Un referente de música sacra: Miserere de Allegri

6:00 p m| 05 feb 16 (BLOGS/BV).- El renacimiento tiene en El Miserere a una de sus composiciones de música sacra más conocidas, que musicaliza el texto del Salmo nº 50. La versión más famosa, por su curiosa historia, su belleza y, a la par, su complejidad, es la compuesta por Gregorio Allegri hacia 1638, por encargo del Papa Urbano VIII para ser interpretado, exclusivamente, en la Capilla Sixtina. Resulta entonces una propuesta interesante conocer más sobre el autor, el origen y algunos acontecimientos que acompañaron la interpretación de esta pieza musical durante los años, por ejemplo, se habló de un excesivo secretismo por parte del Vaticano -cuidando su exclusividad- e incluso se cuenta una anécdota relacionada con un joven Mozart.

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Reseña y comentario de José Gallardo Alberni

Gregorio Allegri, compositor romano que nació en 1582 y murió en 1652, parece ser que estudió con Giovanni Maria Nanino, el más importante referente de la música romana en el siglo XVI, y ocupó diversos puestos en varias iglesias y catedrales italianas. Pero, además de un compositor de talento, Allegri destacaba por tener una preciosa voz de alto, que le llevó a formar parte del coro papal en 1629. El Papa Inocencio X promulgó un año jubilar en 1650 y Allegri fue elegido el maestro de capilla de ese año y se encargaría de la música. Sus contemporáneos lo veían como el sucesor natural de Palestrina y su “stile antico”. De hecho, fue elegido para revisar los himnos del gran maestro, que fueron publicados en Amberes en 1644. En Allegri vemos la tendencia a componer en ese nuevo estilo que abarcaba obras a pequeña escala, recordando a los madrigales, y que quizá no fueron compuestas para los coros papales sino para otros conjuntos de menor escala.

Sin embargo, Gregorio Allegri es famoso por su Miserere. Se trata de una armonización del salmo 50 y que por esa época era cantado por el coro papal en los Oficios de Semana Santa. La obra está llena de leyenda, que la hace interesante porque, las cosas como son, no es una obra espectacular en cuanto a su composición. Está compuesta a nueve voces en dos coros en estilo llamado “fabordón”, es decir, aquel en el que las voces se mueven de forma paralela. Los coros se altarenan con el canto llano. Ambos se unen en la segunda mitad del último versículo.

Lo que hace legendaria esta obra es que era habitual que se interpretase con unos embellecimientos, dando lugar a una obra que solo podía interpretarse en la Capilla Sixtina (y tendría excomunión quien la sacase fuera). Pero era habitual que se improvisasen unos embellecimientos por parte de los sopranos que fueron a más. El coro papal tenía fama de ser el mejor del mundo de forma que aunque el “Miserere” traspasase los muros vaticanos, habría que acudir a ellos para escuchar la obra en todo su esplendor. Fue habitual cantar algunos llegando a un do sobreagudo tal y como se escucha actualmente, aunque aún hay coros a los que les gusta improvisarlos, siguiendo la tradición. La obra consiguió “salir” de Roma gracias al genio de Wolfgang Amadeus Mozart. Estando allí de visita la escuchó y quedó tan maravillado de ella que fue capaz de anotarla de memoria, con lo que se la llevó consigo.

La pieza fue publicada por primera vez por Charles Burney en 1771, pero en una versión que no se encuentra en ningún manuscrito vaticano. Tal y como la conocemos actualmente, es una versión de esa de Burney escrita por Ivor Atkins en la década de 1950.

Algunas obras obras de Allegri son la “Misa Vidi turbam magman”, sus “Lamentaciones de Jeremías”, el “Te Deum” o una amplia colección de motetes.


Más sobre el Miserere y los salmos

La denominación Miserere hace referencia a la composición musical sobre el texto del Salmo nº 50, texto poético que comienza, en la Vulgata de San Jerónimo (traducción al latín de la Biblia hebrea y griega), con el verso Miserere mei, Deus (“Ten piedad de mí, oh Dios”).

