Iglesia, y también nuevas alianzas con todos aquellos que comparten el compromiso básico de la Iglesia con la santidad de toda vida humana -incluyendo nuevas estrategias del movimiento provida.

“Si queremos responder a los desafíos que enfrentamos, no debemos pensar que nos convocan para un conflicto, sino más bien a una reconstrucción de lo que significa ser humano”, dijo Paglia.

En ese contexto, Paglia dijo que la decisión del Papa de unificar la Academia para la Vida, el Instituto Juan Pablo II y el nuevo Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, es más que una reorganización burocrática, se trata de un movimiento con clara visión antropológica.

Paglia dijo que la Academia para la Vida reflexionará sobre estos nuevos desafíos durante una Asamblea General en octubre, titulada “Acompañar la Vida – Nuevas Responsabilidades en una Era Tecnológica”.

“En una época marcada por una abundancia de tecnología, avaricia, poder y materialismo, la palabra ‘acompañar’ nos hace pensar en la fraternidad, el compartir y el camino que recorremos juntos. Es un hecho que debemos establecer un acompañamiento efectivo para la vida en cada una de sus etapas”, dijo.


Entrevista en el Vatican Insider

-¿Cuáles son los desafíos bioéticos que esperan a la Iglesia de la misericordia de Francisco?

Tal vez por primera vez, en la historia humana, el hombre proyecta configurar y reconfigurar biológicamente los vínculos constitutivos de su identidad personal (la diferencia sexual, el vínculo hombre-mujer, la generación de los hijos, las disposiciones psíquicas, las funciones mentales). La identidad personal, por otra parte, se concibe cada vez más como un recipiente vacío, a disposición de la voluntad individual. Es la opción individualista de la que habla el Papa Francisco en la Amoris laetitia.

No es raro que, en este caldo de cultivo, crezca una euforia de la omnipotencia (esa que los antiguos llamaban “ybris”), muy semejante a un síndrome de padre eterno. El hecho es que cuando pones las manos en el árbol de la vida, pones las manos en los retoños que vendrán. Y en todos nosotros.

-¿Es un cambio de época?

Muchos hombres y mujeres comienzan a preguntarse por qué no deberían poder elegir el “formato” preferido para los hijos que tendrán, por qué no podrían decidir el momento más oportuno para morir, por qué no deberían acceder a prestaciones sobrehumanas, inducidas química, biológica o cibernéticamente. Y demasiado pocos reflexionan sobre el hecho de que esta presunta optimización de la eficiencia manipuladora se convertirá en uno de los dispositivos más extraordinarios de selección de masa: muy pocos podrán gobernarla, muchísimos serán descartados.

La imagen de la misericordia, que usted evocó, lleva todas estas cuestiones a un marco de relaciones interpersonales entre hombres y mujeres que se comprometen para ofrecer testimonio de la pasión por la humanidad vulnerable que forma la comunidad real, contrarrestando la selección social impuesta por los manipuladores.

La famosa imagen de la Iglesia como hospital de campo, que hizo famosa Francisco, indica también un espíritu nuevo para las sociedades democráticas llamadas avanzadas. Los gobiernos democráticos tendrán que ir hacia esta dirección: salir de la autoreferencialidad burocrática de los aparatos y cuidar los vínculos reales de la comunidad humana.

-¿Cuál es el enfoque de la Santa Sede hacia la defensa de la vida?

La esperanza ante el papel de gran autoridad moral y de universal presidio humanista que la Iglesia interpreta a través de la representación de la Santa Sede y en su conjunto deben crecer. Un trabajo que compromete a la Iglesia misma a salir de la lógica de los aparatos y de las burocracias para asumir la inmediatez (y, diría, el cuerpo) de una red de testimonios vividos y familiares. Acabo de tocar con las manos el hecho de que esta transformación ya está en marcha justamente en las grandes instituciones de representación eclesial.

La representación de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, por ejemplo, con la que tuve contactos justamente la semana pasada en Nueva York, ha establecido, gracias al trabajo del nuncio apostólico, contactos directos con algunas organizaciones no gubernamentales, no solo católicas, que trabajan en el ámbito de la infancia, de la familia y de la vida. En estos ámbitos la Iglesia católica debe hacer que se escuche su voz en una fase contaminada a veces por impulsos nacionalistas.

-¿De qué manera lleva a cabo sus actividades la Academia para la Vida?

La Pontificia Academia puede contribuir en este gran desafío cultural poniendo a disposición todas las energías que derivan de ella gracias a la presencia de estudiosos y expertos en diferentes disciplinas (desde la teología hasta la filosofía, pasando por las ciencias sociales y la medicina) de todas las partes del mundo. El acto principal de la Pontificia Academia para la Vida será, sin duda, la próxima Asamblea General de la Academia, en la que afrontaremos algunos de los problemas que acabamos de recordar, y que se titulará: “Acompañar la vida. Nuevas responsabilidades en la era tecnológica”.

Estamos también trabajando en una serie de congresos sobre cuestiones específicas decisivas para la vida humana: la eutanasia, las curas paliativas, la interacción entre el hombre y las máquinas, la relación entre la mente y el cerebro, el genoma humano. Son algunos de los temas que queremos profundizar a nivel científico por una parte y, por otra, llevar a la atención de la opinión pública del mundo. Naturalmente, mediante este trabajo de sensibilización del mundo de la ciencia, se apuesta también a la facilitación de una confrontación menos burocrática y contractual, pero de mayor dialogo cultural, entre la Iglesia y el interlocutor político e institucional de las diferentes naciones y de los diferentes gobiernos.

-¿Cuáles son los desarrollos en la defensa de la vida y cuáles son los posibles frentes en el ámbito de la colaboración interreligiosa?

Sin duda, para llevar a cabo esta tarea, la Academia no puede trabajar solo dentro del ámbito católico, La Iglesia tiene una tradición de sabiduría que le permite, es más, la obliga a dialogar con otras tradiciones religiosas y culturales. Espero poder trabajar, en los próximos años, con el vasto mundo asiático, árabe, africano, y mucho más. En la actualidad, el Papa quiso que en la renovación del colegio de los académicos estuvieran presentes no solo católicos, sino también representantes de las demás confesiones cristianas, de otras religiones, de las diferentes tradiciones humanistas del mundo.


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Fuentes:

Crux / Vatican Insider

Puntuación: 5 / Votos: 3

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