El conjunto vocal del Miserere es a nueve voces, repartidas en dos coros (uno a cinco y otro a cuatro voces) que se alternan continuamente cantando cada uno un breve versículo dividido en dos miembros de frases, con períodos regulares de compases (por ejemplo, primer coro: “Miserere mei, Deus, / secundum magnam misericordiam tuam”; segundo coro: “Amplius lava me ab iniquitate mea / et a peccato meo munda me”, etc.). Se tienen así seis pares de versículos en los cuales la música permanece sustancialmente idéntica salvo alguna leve diferencia en la duración de las notas y de las pausas, debida a la disposición de las palabras. Sólo en el último par, después del primer versículo, los dos coros se unen en una breve, grandiosa y libre conclusión.

Los salmos (“alabanzas”) son un conjunto de 150 poemas de temática religiosa escritos originalmente en hebrero y recogidos en el libro bíblico del mismo nombre. Datan del siglo X a.C. y 73 de ellos aparecen atribuidos al Rey David. El monarca gobernaba Israel en esos años y los textos nos hablan de un monarca interesado por las artes, si bien es probable que, como ocurre con otras obras de similares circunstancias (las Cantigas de Alfonso X, por ejemplo), no interviniera en la composición de todos y cada uno de ellos en su totalidad, sí en cambio auspiciando su creación y difusión. Su temática común es la relación con Dios, bien en forma de himno, de súplica, de acción de gracias, didácticos o de sabiduría. Dentro de los salmos de súplica encontramos el Miserere.

Letra en latín

Miserere mei, Deus: secundum magnam misericordiam tuam.
Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam.

Amplius lava me ab iniquitate mea: et a peccato meo munda me.
Quoniam iniquitatem meam ego cognosco: et peccatum meum contra me est semper.

Tibi soli peccavi, et malum coram te feci: ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris. Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea.

Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi.
Asperges me hysopo, et mundabor: lavabis me, et super nivem dealbabor.

Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: et exsultabunt ossa humiliata.
Averte faciem tuam a peccatis meis: et omnes iniquitates meas dele.

Cor mundum crea in me, Deus: et spiritum rectum innova in visceribus meis.
Ne proiicias me a facie tua: et spiritum sanctum tuum ne auferas a me.

Redde mihi laetitiam salutaris tui: et spiritu principali confirma me.
Docebo iniquos vias tuas: et impii ad te convertentur.

Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae: et exsultabit lingua mea justitiam tuam.
Domine, labia mea aperies: et os meum annuntiabit laudem tuam.

Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique: holocaustis non delectaberis.
Sacrificium Deo spiritus contribulatus: cor contritum, et humiliatum, Deus, non despicies.

Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion: ut aedificentur muri Ierusalem.
Tunc acceptabis sacrificium justitiae, oblationes, et holocausta: tunc imponent super altare tuum vitulos.

Letra en castellano

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces
aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Estas obras han llegado hasta nuestros días debido a su pronta utilización en las ceremonias judías y su paso a la liturgia cristiana, colocando un salmo entre las dos lecturas de la misa de domingos y fiestas de guardar o tras la única lectura que se lee en la misa de diario. Además, aparecen en otras ceremonias religiosas y así, el salmo que nos ocupa es utilizado en los laudes de todos los viernes del año y en los maitines de Miércoles y Viernes Santo.


Una versión actual del Miserere

La disposición tradicional del Miserere es una serie de estrofas a las que se intercala, en monodía gregoriana, una secuencia. En el caso que nos ocupa, está pensado para dos coros de cuatro y cinco voces respectivamente. Uno de los coros expone el tema de forma sobria y el otro realiza una contestación más elaborada. Las interpretaciones historicistas emplean una voz por parte, lo que favorece la transparencia y hace que se escuche todo. Como comprobaremos con su escucha, el papel que tiene la soprano del segundo coro es de gran dificultad, con un agudo estratosférico que se va diluyendo como reverberación en un gran templo.

La grabación escogida es una de las indiscutiblemente referenciales, entre las varias que tiene el grupo The Thallis Scholars, especializado en polifonía del Renacimiento y, para quien escribe, la máxima referencia en estos repertorios. Fundado en 1973 y bajo la dirección de Peter Philips, esta formación británica pretendía recuperar la polifonía renacentista desde una óptica historicista, recuperando la sonoridad que cualquier persona, entienda o no de música, asocia enseguida a este periodo. El grupo se ha ido renovando con los años, pero ha sabido mantener su elevadísimo nivel, tanto en concierto como en su amplia discografía, que supera los 50 discos.

En concreto, se ha seleccionado el registro del concierto que conmemoró el 400 Aniversario de Palestrina en 1994, realizado en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, donde fue Maestro de Capilla. La realización en vídeo es espectacular, no solamente porque la cámara va tomando planos de unas y otras secciones del coro según van surgiendo sus intervenciones, sino porque además podemos disfrutar de los detalles del templo. La colocación de los miembros, aprovechando la acústica, contribuye a su nitidez.

Anécdotas e historias

1) En 1638 Gregorio Allegri realizó una versión musical del Salmo 50 que tuvo tanto éxito que el entonces Papa Urbano VIII decidió que perdurara en el tiempo. Hasta hoy en día. En la actualidad enciendes el televisor y tienes varias decenas de espectáculos a tu disposición. Internet es casi infinito. En el siglo XVII apenas si había sucesos interesantes que ver. Una obra musical que sólo se interpretaba dos veces al año, en la sala más majestuosa de la Cristiandad, con las mejores voces de Italia, asistiendo a la misa el propio Papa. Celebrándose a las tres de la mañana. Con el terrorífico juego de luces. Ni qué decir tiene que pasó a ser uno de los actos culturales más importantes del mundo.

Lo que en el pasado no era sino marketing es hoy recordado como censura. Ante el éxito del Miserere de Allegri el Papa dio un paso adelante para aumentar dramáticamente la fama de estas Misas de Semana Santa: prohibió la copia de las partituras de Allegri. Nadie podría salir de la Capilla Sixtina con alguna de ellas. So pena del castigo eterno: la temible excomunión. El objetivo no era prohibir por prohibir. La idea era aumentar la mística que envolvía esta obra. Y desde luego que el Papa lo consiguió.

El Emperador de Austria Leopoldo I de Habsburgo (1640-1705) había oído hablar de la obra a algunos de sus dignatarios que habían estado en alguna visita a Roma. Le contaron maravillas del Miserere de Allegri. Hasta el punto de que el monarca solicitó al Papa una copia de la partitura para que pudiera ser representada en su capilla real. El Papa no tuvo sino que aceptar, llegando por primera vez una copia legítima del Miserere fuera de Roma con dirección a la Librería Imperial de Viena. Pero tras la representación el Emperador quedó muy decepcionado con la pieza, hasta el punto de creer que el Papa le había engañado, enviándole una obra menor en lugar del auténtico Miserere del que tantas maravillas había escuchado. El Papa pidió explicaciones a su Maestro di Cappella y lo destituyó.

Este pobre hombre sin embargo solicitó dar una explicación al Papa en una audiencia. Y consiguió convencerle hasta el punto de recuperar su puesto: la partitura era lo de menos. La música de Allegri no tenía nada de extraordinario. Era el conjunto simbólico que conseguían formar en un día y un lugar tan especiales. Pero el Maestro de Capilla le habló al Papa de las improvisaciones. Porque a pesar de tener una partitura que cantar, el coro de la Capilla Sixtina disponía de unas técnicas especiales de improvisación basadas en el original que convertían la pieza en algo único cada vez que era representado y más allá de la mera partitura musical. Como director del coro, él sería capaz de trasmitir al menos esa música al Emperador de Viena. Tras dirigir al coro austríaco el Papa y el Emperador recuperaron la confianza mutua y el músico su puesto de trabajo.

2) Lo contado no serviría sino para aumentar el prestigio del Miserere de la Semana Santa de Roma. A mediados del siglo XVIII, el Padre Giovanni Battista Martini consiguió autorización para tener una copia. Y pocos años después, en 1769, Mozart, acompañado de su padre Leopoldo, llegaron al Vaticano, en una de las giras del joven talento, que por aquél entonces contaba con doce años. Ambos asistieron, en la madrugada del Miércoles Santo, a los matines en la Capilla Sixtina, donde se interpretó la hermética obra. Después de la celebración, ya en su alojamiento, Mozart transcribió la obra al papel de memoria, con sólo haberla escuchado una sola vez. Nótese  la dificultad de la polifonía para conseguir transcribirla con una sola lectura y pasado un rato desde que ha sido escuchada. Como la obra volvía a interpretarse el Viernes Santo, acudieron de nuevo, con el manuscrito oculto en el sombrero, para realizar algunas correcciones.

Este hecho, que bien podría ser leyenda alimentada por el Romanticismo, goza de sólida autenticidad, como podemos comprobar con lo que sobrevino después: Leopold escribió días después a su mujer a Salzburgo, contándole:

¡Tenemos el Miserere! Wolfgang lo ha transcrito
y te lo enviaríamos a Salzburgo junto a esta carta
si no fuera necesario que estuviéramos nosotros
allí para interpretarlo. Porque la manera de cantarlo
contribuye, en mayor medida aún que la propia
composición, al efecto que produce en el auditorio.

Padre e hijo continuaron la gira por Europa y un día se encontraron con el historiador Charles Burney, a quien dieron una copia de la partitura para que la publicara en Londres (el Reino Unido era ya anglicano, con lo que quedaba fuera de la ira papal). El Papa Clemente XIV se enteró del suceso y llamó a Mozart a Roma, no para excomulgarlo, sino para hacerle Caballero de la Orden de la Espuela de Oro, impresionado por el prodigio. La patente de concesión, el 4 de julio de 1770,  decía lo siguiente:

Puesto que conviene la caridad del Pontífice romano
y de la Santa Sede con aquellos quienes han mostrado
sus grandes signos de fe y devoción y son agraciados
con los méritos de probidad y virtud, deberían ser
condecorados con los honores y favores del
Pontífice romano y la citada Sede.

La obra quedó de libre interpretación, y Burney editó la obra en Londres en 1771.


Datos sobre Gregorio Allegri

Compositor italiano (Roma, 1582 – 1652) de música sacra al que se conoce, sobre todo, por su Miserere para dos coros de cinco y cuatro voces. La coincidencia del apellido ha hecho suponer, sin fundamento, que era familia del gran pintor Antonio Allegri Correggio (1489-1534). Fue cantor infantil de 1591 a 1596 bajo la dirección de Giovanni Bernardino Nanino, en el coro de San Luis de los Franceses, y siguió cantando como tenor de 1601 a 1604. De 1600 a 1607 estudió con Giovanni Maria Nanino, amigo de Giovanni Pierluigi de Palestrina, uno de los más famosos polifonistas del Renacimiento. Disfrutó después de un beneficio en la catedral de Fermo. Al parecer fue sacerdote.

Llamado a Roma por Urbano VIII en 1629, fue nombrado cantor de la Capilla Pontificia, puesto que desempeñó de manera ininterrumpida hasta su muerte. Si bien esto le dio estabilidad, también recayó en una cierta monotonía, lo que ha hecho en gran medida que, aun conservando gran parte de su producción musical, no tenga la difusión que tienen los dos grandes compositores del Renacimiento: el abulense Tomás Luis de Victoria y el anteriormente mencionado Palestrina. Allegri está enterrado en la Chiesa Nuova de Roma, en la tumba de los miembros del Coro Papal, bajo una inscripción en la que se dice que los cuerpos de quienes estuvieron en vida unidos por la melodía no deben ser separados por la muerte.

Fuentes:

Vatican Insider / El torneo del Wartburg / Pons Asinorum / Biografías y Vidas

Puntuación: 5 / Votos: 2

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